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"Personalizar" significa aislar

La belleza del mundo no radica en las cosas que esperas, sino en las que te sorprenden. Sin embargo, los dictadores de internet te están diseñando un universo a medida. Desde su omnisciencia, te orientarán sutilmente, aplicando el nudge o empujoncito de Cass R. Sunstein. El mundo de la información se basaba en plantear un menú, diseñado por el chef con pretensiones de conquistar a la mayor clientela posible. El destinatario tenía derecho a quejarse de la imposición y a rechazarla.

Google y demás empresas, porque no son entidades sin ánimo de lucro, plantean ahora la antiutopía de generar un menú para cada cliente. La propuesta es abrazada por los tecnólogos como un avance espectacular, que facilitará la existencia de los humanos desvalidos. Ni siquiera se les ocurre plantear que la oferta pueda ser errónea, o tóxica. Las beneméritas digitales no diseñarían un producto comercial desviado, eso sería como imaginar que una marca de la solvencia de Volkswagen trucara sus vehículos.

La palabra clave es "personalizar". ¿Quién podría negarse a este término afelpado y cariñoso? Su antónimo es despersonalizar, por lo que la personalización ha de ser buena por naturaleza. Los adeptos o adictos ni siquiera se plantean por qué Google tendría que conocerte, qué derecho tiene a hacerlo, de donde ha obtenido los datos que a partir de ahora constituyen tu retrato fidedigno y cómo se atreve a conservarlos.

Porque una vez "personalizado", dejas de ser tú mismo para convertirte en el molde diseñado por Google. En una investigación criminal, tu autodefinición carecerá de valor, si contradice el perfil invulnerable construido por la marca. Mejor todavía, Google puede denunciar los rasgos problemáticos de tu carácter. Por el bien común, desde luego.

La "personalización" no pretende mejorar tu interacción con el entorno, sino perfeccionar tu aislamiento. Dada la posición asfixiante de Google en el mercado, ni siquiera cabe la resistencia. Frente a la banalidad de las redes sociales y demás adminículos infantiloides, el buscador de internet es la única herramienta esencial, la materialización del sueño bibliotecario y memorioso de Borges.

Los multiversos existen, y están en este universo. Gracias a la "personalización" obligatoria, cada ser humano se desarrollará en conexión permanente con Google, sin engorrosas interferencias del entorno. El restaurante único, bajo la coartada de un menú infinito. Un nuevo contrato de esclavitud, aceptado sin rechistar por el esclavo.

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