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Mallorca se queda sin industria manufacturera

En pocas décadas la isla se ha quedado sin su antaño potente y equilibrada industria, vital para garantizar un desarrollo económico equilibrado y no dependiente solo del turismo

El calzado mallorquín era una de las industrias manufactureras punteras en la isla en el pasado siglo. Hoy las empresas que continúan son la excepción. Solo las que han hecho un producto muy competitivo se mantienen. M. M.

El cierre de la planta embotelladora de Pepsi Cola en Marratxí es el último jalón de la imparable desaparición de la industria manufacturera mallorquina. El catedrático de Estructura Económica de la UIB, Antoni Riera, precisa que la industria manufacturera: calzado, muebles, bisutería, metalúrgia es básica para mentener una estructura económica plenamente diversificada y, por lo tanto, en condiciones de afrontar el futuro.

Desde el mundo sindical se enfatiza las consecuencia negativas que lleva incorporadas su desmantelamiento. Rosario García, secretaria general de la Federación de Industria y Construcción de UGT, afirma que Mallorca históricamente dispuso de una potente industria manufacturera: muebles, curtidos, marroquinería, calzado..., que ofrecía unas perspectivas de trabajo estables y de calidad, precisando que nunca ningún gobierno ha apostado decididamente por su mantenimiento, porque a partir de la década de los años 60 se ha impuesto el monocultivo turístico dejándose de lado un tejido industrial que era básico para mantener la diversificación económica. "¿Qué sucederá si se desencadena una crisis turística? ¿Qué alternativas tendremos para hacerle frente?", se pregunta Rosarío García, añadiendo que se ha dejado que se desmantele el tejido industrial quedando los trabajadores únicamente con el sector servicios como alternativa.

El profesor Riera ofrece unos datos demoledores: ciñiéndose únicamente a la primera década y media del siglo XXI precisa que el crecimiento del sector industrial ha sido del 4´7% y que el conjunto de la economía creció un 18´3%. Datos que pueden parecer alentadores, pero sucede que en el mismo período la industria manufacturera tuvo una caída de nada menos que el 27% por ciento, lo que supone una contracción brutal del sector del calzado, la bisutería, el mueble, la agroalimentación y la metalurgia. En el año 2000 la industria manufacturera representaba el 7% del Producto Interior Bruto (PIB) de Mallorca. Ahora es de tan solo el 3´4%. Ha sido un goteo constante de desaparición de empresas que históricamente habían mantenido una presencia puntera en Mallorca, industrias que ofrecían una completa diversificación. Riera da por hecho que los tiempos de aquel esplendor manufacturero no volverán, pero dice que hay posibilidades de disponer de una industria con futuro si se opta decididamente por la investigación, si se hace una apuesta sin complejos por las nuevas tecnologías, capaces de ofrecer un campo de actuación muy atractivo.

Para el catedrático de Estructura Económica el sector manufacturero es muy importante , porque "marca las diferencias con otras economías", lo que en el mundo de la globalización supone un activo fundamental en ganancias de productividad e internacionalización. A la hora de buscar culpables de lo sucedido dice que no se puede señalar al sector servicios (al turismo), sino que el culpable es el propio sector manufacturero, que no ha sido capaz de incorporar nueva tecnología, al estar muy orientado hacia la obtención de recursos tradicionales. Las empresas que han sabido adaptarse han sobrevivido y están en una excelente posición para ser competitivas. Cita el caso de la fábrica de calzados Bestard, en Lloseta, que en su momento entendió que no podía competir con su producto tradicional por lo que se ha especializado en un calzado muy resistente, de montaña, lo que ha hecho que vuelva a ser competitiva. Otro caso es el de Camper, que ha introducido unas dosis muy elevadas de diseño, además de externalizar parte de la fabricación quedándose en Mallorca las fases de pre y pos producción. Los resultados también han sido muy positivos. Riera afirma tajante que en una revolución 4.0 hay posibilidades, porque se pueden incorporar las nuevas tecnologías. Eso sí, del calzado tradicional, muebles, grifería y otras industrias propias de la Mallorca del pasado siglo no queda prácticamente nada y no ve posibilidades de revertir la situación.

"Nos queda Quely"

Rosario García apunta que de las industiras manufactureras de las que disponía la Isla únicamente subsiste Quely. "Es la única grande que nos queda", dice, porque la industria tracional mallorquina ha desparecido definitivamente, prosigue, añadiendo que las poblaciones en las que estaban asentadas esas industrias se han visto seriamente dañadas, muy afectadas por la deslocalización que se ha producido. La dirigente de UGT pone el énfasis en la volatilización de la industria del calzado, una de las joyas de la corona del sector manufacturero mallorquín. "Ha sido el que más ha sufrido -asegura-, puesto que existían muy buenos profesionales, con lo que se ha perdido irremediablemente una industria artesana de calidad". "Lo que hacen en China es poner la marca al zapato que fabrican en serie y nos creemos que se trata de un calzado de artesanía, cuando no lo es" asegura. "Con la globalización y la deslocalización no se ha buscado la calidad, sino conseguir una mano de obra barata, y las consecuencias las tenemos a la vista", sentencia.

El profesor Riera destaca que si se revisa lo que se produce en Mallorca nos encontramos con que las manufacturas han perdido una considerable masa crítica mientras que la producción se ha concentrado en torno a bienes de "baja intensidad tecnológica (49´85) y actividades intensivas en el uso de recursos naturales (36´6%) o mano de obra (21´2%)". Lo que lleva a poner el foco en la necesidad de apostar por una mayor complejidad para generar más valor, ya que producir bienes y servicios industriales más diversos y más ricos en conocimiento productivo contribuirá a diferenciar a Mallorca de su entorno competitivo, según el análisis realizado por Riera.

"Contábamos con un tejido industrial y social que nos diferenciaba nítidamente de nuestor entorno", manifiesta Rosario García, un tejido que en los últimos 20 años se ha esfumado por completo. "Se necesita a toda costa resucitar el moribundo sector industrial para no depender tanto del turismo y disponer de mayor fortaleza a la hora de encarar las crisis económicas, que inevitablemente volverán a hacer acto de presencia", asegura. "Mallorca requiere para su desarrollo económico incrementar la aportación del sector industrial al PIB, que únicamente aporta unos 27 mil trabajadores", añade, para pasar a enumerar el listado de empresas que han ido desapareciendo: Coca Cola, Bimbo, Buades, la industria del calzado. Dice, además, que el plan industrial que ha elaborado el Gobierno de la presidenta Armengol ha de ser valorado positivamente, aunque llega tarde, puesto que el desmantelamiento del sector industrial se ha consumado.

revertir la situación

Para Riera revertir la actual situación de la industria mallorquina es posible desde el establecimiento de "directrices estratégicas transversales" que conecten la política puramente industrial a la de otras esferas relevantes para el impulso de la competitividad global, como la innovación, la estructura empresarial, el capital humano, la energía, el transporte y la sostenibilidad ambiental, cuestión en la que también incide Rosario García, al indicar que la deslocalización empresarial ha hecho que, por ejemplo, las infraestructuras viarias se hayan visto casi desbordadas por la afluencia de los grandes contenedores que reparten el producto desde el puerto de Palma, puesto que el consumo no ha menguado.

Según Riera, cuestionar cómo se produce posibilita observar que la productividad de las manufacturas elaboradas se sitúa más de una cuarta parte por debajo de la media del tejido productivo (72´3%), circunstancia que no se se da a nivel estatal ni europeo, por lo que es preciso "movilizar" la inversión industrial a favor de la innovación tecnológica y el talento, contribuyendo así a transformar los fundamentos productivos isleños y conseguir una mayor eficiencia que permita forjar nuevas ventajas competitivas.

Tanto Antoni Riera como Rosario García dan por finiquitada la industria manufacturera mallorquina tal como la conocieron las décadas precedentes, tal como era en el siglo XX, antes de que la globalización haya modificado radicalmente la estructura económica de Mallorca. ¿Se podrá disponer nuevamente de una industria manufacturera que tenga algún parentesco con la desaparecida? Lo que existió no volverá, pero sí se está en condiciones de hacerse con un nuevo sector industrial que, aprovechando las nuevas tecnologías, permita zafarse un poco del monocultivo turístico.

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