Periódicamente, los diferentes organismos de nuestro país y de la Unión Europea publican cifras relacionadas con los residuos que se reciclan y aquellas cuotas a las que debemos llegar los próximos años. El último acuerdo adoptado por la Unión Europea fija un reciclaje del 55 % en 2025 de los residuos municipales y que debe aumentar al 65 % en 2035. A día de hoy, según los datos facilitados por el Parlamento Europeo, el reciclaje medio de Europa se sitúa en el 44 %. Mallorca está en el 17,3 %. La tarea que queda pendiente es titánica.

Y es que del medio millón de toneladas de residuos que se gestionaron en la isla durante 2017 (fracción resto, papel y cartón, vidrio, materia orgánica y envases) menos de una quinta parte se recogió de manera selectiva. “Todos los residuos que entran en las plantas de reciclaje tienen coste cero a diferencia de los que se queman en la incineradora”, explica Sandra Espeja, consejera ejecutiva de Medio Ambiente del Consell de Mallorca.

Tareas pendientes

A pesar de los datos anteriores, en muchas ocasiones existen contradicciones entre las cifras publicadas, confusión de conceptos, errores de bulto en cuanto a la valoración de flujos y otros hechos que hacen que determinar a qué se refiere cada una de las informaciones publicadas sea, a veces, tarea difícil.

La diferencia entre recogida selectiva y reciclaje. Es un error habitual incluso en comunicaciones oficiales. En las estadísticas que periódicamente publican diferentes organismos, públicos y privados, se entremezclan dos conceptos que, aparentemente, significan lo mismo para el lector pese a no serlo: recogida selectiva y reciclaje. En el caso de ‘reciclaje’, se computarían las toneladas que, al final, se acaban reintroduciendo en el sistema productivo, es decir, reciclando. Un extremo imposible de saber por parte de la Administración Pública. En la mayoría de casos se refieren al segundo concepto, ‘recogida selectiva’. Es, por tanto, el residuo que los ciudadanos depositan en los contenedores (o el sistema que tengan implantado en su localidad) quitando la fracción resto: aquellos residuos depositados en el contenedor amarillo (de envases), verde (vidrio), azul (papel y cartón) y marrón (materia orgánica). Sin embargo, a partir de ahí empiezan los cambios. Algunos municipios computan, otros flujos de residuos además de lo recogido en contenedores de la vía pública, como los voluminosos (sofás, colchones y otros enseres) y residuos de aparatos eléctricos y electrónicos (electrodomésticos y equipos de informática) o aquello que los ciudadanos depositan en los puntos limpios. Ahí está la laguna: la falta de armonización de cómo facilitar los datos y el alcance de los mismos es el causante de esta confusión.

El reciclaje y lo que pasa por báscula de las plantas de reciclaje. A día de hoy, la recogida selectiva de residuos mediante contenedores en vía pública sigue siendo mayoritaria, especialmente en grandes ciudades. Este sistema, pese a ser más cómodo en cuanto a disponibilidad que cualquier otro (como el sistema puerta a puerta habitual en muchos municipios de la isla) tiene otros inconvenientes, entre los que se encuentran el gran número de impropios que suelen contener. “Un impropio es el residuo que no debe ir al contenedor en el que se ha depositado. Por ejemplo, un envase de plástico introducido en el contenedor de vidrio sería un impropio y viceversa”, explican fuentes del sector. Cuando el contenedor se vacía y se transporta a la planta de preselección para separar los impropios, se pesan primero y luego se descargan para preparar el residuo para enviarse a reciclar, en el caso de Mallorca, a la península según sea la fracción. Por tanto, en una situación ideal (hecho que no ocurre nunca) el peso de los residuos de entrada en báscula (con impropios) de las plantas de pretratamiento será igual a los residuos enviados a las plantas de reciclaje. Y ahí radica otro de las causas del baile de cifras: algunas instituciones informan de los datos de residuos depositados en contenedores de recogida selectiva y otros, lo que se terminan reciclando. Obviamente, el primer dato siempre será muy superior al segundo

El papel de los Sistemas Colectivos de Responsabilidad Ampliada del Productor (SCRAP). Posiblemente como SCRAP o SIG (Sistemas Integrados de Gestión) pocos los identificarán sin poner algunos ejemplos: Ecoembes o Ecovidrio son los más conocidos. Son organismos privados que, empujados por la legislación, se constituyeron para gestionar los residuos que genera su actividad (envases de papel y cartón y plástico en el caso de Ecoembes y envases de vidrio en el caso de Ecovidrio). Es habitual que anualmente presenten datos del reciclado de los residuos que, en el año 2016, fue del 76 % en los envases gestionados por Ecoembes y el 73 % en el caso de Ecovidrio. Ahí se centra otra de las lagunas. Los porcentajes publicados anualmente por las dos instituciones hacen referencia a los residuos que ellos gestionan tomándose como impropios los que no, aunque sea un envase a criterio de la sociedad, como una caja de fruta o una cápsula de café. Además, el porcentaje de residuos gestionados no implica que fueran reciclados finalmente, sino que fueron recogidos de forma selectiva.

El residuo generado por los ciudadanos y el producido por los grandes generadores. A día de hoy existen dos grandes líneas de tratamiento de residuos: a través de gestores públicos o a través de privados. En el primero entraría la gestión de residuos a través de las entidades locales (o las empresas públicas o concesionarias que tienen contratadas) para la gestión de residuos. Es decir, los que habitualmente depositamos en los contenedores de la vía pública. En cuanto a la segunda, corresponde a empresas privadas que gestionan residuos con procedencia, la mayoría de veces, no domiciliaria. Es el caso de, por ejemplo, metales y chatarra, papel y cartón o vidrio que, por su valor positivo, el propietario lo vende a un gestor privado para obtener un beneficio. Por ejemplo, una cadena de supermercados tiene su propio gestor de papel y cartón privado y sale del servicio de recogida domiciliario liderado por la entidad local. “Es un residuo que no existe para los ayuntamientos o empresas concesionarias y de los que no tenemos datos”, explican diferentes fuentes del sector. Sin embargo, pese a “no existir” para las administraciones y, por tanto, no contribuir a los datos del reciclaje de Mallorca (recuerde el 17,3 % del principio) sí que se terminan reciclando. Ahí radica otra de las lagunas: mientras algunos países y organismos computan el reciclaje de residuos comerciales (con el consiguiente aumento del porcentaje de reciclado) otros no.

Pese a todo lo anterior, Europa está trabajando en cómo estandarizar los datos de reciclado con el fin aportar transparencia al sector y a los datos. Una tarea que se antoja, de momento, difícil.