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La legionela, una grave enfermedad que se puede prever desde la detección precoz

Las fuentes ornamentales pueden ser posibles focos.

La Legionella recibe el nombre por el evento que la identificó por primera vez: una convención de legionarios en un hotel de Filadelfia (Estados Unidos). Corría el año 1976. Sin embargo y al igual que muchas otras enfermedades, que no se hubiera identificado hasta la fecha no significa que fuera la primera vez que actuara, no. No era la primera vez que causaba víctimas mortales. A los 34 legionarios se le debían sumar 14 muertos en Washington en 1965 y otros en Minnesota en el 57 y Michigan en el 68. Todos en Estados Unidos. En nuestro país, fue también un hotel en el que se registró por primera vez. Entre 1973 y 1980, un establecimiento hotelero de Benidorm (Alicante) fue el primer foco identificado que causó el contagio a 150 turistas británicos.

La sintomatología abarca desde el catarro a la neumonía. Al paciente se le debe suministrar el antibiótico oportuno ya que si no puede terminar en muerte en un porcentaje destacado de los casos. Esta bacteria, que se transmite a través de pequeñas gotas de agua que son inhaladas y llegan a nuestros pulmones, puede multiplicarse en espacios que van desde torres de refrigeración a fuentes ornamentales. Y fue precisamente la de la estación de autobuses de Manzanares (Ciudad Real) la causante de la infección a más de 200 personas, de las que 86 tuvieron que ser hospitalizadas, cuatro fallecidos, entre diciembre de 2015 y enero de 2016.

Pese a que hace años que convivimos con ella, no fue hasta 1996 cuando se señaló como enfermedad de declaración obligatoria, es decir, que todos los casos que se detectan tienen la obligación de comunicarse a la Red Nacional de Vigilancia Epidemiológica. En 2001 se aprobó un decreto con criterios higiénico-sanitarios para la prevención y control de la legionelosis, y en 2003, vigente a día de hoy, entró en vigor el Real Decreto 865/2003.

Es decir, que desde los primeros brotes identificados hasta la aprobación de la legislación que actualmente nos regula, pasaron algo más de dos décadas. Un tortuoso camino que, incluso a día de hoy y con unas técnicas que permiten identificar la existencia de legionelosis en pocas horas, no han evitado que sigan apareciendo brotes cada año. Y con ellos, clausuras de instalaciones públicas y privadas, ingresos hospitalarios, la lógica alarma social, demandas, indemnizaciones, el hundimiento de la reputación del local afectado€

Y es que el factor clave es, junto a la prevención, la detección precoz de la bacteria cuando hay sospechas de su existencia. Sin esta información, la responsabilidad de determinar cuándo la instalación es peligrosa depende del titular de la misma que "no sabe cuándo puede quedar expuesto a sanción o parada en una inspección e incurrir en posible negligencia que su seguro no le va a cubrir", explican fuentes del sector. De ahí la importancia de reducir tiempos para su detección.

Con las técnicas actuales se ha permitido reducir el tiempo de espera para su detección, de los días a las pocas horas. Un hecho que permitirá dejar de lamentar pérdidas humanas y materiales, falsas alarmas y actuar de una manera más efectiva frente a posibles brotes y focos.

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