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Tribuna

Impuestos sobre el turismo

Impuestos sobre el turismo

La actividad turística tiene la necesidad de un alto grado de integración entre el sector público y las empresas privadas. Es necesario disponer de sistemas públicos que respondan de forma sostenida a las demandas que se generan derivadas de la actividad. Se necesita una red asistencial adecuada, que preste servicios sanitarios públicos; se necesita suministro y tratamiento de aguas residuales y de residuos, se necesitan puertos y aeropuertos adecuados.

Podríamos continuar dando muchos más ejemplos de actividades que tienen gran repercusión en el turismo, que no son acometidas por el sector privado, y sin embargo repercuten directamente en sus resultados, puesto que, si no se prestan adecuadamente, el sector turístico se resiente.

El tema de la ecotasa, ahora impuesto sobre estancias turísticas, y en general los impuestos sobre el turismo, vienen condicionados en Balears por una primera experiencia, diríase que negativa, acontecida en el periodo 1999-2003, en el que el gobierno autonómico decidió implantar un impuesto llamado ecotasa a los visitantes de nuestras islas. Dicho impuesto fue eliminado en 2003 por el gobierno correspondiente a la legislatura 2003-2007.

Es un hecho indiscutible que las Illes Balears tienen basada su economía en el turismo. Si sumamos los efectos directos y los inducidos, mucho más de la mitad de la economía en términos de producto interior bruto. Es de suponer por tanto que los impuestos indirectos y directos generados por el turismo también se mueven en este entorno, con respecto al total de recaudación.

Por otra parte, las necesidades derivadas de esta presencia masiva de visitantes se traducen en infraestructuras sobredimensionadas ya que la afluencia de personas no es regular, concentrándose en la época estival, en la que hay fundamentalmente dos meses punta, durante los cuales en Mallorca y Menorca se dobla la población presencial, en Eivissa se multiplica por tres o cuatro y en Formentera por siete u ocho.

Naturalmente, esta situación genera necesidades que en algunos casos obligan a adaptarse estrictamente a los índices de ocupación total, es decir, residentes y visitantes, como es el caso del tratamiento de aguas residuales, ya que no es posible almacenar el agua residual generada, y no queda otra que tratarla al momento, por lo que la planta de depuradoras debe dimensionarse para la semana de mayor ocupación del año si queremos dar un correcto tratamiento.

Otros casos similares son los sistemas de recogida y tratamiento de residuos, las carreteras, los hospitales y centros de atención médica, o la energía, puertos o aeropuertos. En todos ellos se mantiene una gran diferencia entre temporada alta y baja, y por tanto requiere estructuras adaptadas a la mayor demanda del año. Asimismo, se genera un sobrecoste en el mantenimiento y explotación, ya que la gran variación de nivel de actividad provoca efectos sobre las infraestructuras que acaban ocasionando costes superiores.

La situación se complica por el hecho de que una parte de los impuestos generados y recaudados por toda esta ingente actividad turística no revierte en nuestra comunidad, sino que es liquidado y redistribuido en otras administraciones. Esta situación genera un déficit de recursos para nuestra comunidad que dificulta la adecuada financiación para seguir manteniendo o mejorando nuestra situación en términos de bienestar, competitividad y riqueza.

Por otra parte, es patente una falta de asignación correcta de costes de prestación de los servicios a los distintos consumidores de recursos. En efecto, históricamente se han aplicado tasas y precios por debajo del coste efectivo del recurso. También se hace patente la falta de financiación estatal, o mejor dicho, una falta de análisis estratégico por parte del Estado, que se traduce en una mala definición de objetivos, y consecuentemente en una financiación inadecuada.

En este entorno es en el que, en mi opinión, puede ser positiva la implantación de una ecotasa o impuesto por parte del gobierno autonómico, que ayude a paliar esta situación, compensando con la recaudación adicional obtenida, los mayores costes de los recursos necesarios para obtenerla.

No obstante, mi opinión está muy relativizada por la incapacidad manifiesta de hacer buen uso del impuesto una vez recaudado. En efecto, el modelo elegido en el caso de Balears 1999-2003 no perseguía la reinversión en las infraestructuras para compensar efectivamente la sobre capacidad necesaria, sino que fue dirigida a otras actuaciones poco eficientes y muy mediáticas.

Todavía es pronto para criticar abiertamente la gestión del impuesto actual. Tras el primer año de aplicación en esta segunda época, es cierto que una gran parte de los proyectos aprobados ha ido destinado a proyectos relacionados con el ciclo del agua, con una insistencia importante por parte del gobierno para ello. Pero no todo se ha destinado a paliar los impactos ambientales derivados de la afluencia turística. Parece que este año los proyectos son más ambiciosos y requieren de participación de varios municipios para su aprobación.

No obstante, si se quiere ir adelante con el impuesto, creemos que debería revisarse al alza. Y ello es así porque los importes recaudados no cubren los sobre costes en agua, residuos, energía, sanidad, carreteras y otros vectores, además de los impactos ambientales sobre la biodiversidad.

La suma de costes derivados específicamente de la actividad turística requeriría inversiones muy importantes para contrarrestar los efectos de tanta actividad concentrada, y una mayor aportación anual al gasto corriente en estas materias. En todo caso, muy superiores a los ingresos obtenidos por el actual impuesto.

Por otra parte, existe un déficit patente en infraestructuras de tratamiento de agua y de residuos, proyectadas y no ejecutadas por falta de recursos, que deberían priorizarse frente a nuevos proyectos que se propongan "además de", porque si no se hace así, no avanzamos en cubrir las deficiencias notorias que padecemos.

En resumen, a pesar del impuesto a las estancias turísticas, la sociedad en su conjunto sigue y seguirá subvencionando a empresarios y turistas.

*Ingeniero industrial

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