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Memorias de la cocina

Íntima relación entre la cuaresma y la mejor cocina de primavera

Íntima relación entre la cuaresma y la mejor cocina de primavera

Es de suponer que la mayoría de las cocinas de los países donde predomina la religión católica tienen las mismas normas relacionadas con el cumplimiento de los preceptos que, a diferencia de otras creencias, no son muchos, pero sí muy estrictos, a lo largo de los cuarenta días de la Cuaresma: el tiempo que precede a la Pascua y, que a imagen de Jesucristo, que ayunó cuarenta días en el desierto, deberá basarse en privaciones de carne y de la carne.

En unos tiempos en que la carne era la base de la alimentación humana, al menos entre los más pudientes (otra cosa diferente era la capacidad de consumirla por parte de la gente plebeya) la Iglesia ordenó, o quizás sugirió, en un principio, por puro ascetismo, imitar la figura de Cristo y de ahí parten tanto los cuarenta días de abstinencia de carne, como algunos ayunos en viernes señalados y el Miércoles de Ceniza.

Con el tiempo, pudo adquirirse una bula eclesiástica -una práctica puesta en marcha en tiempo de las cruzadas y que llegó hasta la época contemporánea- para poder consumir carne. En los años cincuenta solo las familias pobres de solemnidad no podían adquirirla, pero esos cuarenta días modelaron una cocina basada en los productos de la tierra, imaginativa como pocas y deseable incluso para los que habían adquirido la bula. Hoy, preceptos al margen, la cocina de primavera y la de cuaresma van de la mano.

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