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Reino de Mallorca

Jorge de Habsburgo: El último eslabón de los reyes de Mallorca

La línea hereditaria de los reyes de Mallorca no se ha extinguido. La hija de Jaime III, el último monarca

Obra de Fausto Morell conservada en el hotel Son Vida, en ella pereció Jaime III y Jaime IV fue hecho prisionero.

El reino soberano de Mallorca, como tal, concluyó tras la muerte de Jaime III en la batalla de Llucmajor, acaecida el 25 de octubre de 1349, ya que su hijo, el que debería haber sido Jaime IV, no llegó a reinar. El golpe de gracia llegó de la mano del monarca aragonés Pedro IV el Ceremonioso, apodado el del punyalet, quien se lo anexionó, incorporándolo a la Corona de Aragón, a la también denominada Confederación catalano-aragonesa. Pero el linaje real de los monarcas mallorquines no se extinguió, sino que ha sobrevivido hasta llegar a nuestros días. La responsable de que así aconteciera es Isabel, la hija de Jaime III, hecha presa junto a su hermano Jaime tras la batalla de Llucmajor. Hoy es Jorge de Habsburgo-Lorena, descendiente del emperador Francisco José y de la emperatriz Sissi, casado con Francesca Thyssen, hija del barón e hijastra de Tita Cervera, quien entronca directamente con los reyes de Mallorca, al ser descendiente de Isabel, la única que mantuvo la línea familiar de la fracasada dinastía. El historiador Tomeu Caimari es quien aporta los datos históricos que permiten establecer la continuidad del linaje real del que en el siglo XIV fue reino de Mallorca.

Al morir Sancho I le sucede su sobrino Jaime III, huérfano de madre al poco de nacer y de padre cuando apenas contaba con un año de edad. A pesar de lo acordado a la muerte de Sancho, Jaime II de Aragón se opone a su entronización reclamando la corona de Mallorca, la cual, según el profesor Caimari, solo se ve libre de la presión catalana después de onerosas concesiones consistentes en la condonación del préstamo otorgado por Sancho I para la empresa de la conquista de Cerdeña, tra lo que Jaime presentó su renuncia solemne a reclamar los derechos de sucesión a la corona de Mallorca. El final llega de la mano del citado Pedro IV, quien ya había decidido hacerse con el reino de Mallorca. Con el propósito de revestir de una cierta pátina de legalidad su propósito anexionista abrió un proceso contra Jaime III, su cuñado, acusándolo falsamente de haber acuñado moneda. Al ser el rey de Aragón parte y juez en la cuestión a dirimir, las conclusiones del proceso estaban predeterminadas: en febrero de 1343 se condenaba a Jaime III de Mallorca a laconfiscación de todos sus bienes. Era el principio del fin del reino de Mallorca, que en mayo de aquel año fue invadido por las tropas catalano-aragonesas. Apenas hubo resistencia, puesto que muchos mallorquines habían visto con buenos ojos el proceso a su legítimo monarca. En julio de 1344 Pedro IV se anexiona el Rossellón y la Cerdanya. En poder de Jaime III solo quedan algunos enclaves en el sur de Francia, Montpellier y las baronías de Omelades y Carlades, que va malvendiendo al rey francés para armar un ejército que le permita recuperar su reino.

Fracaso

La empresa acaba en estrepitoso fracaso: en la batalla de Llucmajor, que Jaime III mantiene largo tiempo en tablas a pesar de la superioridad númerica de los combatientes catalano-aragoneses, las tropas del gobernador de Mallorca dirigen la ofensiva directamente contra Jaime III, quien, al caer del caballo, muere al cercenarle la cabeza un almogávar. En la batalla también perece un hermano bastardo del rey, Pagano de Mallorca. Los hijos de Jaime III (una de las principales calles de Palma lleva hoy su nombre), su heredero, el infante Jaime, herido gravemente en la cara, y su hermana, la infanta Isabel, son hechos prisioneros, al igual que su mujer, la reina Violante de Vilaragut, a la que Pedro IV acusaba de ser la inductora de la muerte de la primera mujer de Jaime III, su hermana Constanza de Aragón. Los tres son conducidos al castillo de Bellver, la fortaleza que con el paso de los siglos albergará a otros detenidos ilustres: Jovellanos, el general Lacy y, tras el golpe de Estado que abre las puertas a la Guerra Civil de 1936,el alcalde Emilio Darder y el diputado Alejandro Jaume.

El infante Jaime, el que debía de haber sido Jaime IV, había nacido en Perpiñán el 24 de febrero de 1336, aunque algunas fuentes apuntan al año 1338. Jaime IV, sobrino de Pedro IV, seguía siendo un obstáculo para que culminaran satisfactoriamente sus proyectos anexionistas, dado que el testamento de Jaime I, del que ambos eran tataranietos, dejaba nítidamente establecido que mientras la dinastía mallorquina poseyera descendencia directa masculina sería la legítima heredera del reino de Mallorca. Jaime IV permaneció preso durante un período de más de 12 años sometido a una estrecha vigilancia. Primero en Bellver para pasar depsués al castillo de Xátiva y de éste al castell nou de Barcelona, en 1358. El encarcelamiento de su sobrino carnal no fue suficiente para el rey aragonés, ya que prohibió que recibiera visitas y le racionaba la comida. Dormía en una cama ubicada en el interior de una jaula de hierro, situada a bastante altura del suelo, junto a su carcelero, con quien compartía el lecho. Es fácil imaginar -resalta el profesor Caimari- los abusos psíquicos y físicos a los que fue sometido, que acabaron convirtiéndolo en un hombre introvertido y melancólico. Pero Pedro IV no pudo doblegarlo: nunca renunció a sus derechos dinásticos, a ser el legítimo rey de Mallorca.

En mayo de 1362, gracias a un complot de sus partidarios, Jaime es liberado sin que el monarca aragonés pueda nuevamente apresarlo, puesto que el papa Urbano V, uno de los pontífices de Aviñón, le otorgó su protección, con lo que Pedro IV nada pudo hacer.

Obsesionado

El papa concierta su matrimonio con la reina Juana de Nápoles, con lo que obtiene el título de duque de Calabria, pero Jaime, obsesionado con recuperar el reino de Mallorca, abandona a su mujer en 1366. Después de numerosas visicitudes, que le llevan a involucrarse en las guerras castellanas, caer de nuevo prisionero, esta vez del rey de Castilla Enrique II, y de que Juana, su mujer, pagara el rescate, en 1374, al frente de un ejército de 6.000 hombres, invade Cataluña llegando hasta las puertas de Barcelona. La invasión fracasa y Jaime se retira a Soria, donde muere, dicen que posiblemente envenenado. Se le dio sepultura en el convento de San Francisco, destruido en la Guerra de la Independencia (1808). Los restos de Jaime IV no han podido ser hallados. Antes de expirar designó heredera legítima del trono de Mallorca a su hermana.

Así se llega a Isabel (1375-1406), la única descendiente de los reyes de Mallorca que permanece con vida. Confinada, junto a su madastra, en el convento de las clarisas de Valencia, es liberada en 1358 gracias a la intervención de su madastra, que años antes había recobrado la libetrtad. Previamente tuvo que renunciar a sus derechos al trono de Mallorca. Es Violante, la madrastra, quien concierta el primer matrimonio de Isabel con Juan Paleólogo, nieto del emperador de Bizancio Andrónico II, heredero del marquesado de Monferrato, situado en las cercanías de Milán, enfeudado al Sacro Imperio Romano-Germánico. A la muerte de su marido, se casa con el hermano de éste, del que ya no se separará hasta su fallecimiento.

Isabel de Mallorca tuvo descendencia de sus dos matrimonios. Del primero alumbró cuatro hijos varones, de los que tres se sucederían como marqueses de Monferrato y una hija. De su segundo matrimonio tuvo otro hijo. Ninguno de ellos hizo reclamación alguna sobre el reino de Mallorca, aunque los marqueses de Monferrato agregaron a su escudo de armas los de la casa de Mallorca.

En el siglo XVI la línea masculina de los Monferrato se extingue, pero la femenina entronca con la familia Gonzaga, duques de Mantua, con lo que el linaje de los reyes de Mallorca prosigue su andadura histórica. Los Gonzaga con posterioridad, a través de los consabidos enlaces matrimoniales, acaban por emparentar con los soberanos del imperio Austro-Húngaro, con la casa de Habsburgo. En los inicios del siglo XVIII, poco antes de la Guerrra de Sucesión a la corona de España, la que con el Tratado de Utrech de 1714 entronizará la casa de Borbón con Felipe V, la línea masculina de los Gonzaga también se extingue, mientras que la descendencia femenina entronca con la familia Lorena, la que da origen a la casa imperial de los Habsburgo-Lorena.

Francisco y María Teresa

Francisco de Lorena contrae matrimonio con la emperatriz María Teresa de Austria, hija del archiduque Carlos, el frustrado. pretendiente austríaco a la corona de España en la Guerra de Sucesión, el candidato al que prestan apoyo catalanes y mallorquines. Sus descendientes, en el siglo XIX, son el emperador Francisco José y la emperatriz Sissi, así como el archiduque Luis Salvador, sobrino de Francisco José. La saga prosigue con Otto de Habsburgo-Lorena, sobrino-nieto de Francisco José, que llegó a ser diputado en el Parlamento europeo. Había nacido en 1912 falleciendo en 2011. Su hijo, Jorge, nacido en 1961, casado con Francesca, hija del barón Thyssen, es el último descendiente de la línea sucesoria de Isabel de Mallorca, por lo tanto de los reyes de Mallorca. Puede alegarse que la casa de Borbón también tiene establecidos lazos familiares con los descendientes de la casa real de Mallorca, ya que la segunda mujer de Alfonso XII, la que llegó a ser reina regente, María Cristina, madre de Alfonso XIII y tatarabuela de Felipe VI, era sobrina de Francisco José.

Jorge de Habsburgo-Lorena por supuesto no alberga ninguna pretensión, al menos que sea conocida, de reclamar, aunque solo fuera nominalmente, los derechos al trono de Mallorca, que legítimamente están en posesión de Felipe VI por una razón fundamental por encima de las de carácter hereditario: así lo establece la Constitución española de 1978, norma jurídica que prevalece sobre cualquier otra; pero en contra de lo que puede ser una percepción generalizada, queda establecido que la línea dinástica de los titulares del reino soberano de Mallorca no se extinguió en plena Edad Media al fallecer Jaime IV sino que continuó transitando por la historia a través de los siglos gracias a la hija de Jaime III, Isabel, cuyos lejanos descendientes acabaron por entroncar con la familia real del imperio austríaco, desintegrado al concluir con su derrota la Primera Guerra Mundial en noviembre de 1918. Por las venas de Jorge de Habsburgo-Lorena corre la sangre de Isabel, su lejanísima antepasada y por lo tanto de los reyes de Mallorca. No deja de ser un guiño del destino que uno de los primeros defensores de la naturaleza de Mallorca sea también descendiente de sus reyes, el archiduque de Austria Luis Salvador, cuyos descendientes siguen viviendo en la isla.

El profesor Caimari explica que los matrimonios entre las casas reales europeas, acaecidos casi siempre por las denominadas razones de estado, han producido entroncamientos peculiares, aunque el linaje de los monarcas de la casa real de Mallorca haya perdurado de una manera alambicada, casi siempre gracias a las líneras femeninas, que fueron las que lo han salvado de la extinción.

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