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Desde Francia: Au revoir Johnny!

Desde Francia: Au revoir Johnny!

Estábamos hace un mes en aquella paradoja del otoño, por un lado la naturaleza alcanza su madurez, su apogeo, mientras por otro asoma la nostalgia, el otoño de la vida, la consciencia del paso del tiempo. La llegada del frío, y la proximidad de las Navidades también ayudan a cargar el ambiente. Digo cargar y tal vez, pese a la luminosidad de la nieve, debería decir ensombrecer. Entramos pues en un periodo de claroscuros, de contrastes, donde la alegría, especialmente la de los niños, también la de los reencuentros, comparte mesa con los recuerdos, con las ausencias.

Y hace unos días me sorprendí buceando en los 60, la tele en blanco y negro de la única cadena existente y mi hermana que me llamaba para que no me perdiera a un tío vestido de ceñido cuero negro que movía las caderas como Elvis pero cantaba en francés. Son recuerdos confusos, imágenes sin fecha concreta pero que de repente, ahora, con los años, te sacuden con fuerza. Fue una inmersión en la adolescencia, una vuelta a Salut les copains, a unos primeros guateques quinceañeros, más twist que rock, y de por medio el madison. De hecho lo que recuerdo mejor son las fiestas que montaba mi hermana pequeña (que es mayor que yo, pero no entraremos ahora en detalles familiares) donde aprendí a bailar con el "let´s twist again"...

Pero a lo que iba, aquel flashback de cuero negro y movimientos obscenos para la época no surgió gratuitamente, no. En realidad un servidor estaba el pasado miércoles delante del ordenador, me tocaba crónica para Diario de Mallorca y como que no tenía muy claro de que iba a hablarles, le di a la televisión mientras preparaba un café. Era pronto, por la mañana y cosa rara no había aun puesto la radio. En cinco largos e intensos minutos zapeando hasta sacar humo al mando, creyendo que era un complot o cosa de un hacker, no me quedo otra que darme por enterado del fallecimiento de Johnny. Las imágenes, las declaraciones, textos, tuits, pasaban en bucle, pero la noticia, el protagonista era siempre el mismo. El cáncer de pulmón había podido con Johnny. No soy muy de tele pero les aseguro que nunca había visto nada igual. Durante 24 horas todos los canales, públicos, privados, todos los programas, informativos, fórums, debates€ dedicados exclusivamente a la desaparición de Johnny Hallyday. Llevo casi tres décadas en Francia y era la primera vez que asistía a un tal despliegue. Quizás, me comentan, cuando la muerte de De Gaulle, pero eso claro es otra historia, y no creo que sea comparable. También, me apuntan, la de la Piaf, pero tampoco había tal profusión de medios. Ahora mismo se da ya casi por seguro que el cortejo funerario descenderá los Campos Elíseos desde el Arco del Triunfo, y probablemente tendrá lugar una gran ceremonia en la Madeleine.

Les he de confesar que nunca fui fan de Johnny y sin embargo me he sorprendido estos días tatareando alguna de sus canciones, y es que "nous avons tous en nous quelque chose de Tenneesse". De sus principios, de su época, siempre preferí a Eddy Mitchell, su gran amigo, y aun más al genial Jacques Dutronc, ambos huérfanos ahora de su colega canalla, con el que iban llenando salas en sus giras Les vielles canailles. Pero es que Jean-Philippe Smet, su verdadero nombre, fue más que un cantante, vivió como una autentica star en el sentido americano del término. Su vida, matrimonios, Silvie Vartan, Nathalie Baye, Laetitia, sus crisis, sus hijos, David y Laura, Jade y Joy, sus éxitos y sus excesos, todo está impreso en papel cuché. Por ello los franceses viven su desaparición como un duelo nacional, todos han perdido algo con Johnny. Y lo siento pero no podemos despedirnos de Johnny con la almibarada Navidades blancas. Mejor en este caso su tremenda versión del Black is black de los Bravos, una canción que relanzó su carrera en un momento de dudas, Noir c´est noir et bye bye Johnny!

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