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Brindis, vida social

¿Qué pasa con Letizia?

Siete días después de la Misa de Pascua continúa hablándose del encontronazo entre las reinas - Miguel Adrover abre ventanas y su corazón en Santanyí - Los secretos del vino, en Enoaula - Montse Palomo y acuarelas

A Letizia le gusta correr por Zarzuela. Kilómetros y kilómetros en soledad para sudar el estrés. Le encantaría participar en una maratón como la de Nueva York, pero por temas de seguridad se lo han prohibido. También practica yoga como método para liberar tensiones y cuida meticulosamente la alimentación. La suya y la de su familia. Hasta la obsesión. Lo tiene todo controlado, no deja nada al azar y sí, se siente mucho más segura de sí misma desde que en el año 2014 por fin pudo ejercer de reina en solitario, sin directrices y sin “ejemplos impagables”. La abdicación de don Juan Carlos que llevó al trono a Felipe VI lo cambió todo en el seno de la Casa. Casi tanto como la imputación de la infanta Cristina e Iñaki Urdangarin. Por eso, que su amiga Inma Aguilar, a la que conoció en CNN+, desvelase hace unos días que doña Letizia estaba “preocupada y desolada” ante todo lo acontecido en la Misa de Pascua de hace justo siete días, suena a verdad para todos aquellos que la conocen o la han tratado.

Yo estuve allí, a escasos cinco metros de donde se produjo la tal comentada escena que ahora todos hemos visionado y repasado una y otra vez a cámara lenta y ya desde distintos ángulos. Los gestos, los movimientos, las palabras… En directo, voy a ser sincera, no me pareció tan exagerado, ni siquiera alcanzaría a calificar la escena de rifirrafe. No me lo pareció a mí ni a la mayoría de periodistas que a diario cubren la agenda nacional e internacional de la reina consorte. Y me explico.

Es algo habitual en doña Letizia dar la espalda a los medios gráficos. Evitar la imagen perfecta, ya sea porque mueve su melena de tal forma que oculta su rostro y sea casi imposible retratarla, porque repite vestuario a sabiendas que eso devalúa el precio de la instantánea, o porque apenas se deja ver. Lo justo y estrictamente necesario, que cada vez es menos, por cierto. Dos, cuatro actos a la semana y se acabó. De hecho, este pasado martes, durante la misa con motivo del 25 aniversario de la muerte de don Juan de Borbón, ni siquiera posó para el medio centenar de reporteros que aguardaban bajo la lluvia y el frío en el exterior de El Escorial a los Reyes. No se dignó ni a bajar la ventanilla del coche para saludar. Y eso que aún no había saltado la noticia. Con el vídeo ya ocupando el top de lo más visto del mes, ya pudimos ver su reacción. “Dientes, dientes, que es lo que más les jode”, parafraseando a Isabel Pantoja.

Se abre la veda

Todo esto que les acabo de contar no es nada nuevo, ya se sabía. Por eso, insisto, en directo el rifirrafe me pareció una anécdota más, un intento de estropear una fotografía y una nueva exhibición de la sobreprotección que doña Letizia ejerce sobre sus hijas. La princesa Leonor y la infanta Sofía que, como pueden observar en una de las imágenes que acompañan esta crónica, se miran sin saber cómo salir del entuerto en medio de su abuela, su madre y el pobre cámara de TVE encargado de facilitar la grabación al resto de agencias y medios -lo que se llama un pool- son, en su pre-adolescencia, apenas dos títeres en manos de una reina que les atusa el pelo, vigila su comportamiento… las marca tan, tan de cerca, que es imposible pillar a las pequeñas en una actitud propia de cualquier chica de su edad. Sólo en ausencia de Letizia, muestran su lado más simpático, como cuando en el Náutico, y sin que mamá las viera, se comieron un trocito del bocadillo que su prima Victoria Federica les ofreció casi en secreto. Por cierto, ¿saben quién estaba detrás de aquel bocadito sin importancia? Sí, doña Sofía.

La reina emérita parece que ha ganado por goleada “de simpatía” este duelo al amanecer, pero no es oro todo lo que reluce. Sabe perfectamente la obsesión de su nuera por el control y, saltándose el protocolo, agarró a las pequeñas y al grito susurrado de “Paco, Paco, la foto, ahora”, intentó tener un recuerdo del momento. Paco es Francisco, el fotógrafo oficial de Casa Real que se ha visto metido en todo este lío sin quererlo. No le ha hecho gracia. Sobre todo, porque esa imagen se pudo captar después y se podía haber tomado en Marivent minutos después y sin preocupaciones.

Y aquí es donde me asaltan todas las dudas. ¿Cuánto de espontáneo hubo en el gesto de doña Sofía? ¿Cuánto de mala leche por parte de Letizia? Sí, no se llevan bien; sí, hace años que la emérita se queja de que no ve a sus nietas y luego ejerce de abuela pesada; sí, la reina pretende huir de la imagen que marcó su predecesora; sí, doña Letizia no es muy simpática con sus colegas de profesión y no puede evitar las malas caras; sí, la esposa del rey puede y debe mejorar pero, tampoco olvidemos que cuando a Letizia se le exige “profesionalidad” también se le exige a la reina Sofía, que no dudó en acudir a Ginebra para estar al lado de su hija y su yerno cuando se conoció la imputación, una imagen que hizo mucho daño a don Felipe y a la imagen de la Institución. Al César lo que es del César. No vimos tanto lamento ni tanta crítica periodística.

Hay preocupación, mucha, en Casa Real con todo el asunto, y aún no sabemos cómo se va a arreglar. Hay quienes hablan de un posible “robado” publicado en la revista ¡Hola! de todos juntos felices y otros confían en que el tiempo lo cure. Pero yo no dejo de pensar que se ha abierto la veda contra Letizia por algo que hace de manera habitual -y que ya les hemos contado en estas mismas páginas otras veces- y que puede ser consentido. ¿Mano negra en el entorno de la Familia Real? No les extrañe un comunicado antes de que acabe el año... de otro modo, no entenderé cómo hasta la prensa más afín está atacando a la Reina, antes figura indiscutible. ¿Se avecina crisis en Palacio?

Justo minutos antes, como una premonición, preguntamos a algunos de los asistentes a esa Misa de Pascua, si eran más del team Letizia o del team Sofía. Les dejo con las respuestas. Aina Delgado y Rosa Ruesgas acuden desde hace años a escuchar la Liturgia y ver, claro, a los reyes. “Letizia es una mujer inteligentísima que ha sabido llevar muy bien al Rey”, cuenta Delgado. Para Ruesga, “no es una consorto, sino una maniquí. Un mal ejemplo para las jóvenes que se fijan en ella. Creo que Felipe se equivocó”.

De vacaciones de Semana Santa nos encontramos con Vicente Padilla, Pilar Gómez, María Leonor Marañón y Leonor Pulido. Desde Burgos y todos a favor de la reina porque “ha sabido llevar muy bien el protocolo”. “Letizia”, dice Pilar, “representa a España casi mejor que él. La reina Sofía ya o le hace ninguna sombra”. No sabemos si habrán cambiado de opinión tras la repetición de la jugada.

Un clásico en el Flanigan

A todo esto, y con ganas de pedir explicaciones, vimos también a don Juan Carlos. El rey emérito, que completó la escena desde lejos e intentó mediar buscando la complicidad de su hijo, estuvo la víspera del tsunami cenando en el restaurante Flanigan de Portals. Este verano lo hará más veces. Vuelve a la Copa del Rey de Vela y vuelve a la competición. Tendremos imagen. Padre e hijo, como antes, en el campo de regatas… aunque ni siquiera se crucen las miradas.

El niño raro de Santanyí

“Miguel siempre fue especial. Se le notaba desde pequeño. Uno puede ser bueno dibujando pero él tenía un talento innato”. Hablan desde el cariño y la admiración más profunda Constança Vidal, Maria Ferrer, Margalida M. Clar y Noemi Adrover, compañeras de clase del diseñador Miguel Adrover allá por los años 60. “Era un revolucionario. En aquella época ya lucía pantalones vaqueros rotos, y esa melena…”. Nunca, dicen, nunca, les pareció un friki. “Siempre fue muy humilde, muy buena persona”, aunque él si confesó en una entrevista a este diario sentirse un poco “raro”. Rarezas que siempre le han acompañado en su carrera, en su vida, y que ahora, ya alejado de la pasarela y de los grandes focos, del artisteo, el postureo y el glamour, se refleja en su obra. “No es fotografía, no es un trabajo técnico. Es más bien pintura... pero tampoco me considero un arista. Odio esa palabra, como odiaba la de diseñador de moda. Algo que ya no soy”.

Lo cierto es que Adrover, sea un bicho raro o no, es un hombre afortunado. Un hombre querido en su pueblo, en un Santanyí que se rindió a su talento en La mort amb prebes Torrats, una exposición que recoge una serie de imágenes que captan los escenarios que Miguel Adrover monta al aire libre, convirtiéndose en una especie de pintura barroca, de instalación... Un trabajo que hay que ver.

No se lo perdieron, entre otros, Joan Horrach y Susy Goméz, Biel Payeras e Isabel Serra, o la artista Lind Utzon. Raquel Arañón, Jose Carlos García Ruiz, Pedro Bennàssar, Concepción Artigues, Biel Villalonga, José Luis Murcia, Joana Moll, Jaume Ferrer, María Agnès Adrover, Tomeu Amengual, Maria Pau, Toni Adrover o Francisca Binimelis también disfutaron de una tarde de inauguración en la que no faltaron los buñuelos y la música.

Con algo de retraso

Llevamos varios números de este Brindis guardándonos eventos que la actualidad nos había impedido tratar con todo el cariño que se merecen. Los rescato ahora. En primer lugar, felicitar a toda la organización de Protur Chef por haber llenado de sabor sa Coma con sus talleres gastronómicos, show cookings y la segunda edición del Concurso Nacional de Escuelas de Cocina. Fue Manuel Vargas, del Basque Culinary Center, el ganador de una edición en la que vimos a chefs de prestigio como Koldo Royo, Tomeu Caldentey o Andreu Genestra, entre otros.

Y hablando de gastronomía, lo último llega de la mano de Xavi Nolla y su EnoAula, lugar de referencia para los sumillers de la Isla y los winelovers.

Y finalizamos con una fiesta, la de la apertura de Tito’s. El ritmo y la voz la puso Nalaya.

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