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Tribuna: ¿De verdad la sociedad se toma en serio el medio ambiente?, por Juan Mateo Horrach

Buena parte de las noticias que se publican en los medios de comunicación de todo tipo tienen que ver con el medio ambiente. Agua, residuos, energía, biodiversidad, protección del territorio son temas recurrentes a diario. Podría pensarse que esta importancia mediática está correlacionada con la concienciación de la sociedad respecto de estos temas. Si observamos con algo de detenimiento, las cosas no son tan claras.

Existen colectivos que basan su existencia en el medio ambiente. Organizaciones ecologistas y profesionales públicos y privados del medio ambiente son claros exponentes de lo anterior. Pero si sumamos todas las personas incluidas en los grupos citados, no suponen un número significativo de la población. También están las personas que, no siendo su actividad principal, sí que tienen asumido que el medio ambiente es un patrimonio de todos y debemos procurar que se mantenga o mejore a lo largo del tiempo. Para ello, adoptan comportamientos respetuosos con el mismo.

No obstante lo anterior, una parte de la población vive ajena a estas preocupaciones y carece de la más mínima concienciación y educación respecto del medio ambiente. Porque no se puede explicar de otra manera que cada día nos lleguen noticias de que Doñana, el paraíso de la biodiversidad y del paisaje, corre grave peligro por las extracciones de agua para riego agrícola continuadas en el tiempo y a mansalva, además de dudosos proyectos de explotación de recursos naturales en sus proximidades.

O que una semana sí y otra también se den incendios, siempre en fin de semana, en plantas de tratamiento de residuos o vertederos, por supuesto sin las preceptivas licencias y carentes de los medios necesarios para la prevención y la mitigación de los incendios. Más cerca, nos encontramos con imágenes como la que ha aparecido esta semana, primero en twitter y luego en la prensa escrita, de un auténtico vertedero en un paso interior del polígono de Son Castelló, y que podríamos reiterarla en cientos de rincones del mismo polígono o en el de Can Valero, por citar los dos más importantes. O las publicadas en este mismo periódico, del estado de contenedores en distintos puntos de la ciudad.

Con mayor o menor fortuna, se gastan ingentes cantidades en acciones de concienciación, información y publicidad. Periódicamente se dan charlas y conferencias sobre el medio ambiente, en las que cualquiera puede acudir y aprender cosas. El cine no es ajeno a ello, y diversas películas muy relevantes, han presentado casos, generalmente basados en hechos reales, que ponen de manifiesto la importancia y la validez de los argumentos que hay para defender y proteger el medio ambiente.

Sin embargo, todo ello no tiene su reflejo en el comportamiento de una parte de la sociedad. Y ello se debe a esa escasa percepción del mal que supone ese comportamiento. Tal vez haya llegado el momento de que empecemos a tomarnos en serio, de verdad, el medio ambiente. Y ello pasa necesariamente por obligar a cumplir la ley a la ciudadanía. Porque "artillería" para ello, la hay. Las leyes de residuos, de aguas, de protección del territorio, las ordenanzas municipales de la inmensa mayoría de municipios, todas recogen sanciones. Además, el código penal contempla los delitos ambientales, incluso constitutivos de penas de privación de la libertad. Falta compromiso de los políticos y de la ciudadanía. Falta voluntad de los poderes públicos en general. Faltan muchas cosas.

No se puede ser tan naïf, y pensar que, mediante charlas y carteles, anuncios y consejos, las personas que no han adoptado una actitud positiva, vayan a adoptarla ahora sin más. No estamos diciendo que se prescinda de esta faceta de comunicación, ni mucho menos. La insistencia, especialmente en los colegios, para incidir durante la fase de formación de las personas, debe continuar, aumentada si cabe, con la esperanza de que en el futuro esa población no concienciada vaya disminuyendo. Pero al mismo tiempo, se hace necesario actuar con medidas contundentes ante los desmanes de esa parte de la población, que todavía no ha entendido o no ha querido entender, que ir en contra del medio ambiente es tan delictivo como apoderarse de lo ajeno. Y ello es así no solamente por que figure en el código penal. Al contrario, precisamente si lo está, y en todos los ordenamientos jurídicos del mundo, es porque la sociedad ha concluido por abrumadora mayoría que el medio ambiente es un bien general que requiere de protección, que no es patrimonio de unos pocos para su propio beneficio, sino que es un patrimonio universal que tenemos la obligación de conservar y mejorar si cabe.

No estamos contra el desarrollo, sino con él. Con ese desarrollo que nos ha permitido mejorar las condiciones de vida de cada vez más personas, hasta límites poco imaginados por nuestros antepasados. Y precisamente por eso, porque estamos a favor de la mejora de las condiciones de vida, pedimos el tomarnos en serio el medio ambiente. Empezando por lo que está establecido desde hace décadas: ordenanzas de residuos y de alcantarillado, respeto al dominio público hidráulico, normativa urbanística, ley de actividades, espacios protegidos. Todas estas normas están establecidas, y es preciso que se cumplan y se hagan cumplir. Por muchos motivos: por la salud de las personas, por urbanidad, por motivos económicos, por motivos sociales y ambientales. El más importante; por respeto a nosotros mismos como sociedad y al resto del planeta.

Ingeniero industrial

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