Aunque no suele llegarse a la controversia abierta, el tema de utilizar variedades foráneas, especialmente francesas, se mantiene en el candelero enológico español. Mallorca entró en ese dilema, ya que se entre los pioneros de la recuperación de la viña y la elaboración de vino en la isla, a raíz de las experimentaciones, de la desaparecida Obra Social Agrícola de La Caixa, que en 1975 comenzaba a dar sus primeros resultados positivos, junto a variedades autóctonas en recuperación, bastantes plantaron varias francesas, siendo autorizadas rápidamente. Con este criterio se mantiene el tinto Syrah, ya en su añada 2014, elaborado desde hace unas cuantas vendimias por la bodega Miquel Oliver, de Petra. Se trata de un monovarietal de la uva gala Syrah, bien adaptada a la isla, con un año de crianza en barricas francesas y de EE UU, esencialmente. Alcanza una tonalidad roja picota. Hay fruta negra en nariz, con nota tostados. Su paso por el paladar es equilibrado.
