Diario de Mallorca

Diario de Mallorca

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Árboles genealógicos

Rastreando ancestros

Conocer de dónde se viene, quiénes fueron los antepasados, hasta remontarse siglos en el tiempo, es una disciplina que requiere saber moverse entre legajos apiñados en archivos eclesiásticos y militares, un trabajo para especialistas

Tomeu Caimari bucea en los archivos eclesiales y militares en busca de las raíces de todo aquel que quiera saber quienes fueron sus antepasados. pere joan oliverk

Conocer que quienes llevan el apellido Bennassar tienen un lejano abuelo, un musulmán llamado Ben Abet, que se pasó a los cristianos, allá por 1229, o dar con un desconocido antepasado emparentado con la realeza son asuntos que está en disposición de resolver el gabinete de Estudios Genealógicos que en Palma ha abierto el historiador Tomeu Caimari, especializado en los siglos XV, XVI, XVII y XVIII, los que compendian la denominada Edad Moderna. Caimari precisa que su gabinete se dirige a la gente común, a la que quieren saber quiénes fueron sus tatarabuelos, puesto que las familias entroncadas con la nobleza saben el nombre de sus ancestros y están en disposición de retroceder en el tiempo hasta prácticamente los albores de del siglo XV e incluso adentrarse en los siglos oscuros, en los que todavía no existían los archivos eclesiásticos, establecidos en el Concilio de Trento.

El profesor Caimari comenta que hacerse con un árbol genealógico no supone un desembolso oneroso, puesto que por unos 100 euros se puede obtener uno simple, que se remonte hasta lo 16 bisabuelos o los 32 tatarabuelos. Para iniciar los trabajos, dice, basta con que quien está interesado dé su nombre y apellidos, fecha y lugar de nacimiento y nombre y apellidos del padre y la madre. Con esos datos, se trata de acudir a los archivos eclesiásticos, que son los que suministran prácticamente toda información, e iniciar la indagación. En ellos se hallan las partidas de bautismo y defunción, así como las de matrimonio. También están a disposición de los investigadores los libros del Registro Civil, aunque únicamente permiten retroceder en el tiempo hasta las postrimerías del siglo XIX, puesto que fue creado en 1877. Así que son los archivos eclesiásticos y en algunos casos los militares, en los que constan las hojas de servicio, los que posibilitan efectuar el rastreo requerido para dar con lo que se busca. Caimari destaca que tanto la Iglesia católica como las autoridades militares dan las facilidades necesarias para que el trabajo de investigación se desarrolle sin problemas.

Máquina del tiempo

Los registros parroquiales, creados en el siglo XVI por el concilio de Trento (1545-1563), supusieron un avance para establecer la filiación, ya que la regularización de los registros fue metódica; desde entonces, se pudo saber a ciencia cierta quiénes eran los padres, abuelos y las generaciones anteriores de cada persona, que, al ser bautizada, quedaba registrada en su respectiva parroquia. Con anterioridad solo si se pertenecía a una familia noble, se podía conocer la procedencia bien porque se conservaban los imprescindibles legajos familiares o los registros de fincas, con lo que era posible el viaje en el tiempo hasta los siglos XIV e incluso el XIII. Seguir retrocediendo es prácticamente imposible; únicamente las casas reales pueden conocer sus ascendentes, caso de los Borbones, que, por diversas líneas, entroncan con los Capetos, Carolongios y Meroveos, con lo que su linaje se bucea hasta la Baja Edad Media, los siglos anteriores al año 1000. ¿Es factible retroceder incluso más? El profesor Caimari es escéptico, porque se carece de documentación, aunque comenta que determinadas familias romanas afirman descender de Julio César, quien murió sin tenerla, ya que su hija falleció en el parto. En la península es factible llegar al siglo VIII, tratar de establecer la línea que lleva a don Pelayo, al haberse casado una de sus hijas con Alfonso I, rey de la dinastía castellano-leonesa.

En Mallorca la cuestión es diferente. El punto de partida necesariamente hay que situarlo en 1229, el año de la conquista cristiana que pone fin a la dominación musulmana. Caimari especifica que la mezcla de razas ha sido una constante, por lo que la mayoría de población actual con apellidos netamente mallorquines lleva incorporados genes de la población musulmana y por supuesto judía. El caso del apellido Bennassar es paradigmatico. Su ascendencia musulmana resulta innegable: son descendientes de un tal Ben Abet, un musulmán, al parecer hombre de importancia en la corte del último emir de Mallorca, Abu Yahya, que decidió colaborar con los invasores cristianos del rey Jaime I, convirtiéndose y adoptando el apellido Bennassar. En cuanto a la ascendencia judía, Caimari señala que no se circunscribe a los 14 apellidos que fueron denominados xuetes, sino que es mucho más extensa. "Los musulmanes se quedaron en la isla y los judíos se mezclaron", resalta el profesor Caimari, añadiendo que "somos una amalgama, dado que a lo dicho hay que sumar que en el siglo XVIII, en el trancurso de la Guerra de Sucesión, con los Borbones llegaron regimientos de soldados irlandeses, italianos y suizos, que también establecieron lazos matrimoniales con la población autóctona".

Demanda

A su recién creado gabinete, que penas lleva medio año abierto, acuden, dice, personas que desean que se les haga un árbol genealógico para regalarlo o simplemente con la idea de conocer quiénes fueron los suyos. Asegura que cualquier familia está en disposición de remontarse hasta el siglo XVI; "al tratar de retroceder más es cuando se inician las dificultades, aunque en algunos casos sea factible hacerlo", explica. Entre las familias mallorquines que están en disposición de documentar con mayor precisión sus ancestros, que se rastrean hasta la Conquista de 1229, figuran los Torrella y los Ramis de Ayreflor. Al despacho del profesor Caimari llegan unas tres peticiones semanales de las que, una vez conocidas las condiciones, se formaliza una. El precio depende de hasta dónde se quiera remontar en el tiempo: cuanto más antiguo y más colateral más gasto. Con tan solo los bisabuelos 100 euros son suficientes. Si se desea llegar lo más lejos posible, la tasa asciende a los 700-800 euros. Las complicaciones surgen si una de las ramas familiares procede de la península, cosa que sucede con frecuencia, pero la informatización de los archivos está facilitando enormemente el trabajo de los investigadores.

Caimari reitera que los archivos están abiertos a los especialistas. Dice que la Iglesia católica no pone impedimentos y que no cobra por consultarlos, y que lo mismo ocurre con los archivos militares. "En uno y otro caso son muy atentos, dan las facilidades necesarias para que podamos hacer nuestro trabajo", afirma.

¿Es complicado bucear en los archivos? Responde que es necesario "saber dónde hay que buscar y conocer qué se está buscando. Es un trabajo concienzudo, que requiere dedicación y, siempre, estar armado de mucha paciencia". Si se solicita un árbol genealógico completo, que incluya todas las ramas colaterales de una persona, el trabajo de investigación se hacer muy arduo, puesto que hay que establecer cuáles son éstas, la vinculación que una y otra establcen para llegar a quien lo ha solicitado. "Básicamente es un ejercicio de investigación que lleva su tiempo, que requiere visitar diversos archivos para establecer las múltiples conexiones familiares que se formalizaron".

Cazadores de herencias

El gabinete de Tomeu Caimari es ultilizado por algunos despachos de abogados con clientes que desean reclamar una herencia. Se dan casos -resalta el profesor- en que fallece alguien sin herederos poseedor de una fortuna destacable. Si no aparece nadie en disposición de reclamarla, algún primo o sobrino con un grado de parentesco lejano, hasta el cuarto grado, pasa a manos del Estado, si el fallecido no ha testado. Pero si a través del estudio genealógico alguien puede establecer un parentesco con la persona fallecida está en disposición de reclamar al menos una parte de la herencia. "Basta con que se halle un tatarabuelo común o el padre de un tatarabuelo para que se pueda efectuar la correspondiente reclamación", afirma.

También dice que se dan casos de personas que se interesan por indagar si tienen algún antepasado importante, lo que, en ocasiones, desemboca en sorpresas, "ya que te puedes topar con alguien insospechado, incluso comprobar que se está muy lejanamente emparentado con la realeza", ironiza Caimari.

Comenta que hay que tomar en consideración que poseemos 16 bisabuelos, 32 tatarabuelos y 64 tata-tatarabuelos. "Es una progresión geométrica", aduce.

¿Se ha extinguido el linaje de los reyes de Mallorca". Parece que no, que una de sus líneas sigue existiendo. Uno de los monarcas mallorquines, Jaime III, se casó con Constanza de Aragón, hermana de Pedro IV, denominado El Ceremonioso, con el que tuvo dos hijos, Jaime e Isabel, quien contrajo matrimonio con el duque deMonferrato, ducado situado en el nordeste de Italia, con el que engendró cuatro hijos. Su descendencia, ya en el siglo XVII, se fusionó con los Gonzaga, marqueses de Mantua, y con la rama imperial de los Habsburgo, con lo que, aunque muy colateralmente, hoy en día existen descendientes de los reyes de Mallorca, el linaje no se ha extinguido.

En cuanto a Jaime IV, el rey de Aragón lo mantuvo preso, encerrado en una jaula, durmiendo con su carcelero, en Xátiva, hasta que el papa y la reina de Nápoles, Juana, organizaron un complot para liberarlo. Murió sin descendientes tratando inútilmente de recuperar el reino de Mallorca, que siempre sostuvo que por derecho le correspondía.

Estudios familiares

Los "estudios familiares" que también realiza el gabinete del profesor Caimari constan del imprescindible establecimiento del origen familiar; reseña biográfica de los individuos más destacados de la saga: políticos, militatres, eclesiásticos, empresarios, profesionales..., lo que lleva aparejado un considerable trabajo de investigación; anexo documental, necesario para certificar la veracidad de los datos, y finalmente la elaboración del correspondiente árbol genealógico.

Qué siglos son los que más dificultades entrañan para realizar las investigaciones, a la cuestión responde Caimari que lógicamente los anteriores a la introducción de los archivos eclesiásticos, que facilitaron enormemente el trabajo. "Cuanto más retrocedemos en el tiempo, si queremos adentrarnos en los siglos anteriores al XVI las dificultades se incrementan, hasta hacerse prácticamente insalvables, salvo para las contadas familias de la realeza que disponen de los registros precisos para establecer su genealogía", afirma. Es en la Edad Media cuando no hay aportes documentales, imprescindibles para establecer adecuadamente las filiaciones. Se puede rastrear a determinadas familias nobles hasta el siglo XIII y a la realeza hasta los siglos incluso VIII, más allá ya es del todo imposible, incluso para las monarquías, seguir retrocediendo, porque no hay datos fiables para poder autentificar las fuentes orales, que son las únicas disponibles. Es el caso de las citadas familias romanas que dicen ser descendientes directas de Julio César.

Por último, Tomeu Caimari explica que en el caso de los mallorquines disponer del árbol genealógico posibilita comprobar cómo las sucesivas migraciones e invasiones habidas en la isla durante siglos han originado una población que hoy es fruto de una gran mezcolanza, a la que en los últimos 50 años hay que añadir la de quienes han venido desde la peninsula, preferentemente de las regioners del sur, Andalucía, Extremadura y Murcia, y los matrimonios establecidos con europeos, producto del turismo masivo a partir de la década de los 60 del pasado siglo. Todo ello complica la elaboración de árboles genealógicos, aunque de ninguna manera los hace imposibles, porque en Europa los archivos eclesiásticos son completos, al igual que los más recientes registros civiles, que pueden ser consultados sin excesivos problemas gracias a la informatización.

Para Caimari se trata de una oferta que está interesando a un número creciente de personas, deseosas conocer su historia familiar, lo que casi siempre depara datos insospechados. "Se trata -concluye el profesor- de la historia de todos y cada uno de nosotros".

Compartir el artículo

stats