Diario de Mallorca

Diario de Mallorca

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Almudaina

Operación rescate: El Sec, inicio de la arqueología submarina

El hallazgo de un pecio romano en aguas de Cabrera ha sido el último descubrimiento de un patrimonio hundido que comenzó en 1970 cuando se descubren unos restos en Calvià

El recientemente descubierto pecio romano en aguas del archipiélago de Cabrera, a 70 metros de profundidad, reconocido como excepcional por los especialistas en arqueología subacuática que han bajado hasta su ubicación, debido a la buena conservación de su carga de ánforas, y que fue hallado por un pescador, nos lleva a recordar la nave púnica naufragada junto al escollo del Sec, en aguas de la costa de Calviá. Este pecio yacente en un fondo a cuarenta metros de profundidad, descubierto en plena posguerra española, al enganchar sus restos un pesquero, supuso el inicio de la investigación arqueológica submarina en Mallorca.

Posteriormente se amplió a algunos de los localizados en aguas de Balears, unos ochenta, la mayoría romanos, especialmente en los fondos que rodean Cabrera, en donde se encuentran unos dieciséis pecios, que van desde el siglo IV a.C. al IV d. C. Si bien, la mayoría de los barcos antiguos hundidos y localizados de Balears, como buena parte de los situados en el Mediterráneo, fueron saqueados a mansalva por buzos y escafandristas equipados con equipos de autónomos de respiración, principalmente durante las décadas de los 50 y 60 del siglo XX. En el palmesano Museo de Mallorca, mayoritariamente en sus almacenes, en Son Tous, cedidos por el Ministerio de Defensa, se guarda parte de la historia marítima de la antigüedad. Se trata de piezas procedentes, especialmente, de naves que comerciaban desde Grecia hasta Gibraltar, en donde el protagonismo recae en parte de la carga rescatada en la nave hundida en el Sec. Un pecio sobre el cual existe una importante información, debido a las cuatro campañas de investigación arqueológica realizadas durante 1970, 1971 y 1972, en que se realizaron algunas actuaciones nada ortodoxas, reflejadas en la documentación del Patronato Provincial de Exploraciones Arqueológicas Submarinas de Baleares, de corta pero intensa vida, y que fueron realizadas por Cristobal Verí, director de la III Campaña, y Catalina Enseñat, responsable de la IV Campaña. También hay que hacer constancia de los trabajos sobre el Sec de F. Pallarés y del realizado por Antonio Arribas en 1987, publicado en la Revue des Études Anciennes. Junto a estos testimonios se encuentran en los museos de La Porcíncula y del Monasterio de Lluc piezas del Sec, donadas por particulares.

El descubrimiento del pecio del Sec se produjo con la aparición de la escafandra de respiración autónoma, inventada por el comandante Jacques Cosusteau, con la colaboración de sus compañeros Tailliez y Dumas, en 1943, basada en botellas metálicas cargadas con aire comprimido, equipadas ya con fiables reguladores, en constante modernización. Gracias a su comercialización, a partir de 1947, a pesar de las restricciones de la posguerra europea, en donde la marca Nemrob se hizo famosa entre los practicantes de las inmersiones a nivel autónomo y a pulmón libre durante lustros, fueron muchos los que se lanzaron al descubrimiento de las profundidades. Un acontecimiento editorial que llevó a muchos a dirigir sus miradas hacia el mar, haciendo soñar aventuras en las profundidades marinas, como las descritas por Julio Verne, fue el libro de Custeau sobre sus primeros quince años de experiencias subacuática, titulado el Mundo del Silencio, aparecido en 1953.

Dejando atrás las primeras inmersiones, con la cota máxima de diez metros de profundidad, comienza una carrera imparable en las profundidades marinas, lideradas por Custeau, Tailliez y Dumas. Avanzando en las profundidades marinas, el 30 de septiembre de 1957, en aguas de Cartagena, es cuando España entra en la historia de las inmersiones subacuáticas, con escafandra autónoma. En esa fecha, de la que se cumplirán 60 años a principios del próximo otoño, Eduardo Atmella, barcelonés y pionero de la inmersión española, uno de los fundadores y miembro directivo del Centro de Recuperación e Investigación Submarina (CRIS), con inmersiones en diversos puntos del mar balear, coloca la cota submarina a cien metros, todo un récord mundial. Hazaña que, en anteriores intentos, había costado la vida a varios buceadores que habían intentado realizarla. Atmella contó con el apoyo humano y técnico de la Marina de Guerra Española, realizándose la inmersión en aguas abiertas de Cartagena, cuna del arma submarina española. Este mencionado Departamento Marítimo, como el resto de los distribuidos por España, gracias a la Real Orden de Carlos III, de 20 de febrero de 1787, tuvo su Escuela de Buzos, con su primer Reglamento. Es en 1959, cuando la Armada, en plena estructuración del buceo en sus enseñanzas, recibe los primeros equipos autónomos de inmersión. Una decisión que con el tiempo tendría importante repercusión en las sucesivas campañas que permitieron descubrir los secretos de pecios.

Mientras el pecio del Sec permanecía casi inédito a los arqueólogos subacuáticos, el descubrimiento de varios pecios en aguas de Menorca, sobre 1960, propicia los primeros pasos de la arqueología de las profundidades en Balears, proponiéndose la realización de la Carta Arqueológica Submarina de Mallorca. En aquella época, a través de testimonios de pescadores, especialmente de arrastre, buceadores y buscadores de tesoros, entre los que no faltaban salteadores, se detectaron alrededor de 70 pecios de antiguos, especialmente los situados a menor profundidad y junto a la costa. Algunas de las piezas escamoteadas por algunos buceadores y colaboradores en tierra fueron pérdidas irreparables. A respecto, indica Joan María Palou, directora del Museo de Mallorca: "Es incalculable el expolio que sufrieron los pecios históricos sumergidos en el litoral balear durante varios lustros, realizado con total impunidad. Por lo que, con toda seguridad, muchas de las mejores piezas arqueológicas del patrimonio submarino balear, por no decir del Mediterráneo Occidental, están en paradero desconocido".

Debido a los pecios antiguos que se iban descubriendo, entre 1955 y 1961 sucedieron en Cannes, Albenga y Barcelona los Primeros Congresos Internaciones de Arqueología Submarina, que van creando una conciencia de cara a investigar cómo intentar proteger los hallazgos arqueológicos sumergidos. En el congreso de la ciudad condal, junto a la presentación de la carta arqueológica submarina de Mallorca, a cargo del investigador Mascaró Pasarius, se denuncia públicamente el saqueo continuo por buceadores piratas de diversas naves hundidas en aguas de Balears. La alarma ante la pérdida de piezas tan importantes como irremplazables para el patrimonio arqueológico sumergido español, importantísimo a nivel mundial, que empiezan a ser recogidas en la prensa, incluida la de Palma, salta en el ministerio de Educación y Ciencia. Contagiando de inmediato a Gobiernos Civiles, Diputaciones y ayuntamientos de las zonas de litoral español, en donde se han detectado pecios esquilmados. Ante esta alarma, surge en Mallorca el Patronato Provincial de Exploraciones Arqueológicas Submarinas de Baleares, fundado el 9 de abril de 1970. El objetivo era recuperar las piezas que se pudieran encontrar a bordo de las naves hundidas, de cara a convertirlos en patrimonio cultural, así como proteger sus restos sumergidos, delimitando áreas de protección.

Después de más de dos décadas de ver mermado el patrimonio arqueológico sumergido español, la voz de alarma de Mallorca sobre el citado expolio cultural es escuchada en las alturas, por lo que la Armada, que ya empieza a tener en 1970 algunos medios adecuados para este tipo de investigaciones bajo las aguas, es encargada de actuar en ese tema. Una primera acción arqueológica submarina a Mallorca fue comisionar al buque de salvamento Poseidón, un remolcador reformado, equipado con una cámara de descompresión, para que desde su base operativa de Cartagena, pusiera proa a aguas de Calviá, con la misión oficial de llegar a las coordenadas 2º 31´ 54", posición exacta del islote del Sec, en cuyo fondo se encontraba uno de los pecios antiguos importantes del Mediterráneo Occidental. Junto a buceadores de la Armada, participaron a la vez los aportados por el Patronato. Los trabajos de inspección y recuperación se iniciaron sobre el 13 de abril de 1970, finalizando esta primera campaña sobre el 20 de ese mismo mes. La realidad fue que, a pesar de que se extrajeron 530 piezas del pecio, que fueron puestas bajo la tutela del Museo de Mallorca, que ya dirigía el historiador y arqueólogo Guillermo Roselló Bordoy, dichos trabajos de recuperación arqueológica submarina adolecieron de apoyo técnico idóneo, tanto de la Armada como de buceadores aportados por el Patronato. Pruebas no faltan al respecto, ya que piezas importantes, especialmente calderos de cobre, sufrieron importantes desperfectos en su extracción.

Los buceadores se encontraron con un pecio que ocupaba una superficie de 12 por 9 metros, con una altura de dos metros y medio. En su interior se localizaban objetos de cerámica y bronce de un alto nivel artístico, como manifestaron los especialistas que los analizaron, una vez situados en superficie. Respecto al cargamento de ánforas del citado pecio púnico, se encontraba hecha añicos, mientras que otra no había sufrido desperfectos. Si bien lo que acarreó más complicaciones fue el túmulo en que se había convertido, por efecto de la erosión, la masa acumulada en el interior de la nave comercial, de materiales de metal, tanto de hierro como cobre. Ante la falta de medios más adecuados, el corto plazo de realización que se había dado a la referida campaña y a la reducida financiación de la misma, fueron utilizadas cargas explosivas, afectando gravemente a dichas piezas, especialmente artísticos recipientes de cobre. Además, desaparecieron algunas de las más importantes, según testimonios.

Casi cinco meses después de la primera campaña arqueológica ejercida sobre el pecio del Sec, comenzó una segunda en esta misma nave púnica, que aún mantenía en su interior parte de su cargamento inicial. Debido al mayor rigor científico de los trabajos, se pudieron extraer muchas piezas, algunas rotas, sumando un total de 751, según la documentación oficial, aunque sobre algunos de los que participaron en dicha expedición recayeron sospechas de haberse llevado clandestinamente ´recuerdos´ del pecio, según informaciones aparecidas en la prensa mallorquina.

Con motivo de una tercera campaña arqueológica, con protagonismo del pecio del Sec, el Poseidón regresó a aguas de Calviá, actuando en ellas desde el 20 y el 27 de agosto de 1971, pero esta vez acompañado de otra unidad auxiliar de la Armada española, el cala-redes ´Ciclope´, cuya misión era rescatar el ya mencionado túmulo del interior del pecio. Dicho material arqueológico se unió al ya puesto a salvo en el Museo de Mallorca, fruto de las dos campañas anteriores.

Según el inventario recibido, en aquel momento, en el Museo de Mallorca, las piezas recuperadas fueron 266. Esta campaña, al igual que las otras dos encargadas al Poseidón, se basó en recuperar el mayor número de objetos posibles y en el mejor estado.

Compartir el artículo

stats