Diario de Mallorca

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Memorias de la cocina

Nuestra gastronomía y la religión (II)

Nuestra gastronomía y la religión (II)

El pueblo mallorquín, que se levantaba y se acostaba con oraciones, que rezaba y hacía la seña de la cruz antes de cada comida, o antes de emprender un viaje -corto o largo, en carro, en coche o avión-, que se persignaba al entrar en una iglesia o al pasar delante de un camposanto, durante una tormenta o antes de lanzarse al agua cuando iba al mar, tenía una cocina que se adaptaba (vigente, en ocasiones) a sus creencias, influida históricamente por los principios morales de la religión judía y cristiana, a la que acomodó los actos más corrientes de la vida cotidiana. Nuestra sociedad, cerrada hasta mitad del siglo XX, permeable desde entonces a corrientes mucho más liberales y abierta a un sinfín de nuevas culturas, ha cambiado radicalmente, aunque algunas tradiciones permanecen.

Es un hecho que algunas fiestas religiosas y su gastronomía, están íntimamente relacionadas con los ciclos de producción agrícola y animal. En Navidad se consumen productos realizados a partir de la manteca (matanzas recientes) y las almendras. En Pascua, relacionados con el cordero, sus vísceras, la leche, el requesón, los huevos, etc. (Panades, rubiols, freixura, etc.) Por sant Antoni y Sant Sebastià, los embutidos recientes, por cuaresma, además del bacalao y los arenques, las verduras primaverales, los arroces, greixeres€ La relación entre ciclo natural y cocina "cristiana" es innegable.

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