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Patrimonio

Palacio de Ca la Torre: Un edificio histórico para Palma abierto a todos

El Colegio de Arquitectos tiene un doble propósito: dar a conocer su sede, el palacio de Ca la Torre, uno de los edificios capitales del casco histórico de Palma, y que se sepa que está a disposición de los ciudadanos

"Que se reconozca lo que es el edificio, lo que representa en el casco histórico de Palma, que se sepa que está abierto al público y que en él se llevan a cabo actividades culturales muy diversas, que los ciudadanos sepan que no es una sede únicamente para los arquitectos". Nacho Salas, presidente de la Demarcación de Mallorca del Colegio de Arquitectos de Balears, hace esta nítida afirmación para que se tenga constancia de que el deseo del Colegio es que el Palacio de Ca la Torre, uno de los tres o cuatro edificios más sobresalientes del casco histórico de Ciutat, pase a ser considerado por los ciudadanos como un elemento propio, al que pueden visitar y en el que, además de tener acceso libre a su biblioteca, los actos culturales se suceden sin interrupción. "Cuando el Colegio adquirió Ca la Torre, en 1971, se hizo una apuesta decidida por el casco histórico, se llevó a cabo en una época en la que nadie o casi nadie lo tenía en consideración; ahora, casi medio siglo después, Ca la Torre es una de las joyas de la corona de Palma y de todo el Mediterráneo", destaca.

El Palacio de Ca la Torre, con vistas impresionantes sobre el Parque del Mar y la bahía de Palma, fue proyectado por Martín-Gil de Gaynza y de Exagüe, quien trabajaba en las murallas de Ciutat. La construcción se inició en 1696 sobre un antiguo astillero. El palacio, propiedad de la familia Truyols hasta su adquisición por el Colegio de Arquitectos, fue objeto de diversas reformas a lo largo del siglo XIX, entre otras modificaciones se introdujo la escalera principal y la instalación de diversas chimeneas en sus salas.

Descripción del Archiduque

El archiduque Luis Salvador, en su obra La ciudad de Palma, lo describe de la siguiente forma: "a la derecha, en la plazuela en pendiente que está delante de la Portella, se levanta la casa del marqués de la Torre, construcción robusta, con uno de sus muros en escarpa, hermoseada con grandes balcones con brandales en hierro que dominan la muralla. Una puerta pequeña de medio punto permite entrar en el patio sencillo, donde está la escalera moderna, pero muy hermosa que conduce a los pisos altos". "En su interior esta casa tiene grandes salas de techo muy elevado adornadas con muchas pinturas. Esta mansión y la de los Formiguera (a tiro de piedra de Ca la Torre) son las casas mejor situadas de toda Palma", setenció el archiduque.

Nacho Salas explica que el incremento de la actividad y el número de colegiados llevó al Colegio de Arquitectos a adquirir el edificio a la familia Truyols Dezcallar para proceder al traslado de su sede. Insiste salas en afirmar que la compra del edificio fue una clara apuesta por la revitalización de una zona del casco antiguo de Palma que, en los inicios de la década de los setenta del pasado siglo, se hallaba muy degradado.

Tras la adquisición, la reforma del edificio se inició en 1973 por parte de los arquitectos José Luis Juan Coll y Miquel Vicens Coll. El proyecto consistió en transformar el edificio, hasta entonces utilizado como vivienda, en sede colegial adaptándolo a sus necesidades administrativas y dejándolo en condiciones de albergar las actividades culturales que en él podrían desarrollarse.

La creciente actividad del Colegio hizo necesaria una segunda reforma, que se acometió en 1981, realizada por el arquitecto Juan Deyá Roy, cuya actuación consistió en reforzar la estructura y cubierta del edificio, comunicando todas las plantas mediante un núcleo vertical de escalera y ascensores para su uso como oficinas. Cuatro años más tarde, en 1985, se llevó a término la tercera reforma por parte de los arquitectos Eugenio de la Fuente y Pere Rabassa, quienes, tras ganar el concurso convocado por le Colegio, procedieron a reformar la cuarta planta, en desuso, para albergar el decanato y la secretaría general. Se acometió una nueva reforma, reducida, en abril de 1987, para adaptar un sector de la planta primera situando en ella el departamento de informática y habilitando un espacio para un bar. El arquitecto José María García Ruiz se encargó de implementarla.

El último gran cambio se puso en marcha en las postrimerías del pasado siglo, en 1999, corriendo a cargo del arquitecto madrileño Jesús García Herrero, ganador del concurso nacional convocado por el Colegio. García Herrero precisó que el "espíritu" que guió la reforma fue el de sacar "lo mejor del edificio". La reforma por ahora definitiva se acometió en dos fases, la primera iniciada en 2001, consistió en revitalizar la biblioteca, en la que pueden hallarse volúmenes que abarcan casi todo el amplísimo campo de la arquitectura, incluidos sus orígenes históricos, que puede ser consultada por cualquier estudioso, insiste Nacho Salas, y fundamentalmente proceder a la rehabilitación de las fachadas de Ca la Torre, acometida por el citado García Herrero, Joan Bauzá y Antonio Pérez-Villegas. La actuación más visible consistió en la sustitución en la planta sótano y planta baja de las contraventanas de madera por las lamas de piedra y acero.

La segunda fase de la reforma empezó en 2003 consistiendo en el uso de materiales nobles como la madera, la piedra y el hierro repetidamente en todo el edificio, dando así unidad de criterio y conjunto a su interior.

Ca la Torre es un palacio barroco que se adapta a la trama irregular del terreno al que se adosa y sirve de remate, creando un frente marítimo; un volumen puro de fachadas ocres protegido por el gran voladizo de la cubierta, que mira al mar desde sus balcones corridos y que parece apoyado en un zócalo ataluzado de piedra arenisca vista. Al edificio, situado en el número 14 de la calle Portella, se accede a través de un patio que, contrariamente a lo habitual, es exterior y cuenta con dos frentes cerrados por un muro de carácter defensivo. Una escalera elíptica conduce a la planta noble, cuyas estancias principales dan al mar y cuentan con techo artesonados de madera, que han sido perfectamente conservados. Otros elementos destacables son el gran espacio abovedado de la planta sótano y los arcos de la planta baja. Todo convenientemente restaurado y conservado. Una serie de balcones, colocados simétricamente, decoran la fachada.

El marco histórico en el que hay que situar al palacio de Ca la Torre arranca en el siglo XVII, que hereda una serie de construcciones pendientes de la anterior centuria, entre ellas la continuación del plan de amurallamiento de Ciutat y la casa de la Inquisición y del Palacio Episcopal. Se conocen las murallas de la Palma medieval por el fondo urbano del cuadro de Nisart. Entrado el siglo XVI hubo un replanteamiento de su valor construyéndose algunos baluartes hasta que en 1575 se hizo un plan definitivo a cargo del ingeniero italiano Jacobo Palcaro, al servicio de los reyes Carlos I y Felipe II. La casa del marqués de la Torre la mandó construir Francisco Truyols, según contrato suscrito con los canteros José y Matías Roselló en 1696; los planos corrieron a cargo del ingeniero Martín Gil de Gainza, encargado de las obras de las murallas. Se comprende que un maestro de fortificaciones dejara una fachada tan sobria y regular como la que mira al mar de Ca la Torre, con un balconaje que casi abarca toda la fachada. La irregularidad que se advierte en la planta se explica porque está adosada a casas antiguas prácticamente sobre la muralla. Ca la Torre fue levantada sobre un viejo astillero del cual se conserva la estructura de arcos de unos seis metros de altura. Esta doble altura fue dividida a mediados del siglo XIX por unas bóvedas de crucería de marés, fechadas en 1836 y 1860 respectivamente.

Mansiones de Palma

Las mansiones de Palma conceden a la ciudad un sello característico. Constituyen un producto esencial de la evolución de la sociedad mallorquina a través del tiempo. Esparcidas a lo largo del caso histórico de Ciutat, uno de los de mayor tamaño de todas las ciudades europeas, contribuyen a forjar la imagen característica de la ciudad.

Gracias a las franquiciadas concedidas por el Conquistador, Palma consiguió progresar rápidamente estableciéndose en la ciudad muchos comerciantes levantinos, llegando a crearse un emporio comercial muy destacable. En ese primer florecimiento económico y cultural, las casas tenían un definido sello gótico. El patio se estructuró de acuerdo con las leyes del patio gótico catalán. Las primeras casas góticas de Ciutat se ubicaron en la Riera, en la parte baja de la ciudad, junto al antiguo cauce. La inundación de 1403 provocó el desplome de más de 1500 edificios.

Kevin Linch explica que "Ca la Torre es un componente arquitectónico importante de la imagen de Palma vista desde el mar y lo es para muchos individuos, que después de la construcción de la autopista sobre el mar, esta imagen que anteriormente era patrimonio de unos pocos pescadores o gente de mar, se ha convertido en la imagen colectiva por excelencia de la ciudad".

Linch destaca que la "legibilidad", la calidad visual, es de importancia decisiva en el escenario urbano.

Para el Colegio de Arquitectos la conservación y valoración del patrimonio arquitectónico resulta siempre un problema difícil, no solo por el coste intrínseco, sino, lo que resulta más grave, debido al peligro de una reforma inhábil capaz de arruinar los valores que deben potenciarse. Esos peligros se tuvieron muy en cuenta a la hora de proceder a las reformas acometidas en Ca la Torre. Ha sido por ello que el destino de los antiguos palacios mallorquines a una actividad compatible con su conservación ha de ser defendida.

Actos culturales

Nacho Salas manifiesta que Ca la Torre posee las características idóneas para convertirse en uno de los grandes centros culturales de Palma."Somos conscientes de que el edificio no es conocido como debiera", dice, precisando que "el palacio no se limita a ser la sede del Colegio de Arquitectos, sino que ofrece unas condiciones inmejorables pra albergar eventos culturales variados". Habitualmente se dan conferencias, conciertos y otras actividades. De lo que se trata es de que se sepa que Palma cuenta con un edificio que, aparte de su enorme interés arquitectónico, está a disposición de los ciudadanos, puede ser visitado y consultada su biblioteca por todos los interesados. El Colegio quiere que su sede sea algo más, que, al igual que otras entidades ponen a disposición del públicos sus salones de actos, Ca la Torre se convierta en un centro cultural de referencia. Su magnífica ubicación, en una de las zonas más apreciadas del casco histórico de Palma, hacen del palacio una visita obligada por parte de quien quiera conocer lo mejor de lo que en cuestión de patrimonio arquitectónico Ciutat está en condiciones de ofrecer. Al visitar las salas de Ca la Torre, su salón de conferencias, la biblioteca o la planta sótano, donde ataño se encontraba el embarcadero que posibilitaba hacerse a la mar, se puede apreciar la envergadura de la las reformas que se han acometido y cómo se ha salvaguardado la estructura y la personalidad del edificio. Ca la Torre sigue siendo el palacio que fue: sus artesonados siguen incólumes, al igual que sus puertas de madera y cualquier elemento susceptible de haberse conservado. Al preguntarle al presidente de la demarcación mallorquina del Colegio de Arquitectos si no alberga el temor de que el casco histórico de Palma acabe por mutar en una suerte de parque temático, totalmente saturado, responde que no cree que tal cosa vaya a suceder remachando que en cualquier caso "el patrimonio se queda aquí, no pueden llevárselo". De lo que se trata es de que la "apuesta" por el caso histórico, por el patrimonio arquitectónico e histórico de Palma, se lleve hasta sus últimas consecuencias, que se recupere por completo. Esa ha sido la contribución hecha por el Colegio de Arquitectos al adquirir Ca la Torre para convertirla en su sede. Salas deja claro que lo que es hoy el edificio constituye una garantía plena de conservación del palacio.

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