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Desde Estados Unidos: Leyes absurdas y sus interpretaciones

En Nueva York está prohibido beber alcohol en las escaleras o el patio frontal de la casa.

Hace años un policía de Nueva York ya jubilado me recomendó extremar la serenidad y la humildad si algún día un agente del orden decide preguntarme cualquier cosa. "Ni te puedes imaginar la cantidad ingente de leyes, gestos o actuaciones que están perfectamente reguladas y vigentes, para utilizarse cuando se considere necesario", dijo con el conocimiento de causa que le proporcionaba décadas de experiencia de patrullar en las calles de la ciudad.

Hace apenas un año que el estado de Nueva York aprobó la nueva "Brunch bill", que rebaja en dos horas la prohibición de vender alcohol los domingos. Hasta entonces, sólo a partir de las doce del mediodía se podían servir y vender bebidas alcohólicas. Ahora los bares especializados en proyectar fútbol europeo ya pueden servir cervezas durante los partidos o los tradicionales brunch ya ofrecen el cóctel de mimosa a partir de las diez de la mañana.

Pero el alcohol sigue siendo tabú en las calles y plazas de la ciudad. Incluso está prohibido en los jardines o en los stoops, las escaleras exteriores que acceden a la planta noble de las viviendas tradicionales. En esas escaleras es donde muchos se sientan a contemplar el espectáculo del tráfico humano, que puede resultar entretenido. Café y agua está permitido, pero no alcohol de ningún tipo. Y ciertamente la policía utiliza esta prohibición con gran arbitrariedad. Con poca frecuencia, pero de vez en cuando, multan a quienes toman bebidas alcohólicas en lo que uno considera los límites de su propiedad, pero que son visibles desde la calle.

Otra de las prohibiciones de dudosa procedencia y más dudosa efectividad es una ley todavía vigente que prohibe que cualquier persona organice un espectáculo de marionetas, danza o cualquier otro tipo de arte escénica "desde cualquier ventana o cualquier espacio abierto de una vivienda o edificio". No hay constancia de casos recientes en los que esta ley haya sido aplicada, pero si existe en YouTube un divertido anuncio en el que Diet Mountain Dew ironiza sobre el tema.

Está prohibido tirarse en paracaídas sobre la ciudad de Nueva York, a no ser que sea bajo indicación militar o debido a un "peligro inminente". También está prohibido el juego de cartas del trile en plazas y calles. Los barberos tienen prohibido cortar el pelo o afeitar los domingos y la multa puede ser no superior a los cinco dólares.

Tal vez es tarea complicada para los políticos, pero algunas leyes absurdas son eliminadas de vez en cuando. Hace ya más de diez años que el alcalde Bloomberg firmó una ley que eliminaba del código administrativo la prohibición que tenían las lavanderías de abrir sus puertas los domingos, o la obligación de los guías turísticos de presentarse a una "prueba de idoneidad".

Pero muchos otros detalles en apariencia obsoletos siguen vigentes. Por ejemplo, si uno se encuentra un dólar en el suelo, parece como una indicación de que la buena suerte está de su lado ese día. Pero si ese billete de un dólar es de más de 10 dólares, puede uno terminar con una multa de hasta mil dólares o incluso en la cárcel, según la sección 10-106 del código administrativo de Nueva York.

Para confundir más, situaciones o actuaciones que uno podría pensar que son ilegales resulta que no lo son. En 2013, la policía de Nueva York recibió un memorándum en el que se recordaba a los agentes que tanto hombres como mujeres pueden ir topless en la ciudad si no están realizando ninguna actividad comercial. En el caso hipotético que, por ejemplo, se crease un revuelo y un grupo de personas se amontonasen alrededor del sujeto en topless, la policía debería actuar contra el tumulto, no contra la persona semi desnuda.

Las variopintas leyes y regulaciones dejan las decisiones de qué es correcto y qué no en las arbitrarias manos de quienes deben hacer cumplir el orden establecido. Por supuesto, siempre existen jueces que deberán interpretar si las sanciones impuestas son o no pertinentes, pero quién necesita un juicio para añadir más complicaciones en su agitada vida cotidiana.

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