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Oblicuidad

Aznar no logró que Felipe VI fuera a su boda

Aznar no logró que Felipe VI fuera a su boda

La plaga de efemérides se ha adentrado en la selva del absurdo con la obligatoriedad de celebrar los quince años de la boda de Alejandro Agag. El porteador de su suegro José María Aznar enlazaba con Ana Aznar Botella, hija de dos políticos de trayectoria comparable e incomparable. En el evento brillaron linajes como Correa, Matas, Rato, Blesa, Barberá, Bárcenas o Bigotes.

Aznar escogió el monasterio del Escorial para asentar su coronación como Felipe II, sucesor de Felipe I González. Entre los inocentes obligados a convivir durante una jornada entera con los corruptos citados, figuraban Juan Carlos de Borbón y Sofía de Grecia. Su entusiasmo por la boda era perfectamente descriptible. En un despliegue sin precedentes sobre el enlace, la revista ¡Hola! solo publicó una discreta imagen de los Reyes, a solas y casi escondida. Tiene el valor de un editorial de la revista que ejerce la portavocía de La Zarzuela, sobre el ansia del entonces Jefe del Estado por desmarcarse de una ceremonia a la que acudió por sentido del deber.

Aznar no se conformó con la presencia de los Reyes en la boda hace tres lustros de su hija. Desde aquí se puede documentar que porfió para que la presencia de la Familia Real se ampliara al heredero. El entonces presidente del Gobierno llamó a La Zarzuela, para que el Príncipe Felipe engrosara la prestigiosa lista de invitados. Juan Carlos I respondió al teléfono cuando se encontraba junto a uno de los hombres en quienes ha depositado mayor confianza a lo largo de los años.

Cubriendo el aparato mientras Aznar insistía en que Felipe estaba invitado, el Rey comentaba a su testigo:

­—Este pretende que además vaya a la boda el Príncipe, cuando me parece que ya hacemos bastante acudiendo la Reina y yo.

Pese a la insistencia de Aznar, una virtud que ningún biógrafo se atrevería a negarle, su único superior se mantuvo firme en la negativa. En realidad, se celebraba antes la boda del propio Aznar que de su hija. Desde la perspectiva de quince años que han diezmado a los congregados escurialenses, basta preguntarse cuántos invitados declinarían hoy respetuosamente su asistencia a una celebración con el mismo elenco.

Felipe VI puede descontar uno de entre los numerosos obstáculos que afronta, gracias a la resistencia de su padre. Nunca hubo buena química entre los Borbones y los Aznares, porque los segundos confundieron La Moncloa con un palacio que llevaba el trono incorporado.

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