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Medio ambiente

Seis años de una casualidad

En ciencia, una parte de los descubrimientos son frutos de la suerte como sucedió con la erupción submarina de El Hierro

La vida vuelve a poblar las chimeneas. igme

El verano de 2011 fue especialmente movido en la isla de El Hierro. Después de tres meses de intensa actividad sísmica en la isla, los estudios geofísicos apuntaban a una posible erupción en el interior de la isla canaria. Sin embargo, el día 10 de octubre, y frente al puerto de la Restinga, se observaron los primeros síntomas de la entrada en erupción de un volcán submarino. Durante los primeros días de erupción, se desconocía la entidad y profundidad del volcán submarino y era evidente la peligrosidad de navegar sobre sus aguas. Asimismo, se comenzaron a observar balones de lavas incandescentes flotando en el mar y que eran emitidos intermitentemente por el volcán submarino.

Ese mismo año pero durante los meses de noviembre a diciembre, el buque oceanográfico Sarmiento de Gamboa efectuó varios estudios sobre la erupción submarina de El Hierro. Los estudios fueron, en parte, fruto de la casualidad ya que el buque estaba realizando una campaña de obtención de datos para la ampliación de la Plataforma Continental al Oeste de las Islas Canarias para presentar ante la ONU. "Nosotros estábamos trabajando a más de 500 kilómetros al oeste de la isla de El Hierro y el PEVOLCA (Plan de Emergencias Volcánicas de Canarias) nos pidió que fuéramos a la zona de la erupción submarina para conocer la profundidad exacta del joven volcán, así como si estudiar si pudieran existir otros focos volcánicos submarinos profundos en otras zonas de la isla también afectadas por terremotos. Lo hicimos encantados y, además, es nuestra obligación como Servicio Geológico Nacional" explica Luis Somoza, jefe de la campaña oceanográfica GAIRE y geólogo marino del IGME. "El buque estaba equipado con todos los sistemas acústicos posibles para estudios a profundidades superiores de los 1.000 metros y de hasta 10 kilómetros por debajo del fondo marino.

El estudio muestra, en imágenes en tres dimensiones, como el volcán, ahora denominado Tagoro, creció desde los 375 hasta los 89 metros de profundidad. La erupción consistió en dos fases principales de crecimiento entre las cuales se intercalaron diversos colapsos del edificio que incrementaron la profundidad de la cima del volcán. Una espectacular secuencia de imágenes acústicas muestra como la erupción consistió en emisiones periódicas violentas de grandes pompas de productos volcánicos entre las que se encontraban balones de lava y que, debido a su gran tamaño, se hundían antes de llegar a la superficie del mar, con las paredes frías pero con su interior aun lleno de lava incandescente. El mini-submarino (ROV "Remoted Operated Vehicle" en sus siglas en inglés) ha obtenido imágenes de dichas grandes acumulaciones, siguiendo la pista dada por las imágenes acústicas durante la erupción.

El estadio final de la erupción consistió en la formación de los denominados hornitos, que son chimeneas de más de cinco metros de altura que coronan en forma de torres la cima del volcán, localizados a unos 89 metros de profundidad. Los hornitos son estructuras piramidales construidas por la agregación de productos volcánicos efusivos e hidrotermales en las fases finales de la erupción. Al contrario de los que los volcanólogos predecían, el final de la erupción fue tranquilo y no con violentas explosiones por encima del agua. Asimismo, y como consecuencia de las grandes cantidades de hierro emitidas en los estadios finales debido a los procesos hidrotermales, la cima del volcán se encuentra cubierta por una capa de copos anaranjados de hierro procedentes de la actividad bacteriana. Esta fertilización ha producido una explosión de vida después del cese de la actividad volcánica, como demuestran las imágenes del estudio, tomadas casi dos años después por el mini submarino. En las imágenes se observan numerosos camarones y congrios que habitan los orificios de emisiones que todavía emiten CO2 como han demostrado los sensores del mini-submarino.

Este estudio evidencia la gran cantidad de procesos y tipos de materiales volcánicos que se emiten en una erupción submarina en aguas no profundas. Asimismo, permite articular las posibles actuaciones científicas para afrontar una nueva erupción submarina en las Islas Canarias y advierte de la necesidad de la coordinación de todos los organismos de investigación expertos en geología marina y técnicas submarinas dado que la gestión y la tecnología a utilizar en estas erupciones son muy diferentes a las que correspondería a una erupción en tierra.

En la investigación participaron expertos en diversas disciplinas de investigación submarina de todos los organismos de investigación, como son los del Instituto Hidrográfico de la Marina (IHM), los del Instituto Español de Oceanografía (IEO) y los del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). El estudio fue liderado por el Servicio de Cartografía Geológica Marina del IGME y publicado en la revista G3 Geochemistry, Geophysics, Geosystems de la Unión Geofísica Americana.

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