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Los demonios rinden un homenaje a los santos

Fiesta del Aquelarre de Cervera.

Cuando se acercan las fechas más religiosas del años, la Cuaresma y la Semana Santa, en muchos lugares se hace un tributo a don Carnal en su pugna con doña Cuaresma y se lucen trajes espectaculares que adornan cuerpos magníficos. Pero, en cambio, numerosos pueblos españoles rinden su particular homenaje a sus santos patronos o a sus vírgenes sacando a la calle, curiosamente, demonios, esqueletos, ataúdes y diablos de distinto pelaje. En todo caso, el denominador común de todas estas fiestas "paganas" es la alegría, los bailes, las procesiones, la comida... y el vino.

El Colacho

Un caso peculiar es de El Colacho, un demonio que salta sobre los recién nacidos en Castrillo de Murcia (Burgos) y lleva haciéndolo desde el siglo XVII. El Colacho es un hombre enmascarado vestido de amarillo y rojo que lleva un rabo de buey en la mano. Aparece en esta localidad burgalesa todos los años, el día del Corpus. Corre por todo el pueblo azotando con el rabo de buey a los vecinos. A su paso, se le preparan altares de flores sobre los que yacen los recién nacidos. El Colacho salta sobre ellos una y otra vez. ¿Por qué? Este hombre simboliza al diablo y salta por encima de los bebés para liberarles del mal y del pecado.

Badalona

En la fiesta de El Demonio de Badalona se lleva a cabo la Quema del Demonio (Cremada del Demoni), con una espectacularidad que ha merecido el título como Fiesta de Interés Turístico Nacional y que se realiza hace más de 60 años, en la que las llamas del fuego abaten a un muñeco gigante elaborado para la ocasión. Su figura representa la crisis que atacó durante el año a esta ciudad, y la quema de la misma, se convierte en el inicio de una nueva oportunidad. Asimismo, se anuncia, entre cohetes, luces multicolores, alegría y tradición, la llegada de la estación primaveral.

Cervera

Brujas y demonios se reúnen en la fiesta del Aquelarre de Cervera, un ritual con 39 años de historia, que reúne a brujas, demonios, espectáculos musicales y otros subidos de tono y 360 kilos de pólvora en la comarca rural de la Segarra. Toda la festividad gira en torno al esoterismo, el fuego y la música. En Almonacid del Marquesado (Cuenca), en los primeros días de febrero se celebra La Endiablada, una tradición festiva en honor a la Candelaria y San Blas que tiene por protagonistas a unos 130 diablos con trajes de colores y tan enormes como los ruidosos cencerros enloquecidos que cuelgan a sus espaldas mientras asaltan las calles para hacer un recorrido infernal en danza, brinco y salto mientras los pueblerinos pasean a sus santos. Todos los festejos se acompañan de un entorno misterioso e inmejorable conquense, rica gastronomía de la zona, bebida, y música.

Acehúche

En Acehúche, un pueblo de Cáceres, no se trata exactamente de demonios, al menos no los llaman así, sino con el más benévolo título de "Carantoñas", aunque su apariencia no difiere mucho.

Colmillos ensangrentados, orejas, pimientos secos, caras atormentadas, pieles de oveja y cabra, disparos y confetis... ¿En el pueblo cacereño de Acehúche es el motivo de su fiesta más importante: las Carantoñas de San Sebastián, fiesta declarada de Interés Turístico Regional y que pretende ser reconocida como de Interés Nacional. Y méritos no le faltan porque la celebración reúne todo lo que una buena fiesta debe de tener: su punto religioso, con la imagen del santo asaeteado y medio desnudo paseado por las calles, el colorido de las máscaras -carátulas las llaman aquí- de ahí el nombre de la fiesta, disparos al aire por parte de los "tiraores" y lluvia de confetis y flores de la que se encargan las mujeres, "las regaoras" que van, claro está, con su traje típico. Simbolismo y misterio, alegría y música, bailes y buena gastronomía... lo ideal de una fiesta.

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