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Desde Francia

Jour J

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El día D, con D de decisivo, de desunión, o también, ¿porque no?, de desaparición para los socialistas franceses. Un día crucial, la segunda vuelta de las primarias de la gauche, para un partido histórico que en función del resultado podría entrar a formar parte de las especies en vía de extinción. Un partido más fracturado que nunca, que se juega el ser o no ser entre la opción socialista liberal de Valls, el "catalán" pragmático, que encarna la continuidad, la herencia Mitterrand pasada por el filtro reformista, renovarse o morir, o bien la revolución utópica de Hamon, el soñador, ganador sorpresa de la primera vuelta. Si hoy se impone Benoît Hamon el partido socialista tomará un rumbo singular, similar al de los laboristas británicos de Jeremy Corbyn y cercano al de Podemos, con esperanzas nulas de cara a las presidenciales de Mayo y el consiguiente riesgo de ruptura, el PSF como tal podría desaparecer del mapa político. Si lo hace Valls, difícil lo tiene visto los cinco puntos que les separan, tendrá que convencer a los "perdedores", a los rebeldes, y a la alianza radical comunista de Melenchon para que le apoyen como único candidato de izquierdas capaz de batir a Fillon y a Le Pen, una misión casi imposible pero que sin embargo permitiría una reconstrucción del partido de cara al futuro.

Como pueden imaginar no se ha llegado a este extremo en un plisplàs, aunque tampoco hace falta remontar el túnel del tiempo. Basta con echar una ojeada al último lustro, al vituperado quinquenio de Hollande. En esos cinco años se ha ido gestando una fenomenal crisis interna atribuible, en parte, al talante indeciso del presidente, blando para unos o simplemente incompetente para otros. Tanto el Eliseo, palacio presidencial, como Matignon, residencia del primer ministro, se convirtieron en autenticas jaulas de grillos, nido de conspiraciones, donde todo el mundo tenía la voz cantante y quería imponer su razón, dimisiones sonadas y destituciones arbitrarias a la orden del día. Pero a la vez, durante este mismo periodo, se dan una conjunción de factores externos que no hacen sino agravar la situación: Por un lado la crisis económica, como una historia interminable, y la discutible política de austeridad impuesta por Bruselas que van minando la frágil unidad europea. Por otro, como consecuencia, el ascenso inquietante de la extrema derecha y de los movimientos populistas. Sin olvidar la amenaza terrorista, Daesh, con la terrible ola de atentados que han afectado no solo al hexágono sino a toda Europa, más caldo de cultivo para los extremistas. Ni tampoco el drama, que no cesa, de los inmigrantes y de nuevo la desunión europea en la respuesta a ese problema. Ni por supuesto los interminables conflictos de Oriente Medio, en la raíz de estos flujos migratorios incontrolables. Múltiples factores pues a los que hay que sumar desagradables sorpresas, que nadie vio venir, como el Brexit o la llegada al poder de Trump, y todo lo que ello puede suponer. O sea que a Hollande, el malquerido, también le ha tocado gobernar en tiempos turbulentos, y sin que suene a excusa, si ahora los socialistas desaparecen del mapa no habrá sido por exclusiva culpa suya.

Pero volvamos al principio, las primarias de los socialistas han sido ya de entrada un fiasco de organización con el rocambolesco baile de cifras al anunciar la participación en la primera vuelta „medio millón arriba, medio abajo„ sin que cambiaran ni una décima los resultados, auténtico malabarismo contable. Todo para tratar de encubrir un fracaso en la convocatoria: el electorado de la izquierda está tan desmotivado, desilusionado, que al final acudieron a las urnas un millón de electores menos que en las primarias de 2011, y lo que es peor, dos millones y medio menos que en los comicios de la derecha en el pasado noviembre. Además nadie espera una gran movilización para esta segunda vuelta decisiva, la desmoralización está al orden del día. Mientras tanto, quien se frota las manos es Emmanuelle Macron, quien pasando de primarias, libre de ataduras partidistas, sigue llenando salas e ilusionando a jóvenes, a centristas, indecisos y a muchos socialistas desnortados. En las últimas encuestas todo apunta a que EM puede dar la sorpresa en mayo.

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