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Oblicuidad

Donald Trump necesita una guerra

Donald Trump necesita una guerra

George Bush hijo fue el presidente más aislacionista que había llegado a la Casa Blanca. Durante la campaña electoral demostró que no distinguía entre Paquistán y Afganistán. Sin embargo, el 11S lo convirtió en un guerrero planetario. Todavía estamos pagando las facturas de sus desvaríos bélicos.

Donald Trump ganó las elecciones al grito de "America first", con la pretensión de levantar un muro entre Estados Unidos y el resto del mundo. La hipótesis de que sus sesenta millones de votos estaban propulsados desde Moscú peca de hilarante y delirante, pero está enturbiando el comienzo de su mandato. Hay más contactos con Moscú en el entorno presidencial que búlgaros en la Plaza de San Pedro, cuando Juan Pablo II sufrió el intento de magnicidio a cargo de Ali Agca.

Dentro de esta complicada tesitura, en que se maneja la evicción acelerada del atolondrado presidente de Estados Unidos, la mejor solución es bombardear algo y hacerlo rápido. Trump necesita una guerra, para blindarse con la condición de comandante en jefe. Bush se sintió obligado a acometer los conflictos bélicos que Obama no supo extinguir, pero el mejor precedente del inquilino de la Casa Blanca es el esposo de su rival por el cargo, Bill Clinton.

El año 1998 fue elegido por el entonces presidente estadounidense para dos bombardeos significativos. Uno de los objetivos fue una fábrica de medicamentos de Sudán, en lo que analistas radicales califican de acto terrorista. Más adelante le tocó a Irak, dentro de la operación Zorro o Zorra del Desierto. Las suspicacias se desataron ante la coincidencia de las acciones bélicas con el estallido del escándalo de Monica Lewinsky, que colocó a Clinton al borde de la expulsión de la Casa Blanca.

Hollywood emparentó con las tribulaciones presidenciales al rodar por las mismas fechas Cortina de humo, cine de anticipación. La película de culto, que reunió a Robert de Niro y Dustin Hofmann antes de sus payasadas como padres de la novia y del novio, también amortiguaba mediante bombas el estruendo de un escándalo en la Casa Blanca. Para acentuar la sátira, el país elegido como diana era Albania.

Un conflicto bélico de baja intensidad es la salida más práctica y sangrienta de Trump. Se estrenó con unas tímidas acciones aéreas sobre Siria, de nuevo en compañía de su socio Putin. Su predecesor Clinton hizo coincidir el bombardeo de Irak con la declaración ante el Congreso. Solo falta determinar qué país ha elegido Trump.

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