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Tribuna

Coste de la electricidad (y III): conclusiones

Debería meditarse la implantación de una tarifa reducida en el factor potencia y energía.

La electricidad se ha convertido en un bien de primera necesidad, que va más allá de lo puramente económico, pasando a ser también un bien social, con connotaciones ecológicas debido al distinto impacto sobre el medio natural, según sea su forma de obtención. En estas condiciones, debería reconsiderarse el modelo en su conjunto, así como el proceso de cálculo y aplicación de los precios para ajustarlo a esa premisa.

En primer lugar, no se puede gravar un bien de primera necesidad como si fuera un bien meramente económico. Así se reconoce en el precio del agua, y así debería ser en el precio de la electricidad, pasando a un IVA reducido del 10 % en lugar del actual del 21%.

En segundo lugar, debería meditarse la implantación de una tarifa reducida en el factor potencia y energía para aquellos consumos mínimos necesarios para cualquier hogar que permita un coste asequible. Una comparación del coste mínimo con las tarifas actuales con el salario mínimo es suficiente para ver que existen muchas personas a las que el recibo de la luz les cuesta una parte importante de sus ingresos. No debería ser posible que en una sociedad avanzada se pueda llegar a situaciones límite por falta de electricidad. Se podría plantear perfectamente una tarifa escalonada compuesta por varios niveles de tarifa, en función del consumo y la potencia contratada, y sistemas de ayuda, como ocurre con los recibos de agua de algunas localidades.

En tercer lugar, consideramos el modelo actual poco adecuado. No podemos entender (o sí) el razonamiento que condujo a la pseudoliberalización del sector eléctrico, cuando se trata de un mercado típicamente oligopólico y con experiencias en otros países que ya habían puesto de manifiesto los riesgos de ese modelo. Desde luego, la supuesta eficiencia podría haberse obtenido mediante otras vías, como concesiones o contratos de gestión, manteniendo la titularidad pública.

Los precios siguen determinados básicamente por el BOE y deben alimentar en primer lugar el dividendo de las empresas. De la misma forma que ocurre con el agua, en cuyo sector la titularidad siempre es pública y el Estado planifica la disponibilidad de recursos y la tecnología a emplear, en el caso de la Electricidad podría plantearse un escenario similar.

En cuarto lugar, los costes regulados, excepto la partida de costes de transporte y distribución que debería integrar el precio final, deberían ir eliminándose de la tarifa eléctrica, y pasar a recuperarse vía impuestos en algunos casos, o simplemente desaparecer. Somos conscientes de que esto no es factible a muy corto plazo, y debería analizarse en profundidad la forma en que se llevara a cabo.

En relación con el coste de transporte y distribución, consideramos necesario proceder a una revisión del sistema actual. Es obvio que las redes de transporte, de la misma forma que las carreteras, deben ser de titularidad pública. Ahora bien, la fórmula actual de Red Eléctrica, empresa semipública y cotizada, no nos parece la más adecuada, ya que ha demostrado que prima más el dividendo y las plazas del consejo de administración que la eficiencia en la prestación del servicio. En consecuencia, también proponemos su nacionalización y posterior concesión por zonas en su explotación y mantenimiento, bajo planificación y supervisión de la Administración.

En quinto lugar, proponemos establecer un calendario de cierre de todas las centrales térmicas de carbón. No podemos mantener un proceso productivo que se ha demostrado altamente contaminante y que supone un lastre para la sociedad en términos ambientales y económicos, puesto que requiere de importantes subvenciones a la extracción y consumo de carbón. Actualmente existe capacidad excedente de producción mediante otras tecnologías, además de interconexión con el sistema europeo, y por tanto la seguridad y garantía de suministro están cubiertas.

En sexto lugar, proponemos un análisis racional de la energía nuclear y su potencial. No pensemos en las centrales existentes, que deberían ir cerrando al acabar sus ciclos de vida, sino en la tecnología actual que está en fase de desarrollo avanzado, y que elimina buena parte de los inconvenientes tradicionales de la nuclear. Mantener ese 20 % de producción nuclear, con cero emisiones, costes reducidos, y con una estabilidad de funcionamiento elevada, permite garantizar la disponibilidad del recurso y acercarnos al cumplimiento de los objetivos de reducción de emisiones.

En séptimo lugar, desarrollar el potencial de las renovables hasta sus límites racionales, facilitando el autoconsumo en los lugares que sea posible, promoviendo instalaciones en espacios aprovechables, especialmente en suelo urbano, como aparcamientos, tejados, áreas recreativas, y otros.

En octavo lugar, hacer un esfuerzo en la mejora de la eficiencia de los consumos, para reducir el gasto sin perder en prestaciones. Electrodomésticos, iluminación y alumbrado públicos, consumos públicos y privados, son todos ellos susceptibles de mejora notable en la eficiencia, es decir, en dar lo mismo por menos kilovatios de energía consumida.

Finalmente, pasar a una tarifa eléctrica que globalmente incluya todos los costes de producción, distribución y transporte, pero nada más que dichos costes, transfiriendo los costes regulados a impuestos o a otros conceptos, previa revisión de cada una de las partidas para su aprobación, por parte de entidades independientes del sector, o bien eliminando algunas de ellas, que no responden a ninguna realidad actual.

Aplicando todo lo anterior, se puede llegar a precios mucho menores que los actuales, a cambio de aumentar imposición, de forma mucho más solidaria y ajustada. Somos conscientes de que estamos planteando un modelo muy distinto del actual, a contracorriente de lo expresado machaconamente por aquellos que defienden el interés particular, y que disponen de mucha fuerza para ello. Sin embargo, las personas y el medio ambiente requieren cambios drásticos y contundentes, para alcanzar un mundo mejor para todos.

*Ingeniero Industrial

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