Algunos teóricos políticos sostienen, equivocadamente, que la compatibilidad ideológica entre socialismo —o progresismo— y nacionalismo es inexistente, tal y como la lectura de los teóricos clásicos del marxismo postula con entusiasmo internacionalista. Otros teóricos, en cambio, sostienen que esta postura es antigua y que ambas ideologías son perfectamente compatibles, tal y como demuestra la existencia de formaciones como la CUP, la propia ERC o nuestros domésticos de Més, e incluyendo a algún que otro verso suelto del PSIB, como por ejemplo el senador ese que cojea de un pie conocido.
Todos están equivocados; ni socialismo y nacionalismo son incompatibles, ni su conjunción es antigua. La inventó Mussolini en 1921 y la llamó fascismo.