El pasado miércoles 22 de marzo se celebró el Día Mundial del Agua. El tema elegido para este año era el de las aguas residuales dentro del ciclo del agua: ¿Por qué desperdiciamos agua?
Desde nuestra atalaya de país desarrollado, vemos las cosas de forma muy distinta a como las ven en países menos afortunados. La ONU nos recuerda cifras escalofriantes en relación con el agua. Así, resulta que un 10 % de la población mundial no tiene acceso a agua potable. Más de un 80 % de las aguas residuales del mundo se vierten al mar o a los ríos, sin tratar. Cada día mueren miles de personas debido a enfermedades relacionadas con el consumo de agua en malas condiciones de potabilidad.
En realidad, prestamos muy poca atención al agua. El agua es el bien más preciado que existe. Sin ella no hay vida. Con ella en malas condiciones, la vida es mucho peor; especialmente para los niños y las mujeres. Imaginemos por un momento que desaparecen las cañerías del agua. Perdemos no solamente el agua para beber. Perdemos muchas más cosas: la higiene personal, la recogida de nuestros propios desechos, la salud€
Así amanecen cada día en muchos lugares del mundo, y en la mayoría de los casos son las mujeres o niños los que recorren largas distancias cargadas con garrafas de 20 litros o más sobre sus cabezas para disponer de un mínimo de agua, en muchos casos con algún grado de contaminación. Existen organizaciones en nuestro entorno que se preocupan por la mejora de las condiciones de los núcleos poblacionales más desfavorecidos, llevando a cabo una encomiable labor de ejecución de proyectos en esos lugares. Podemos contribuir a que dispongan de más fondos y capacidades para llegar a más lugares y mejor. Pero también podemos ayudar mejorando las tecnologías y técnicas para disponer de agua potable en esos países de forma asequible y sencilla.
Podemos ayudar desarrollando tratamientos adaptados a la realidad de esos países que permitan recuperar agua contaminada y transformarla en potable. Podemos ayudar de muchas maneras.
No obstante, consideramos que, para tomar la medida del problema, deberíamos también aprender a gestionar adecuadamente el agua en nuestro entorno. Y aquí, todavía estamos alejados de una correcta gobernanza del agua. Vemos cada día como despilfarramos auténticas inmensidades de agua por ineficiencia de nuestros sistemas, por ineficacia de nuestras plantas de potabilización o tratamiento, por desidia de nosotros mismos. Al mismo tiempo, lanzamos al mar o a los ríos cantidades enormes de agua más o menos tratada, que podría tener otros usos. Todo ello tiene lugar no por falta de capacidad técnica o económica, sino por falta de gobernanza, que es lo mismo que decir por incompetencia.
Los principios tantas veces repetidos en gestión de residuos: prevenir, reducir, reutilizar, reciclar, recuperar son plenamente aplicables al agua. Aquí y ahora tenemos los conocimientos y los medios de todo tipo necesarios para desarrollar el proceso de las 5 R descrito, y sin embargo, no lo hacemos. Hemos visto en estos años pasados como no solamente no nos preocupábamos por mejorar la gestión del ciclo el agua, sino que hemos prescindido casi por completo de la necesaria renovación de las infraestructuras relacionadas con el agua para destinar recursos a otras infraestructuras menos necesarias: AVEs sin pasaje, autopistas paralelas a otras autopistas sin coches, aeropuertos sin vuelos, polideportivos sin deportistas, palacios de congresos sin congresistas y un largo etcétera de inversiones de dudosa utilidad, mientras que hemos visto decaer lentamente las depuradoras sin apenas pestañear, hemos parado las desaladoras para ahorrarnos costes de mantenimiento a costa del deterioro de la instalación y hemos permitido el empeoramiento del medio natural.
Para la UNESCO, dentro de su programa de objetivos para el desarrollo sostenible, estos son los hitos:
-Para 2030, lograr el acceso universal y equitativo al agua potable, a un precio asequible para todos.
-Para 2030, lograr el acceso equitativo a servicios de saneamiento e higiene adecuados para todos y poner fin a la defecación al aire libre, prestando especial atención a las necesidades de las mujeres y las niñas y las personas en situaciones vulnerables.
-Para 2030, mejorar la calidad del agua mediante la reducción de la contaminación, la eliminación del vertimiento y la reducción al mínimo de la descarga de materiales y productos químicos peligrosos, la reducción a la mitad del porcentaje de aguas residuales sin tratar y un aumento sustancial del reciclado y la reutilización en condiciones de seguridad a nivel mundial.
-Para 2030, aumentar sustancialmente la utilización eficiente de los recursos hídricos en todos los sectores y asegurar la sostenibilidad de la extracción y el abastecimiento de agua dulce para hacer frente a la escasez de agua y reducir sustancialmente el número de personas que sufren de escasez de agua.
-Para 2030, poner en práctica la gestión integrada de los recursos hídricos a todos los niveles, incluso mediante la cooperación transfronteriza, según proceda.
-Para 2020, proteger y restablecer los ecosistemas relacionados con el agua, incluidos los bosques, las montañas, los humedales, los ríos, los acuíferos y los lagos.
-Para 2030, ampliar la cooperación internacional y el apoyo prestado a los países en desarrollo para la creación de capacidad en actividades y programas relativos al agua y el saneamiento, incluidos el acopio y almacenamiento de agua, la desalinización, el aprovechamiento eficiente de los recursos hídricos, el tratamiento de aguas residuales y las tecnologías de reciclaje y reutilización.
-Apoyar y fortalecer la participación de las comunidades locales en la mejora de la gestión del agua y el saneamiento.
Es necesario que el agua tome el papel protagonista que se merece y sea considerada el bien esencial, escaso y frágil que es. Debemos hacerlo por nuestro propio interés, por elegancia intelectual y por respeto al resto de la humanidad.
*Ingeniero Industrial
