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Es Murterar: del siglo XX al XXI

Hace pocos días el Govern anunció un cierre parcial de la central de Es Murterar para el año 2020, mediante la clausura de dos de los cuatro grupos generadores. Esta decisión, de llevarse a la práctica, supone un giro copernicano en la política energética de Balears, que deseamos sea todavía más ambiciosa. Vale la pena analizar con un poco de detalle lo que representa Es Murterar, para valorar más si cabe su cierre.

La central de Es Murterar es una central térmica para la producción de energía eléctrica mediante la combustión del carbón. Ese mineral está en la base de la primera revolución industrial del siglo XVIII, mientras que ya se está hablando de la cuarta revolución industrial, alejada a años luz de la primera. Esta central fue proyectada con tecnología de los 60 del siglo pasado, construyéndose durante la década de los 70. Por tanto, ha estado funcionando ininterrumpidamente durante más de 35 años.

En su día, supuso dar a Mallorca y Menorca una garantía de suministro, en una época en la que no se disponía de conexión con la península, y por tanto se corría el riesgo de quedar "a oscuras" en caso de fallo grave. Todavía no se hablaba de cambio climático, y las emisiones de CO2 eran algo secundario frente a la garantía de suministro eléctrico para la población y la incipiente industria turística. Por lo tanto, cabe aplaudir la iniciativa que se tomó, y que además supuso una importante mejora en el know-how de Gesa como empresa, que le permitió constituirse en un referente de gran reputación para electrificación de entornos aislados.

No obstante, esa garantía de suministro ha acabado teniendo un coste importante. A las emisiones de CO2 que genera toda central de carbón, más del doble que una central de ciclo combinado funcionando con gas, se suman otras emisiones menos conocidas, pero también de impacto severo para el medio ambiente, como SO2 y NOx.

A ello, cabe añadir de forma muy destacada las ingentes cantidades de escoria y cenizas que se generan como residuo del proceso de combustión del carbón. En este caso, además, se ha mantenido durante mucho tiempo la consideración de residuo inerte por parte de la administración competente, cuando en realidad, se trata de un residuo no peligroso, que no puede depositarse más que en vertederos que reúnan la condición estipulada para ello. Aquí, hasta hace muy poco tiempo, se ha estado vertiendo en terrenos aledaños a la central, en la finca conocida como Biniatria, sin ningún tipo de protección adicional. Todo ello en el entorno del Parc Natural de S´Albufera.

Finalmente, también cabe señalar el sistema de refrigeración, que toma agua del mar y la devuelve con algunos grados de temperatura más, también supone un efecto sobre el ecosistema.

El rendimiento de este tipo de centrales, entendido como la relación entre lo que obtenemos en energía frente a lo que aportamos (poder calorífico del combustible, en este caso carbón) apenas supera el 30%, siendo por tanto inferior a las centrales de ciclo combinado, que alcanzan el 50 %.

Esta medida del Govern es un primer paso, que debería conducirnos directamente al modelo de la cuarta revolución industrial, descentralizado, de gestión de la demanda, en el que no afectan tanto las economías de escala en la producción porque somos capaces de producir eficientemente en pequeña escala, y no requiere de grandes empresas para ello ni de grandes redes de transporte. Un modelo más respetuoso con el medio ambiente, que aprovecha mejor la energía renovable que nos facilita la naturaleza. Ese modelo debe también recuperar energía ahora perdida en forma de calor residual en procesos industriales, mediante sistemas de cogeneración, la energía contenida en los residuos, en el agua residual, en las plantas, y en otras fuentes alternativas renovables.

El nuevo modelo permite minimizar las pérdidas por distribución, es decir, por el transporte de la energía, directamente proporcionales a las distancias que hay entre los puntos de producción y de consumo, y que en algunos casos superan el 10 % del total de la energía producida.

Por otra parte, y por el lado del consumo, deberían incrementarse los esfuerzos en diseñar máquinas más eficientes en todos los sectores, que nos lleven a una menor demanda energética a igualdad de servicio, y ello también redunda en esa mejora de la eficiencia.

Evidentemente, este modelo altera el estatus actual, de pocas empresas muy grandes controlando el mercado de la energía, favorecido también por los gobernantes de Europa y Estados Unidos, muchos de ellos cercanos a esas empresas.

No será por tanto una transición fácil, aunque la mayoría de los problemas técnicos para que funcione ese nuevo modelo están o estarán resueltos en breve. De lo que se trata es de que seamos capaces de explicar y hacer entender a la sociedad las ventajas que supone este cambio, creando y fortaleciendo las estructuras y organismos que salvaguardan la competencia real, y tener la valentía de decidir lo mejor para la sociedad en su conjunto.

*Ingeniero Industrial

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