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Caballero de Asfeld: El mito de la Guerra de Sucesión en Mallorca

La Guerra de Sucesión de 1714, la que dio paso al reinado de los Borbones en España, no deparó en Mallorca ningún episodio épico, sino apenas algún que otro encontronazo sin relevancia

El caballero de Asfeld, al mando de la expedición que en el verano de 1715 conquistó Mallorca para Felipe V.

Escudriñando concienzudamente el archivo de Simancas, el historiador Tomeu Caimari, especialista en Historia Moderna, volcado en el siglo XVIII, en el que los Borbones iniciaron su andadura en España con Felipe V, el nieto de Luis XIV de Francia, el Rey Sol, ha constatado que la Guerra de Sucesión a la corona de España tuvo escasísima repercusión en Mallorca, que, en 1715, se entregó a las tropas felipistas sin apenas oponer resistencia. Caimari ha descubierto que tan solo fueron ocho los muertos que ocasionó el desembarco: seis paisanos en Felanitx, que, borrachos, se dedicaron a hostigar a los felipistas, un soldado y un militar afecto al pretendiente austríaco, el archiduque Carlos de Hausburgo, víctima del estallido de una granada. Eso fue todo. En los pueblos de Mallorca, se recibió amigablemente a los conquistadores. En Alcúdia, el conato de resistencia, iniciado en solitario por el comandante de la plaza, concluyó cuando se tuvo constancia que de no rendirse había ordenes de ahorcar a los militares y de pasar a cuchillo a los civiles. La amenaza fue más que suficiente para que se abortara cualquier oposición. Mallorca pasó de los Austrias a los Borbones sin épica alguna. El mito de la resistencia mallorquina no es más que eso: un mito.

Datos del archivo de Simancas

En el Archivo de Simancas, Caimari ha trajinado con numerosos legajos de la época que aclaran cómo se estableció la Capitanía General de Mallorca en 1715 sustituyendo al virreinato, institución de los Austrias. El especialista en la Guerra de Sucesión ha estudiado numerosos documentos de los comandantes de la expedición en los que se da cuenta de numerosos pormenores de la misma, entre ellos el recibimiento del que fueron objeto en los pueblos que iban ocupando en su avance hacia Palma y Alcúdia. No hay constancia ni registro de ninguna batalla que pueda ser denominada como tal.

Fue al caballero de Asfeld, un militar francés, al servicio de Felipe V, a quien se le encargó conquistar Mallorca y poner fin a la Guerra de Sucesión, que hacia 1715 ya estaba definitivamente perdida para el archiduque Carlos, a quien en Mallorca apoyaba la vieja aristocracia austracista.

Clod Françoise Asfeld, se había enrolado en el Ejército de Felipe V dispuesto a hacer fortuna. Hijo de un comerciante de sedas, devenido en prestamista de la nobleza y de las cortes europeas, principalmente de la sueca de la reina Cristina (Greta Garbó la encarnó en una de sus más memorables películas), obtuvo de ésta territorios en Alemania, el señorío de Harsfeld, y de ahí que su hijo, el pequeño de la familia, acabara siendo conocido como el caballero de Asfeld.

En 1703 se inicia la Guerra de Sucesión, al morir sin descendencia el último rey de la Casa de Austria, Carlos II, conocido como "el hechizado", dada su naturaleza enfermiza, derivada de la acusada endogamia praticada por la realeza, lo que lleva a Asfeld a ponerse a las órdenes del duque de Berwick, Jacobo Fitz James Stuart, hijo bastardo de Jacobo II, antepasado directo del actual duque de Alba, con quien participa en la toma de Valencia y Alicante. Al frente de la caballería, Asfeld cobra fama al ser decisivo para ganar en 1707 la batalla de Almansa, esa sí una auténtica confrontación bélica entre borbones y austracistas. Después, ya solo quedan Mallorca y las Pitiusas afectas a la causa de Carlos de Hausburgo Lorena. Felipe V intenta una incorporación pacífica que no es aceptada, por lo que el 15 de octubre de 1715 se aparejan cinco buques emisarios para convencer al marqués de Rubí, Juan Boixadós, que entregue la isla. Este, sin consultar a nadie, se niega en redondo, por lo que Felipe V encomienda a Berwick la elaboración de un plan de desembarco. La historiografía catalana, resalta Caimari, resalta su condición de "bastardo real" con el fin de denigrarlo. Al duque le ofrecen el mando de las flota, pero lo rechaza avalando que recaiga sobre el caballero de Asfeld. Con 50 años, había nacido el dos de julio de 1664, ve premiada su contribución a la causa obteniendo el mando de la flota y de las tropas que han de ocupar Mallorca.

En enero de 1715, cumpliendo órdenes, conmina a las autoridades de Alcúdia a rendirse so pena de ser pasada la población a cuchillo y ahorcados los militares. En Palma se correrá la misma suerte. Asfeld no es partidario de medida tan extrema y trata de parlamentar. Tiene presente lo ocurrido en Xátiva, arrasada por las tropas felipistas. Hoy el cuadro de Felipe V está situado boca abajo en el salón de plenos de sus casas consistoriales

Los preparativos para el desembarco prosiguen en Barcelona. Entre enero y junio de 1715 se realizan dos embarcos de tropas: 20 batallones franceses y otros 20 españoles más la caballería. Se da a las autoridades un plazo de 15 días para que se rindan. El 12 de junio, debido al mal tiempo, se ven obligados a desembarcar cerca de Felanitx, al no poder hacerlo en Alcúdia y tampoco en Santa Ponça. Dos días después, el 14 de junio, arrecia notablemente la mala mar dividiendo en dos a la Armada yendo a parar las naves militares a Ses Salines y las que llevan los víveres a Andratx. Asfeld finalmente desembarca en cala Ferrara y cala Llonga estableciendo una cabeza de playa sin ser molestados. Un día más tarde, el 16 de junio, desembarca la caballería. Tampoco hallará resistencia. Ponen dirección a Felanitx donde habrá los únicos muertos de la inexistente contienda.

La escaramuza revistió tan poca importancia que Asfeld ni tan siquiera hace referencia a lo sucedido en sus escritos. Lo sucedido se conoce gracias a lo anotado por el jefe de ingenieros, un tal Lozieres. Resulta que unos cuantos vecinos con mucho vino entre pecho y espalda, relata, les dispararon en San Salvador dándose de inmediato a la fuga, siendo cazados como conejos. También perdió la vida uno de los soldados expedicionarios. Al llegar a Felanitx las autoridades eclesiásticas y civiles les ayudaron ofreciéndoles mulas, víveres y tres guías. Desde Felanitx, la expedición se dirigió a Alcúdia pasando por Petra, Sa Pobla y Santa Margalida. No hallaron oposición; al contrario: la bienvenida era afectuosa. Los representantes de los pueblos se sumaban a la causa borbónica sin dilación. El 20 de junio Asfeld llega a las puertas de Alcúdia.

El coronel al frente de la guarnición quiere resistir, pero en un par de horas, visto que su pretensión no es secundada por nadie, desiste y la ciudad se entrega sin más. El 23 de junio Asfeld se dirige a Palma plantándose en las afueras de la ciudad entre los días 25 y . Hasta los primeros días de julio, se suceden pequeños avances y retrocesos en el terreno, todo salpicados por fuego de artillería, lo único parecido a una guerra que se vivirá en Mallorca, al tiempo que se entablan negociaciones para acordar la rendición. Es el dos de julio cuando los emisarios felipistas obtienen la rendición de la plaza y su entrega al día siguiente, de acuerdo con las capitulaciones que habían sido previamente acordadas. En la carta que ese mismo día Asfeld remite a Felipe V para comunicarle la rendición de la isla, el francés destaca haberla finiquitado en dos semanas, 16 días, "ahorrando inmensos gastos a su Real Hacienda, la sangre de sus vasallos y de las tropas de las dos coronas", y añade: "no he visto mejor gente, ni más afecta al Rey que estos naturales". Asfeld concluye afirmando que "yo respondería más presto desde Pays con 500 hombres, que de Cataluña con 15 mil". No se registró ni un solo enfrentamiento directo. La única víctima mortal que sumar a los siete de Felanitx, es el coronel austracista José Ortiz, al que alcanza una granada. En total son ocho los muertos que guerra de Sucesión causa en Mallorca: los de Felanitx y el de Palma.

Ciutat se rinde formalmente el 30 de junio y Asfeld entra el 3 de julio acompañado por los nobles felipistas: Muntaner, Gual-Sureda, futuro marqués de Vivot; Cotoner, Juan Fuster de Salas, los hermanos Francisco y Agustín Sureda-Valero, Juan Bautista Belloto, Ramón Despuig, hijo del conde de Montenegro, y Francisco Montaner. De inmediato actúa de facto como capitán general dictando los primeros bandos sin que se tenga constancia de que se ponga en marcha ninguna represión. Tanto las tropas alemanas que defendían la ciudad como el virrey Rubí fueron autorizados a embarcarse y abandonar Mallorca.

El asunto de las expulsiones fue una correspondencia, explica Tomeu Caimari, ya que en 1706 se tuvieron que marchar los felipistas, entre ellos los Cotoner, y en 1715 tuvo que hacerlo el virrey Rubí poniéndose así fin al reinado de los Austrias en Mallorca, que definitivamente se incorporó a la corona de España del primer Borbón, Felipe V. El cinco de julio, el coronel irlandés Daniel O´Sullivan tomaba posesión de la plaza e isla de Ibiza, también sin toparse con resistencia alguna.

Oleo sobre vidriera de la decisiva batalla de Almansa, en la que Asfeld desempeñó un papel crucial al mando de la caballería. T.C.

Asfeld, después de haber incorporado Mallorca a la corona de España, abandona la isla el tres de agosto de 1715, dejando el mando a su sucesor, el marqués de Lede, teniente general de origen flamenco, quien fue el primer comandante general de iure. Felipe V otorgó a Asfeld el toisón de oro el 15 de agosto ennobleciéndolo con el título de marqués de Asfeld, con lo que se suplió la concesión frustrada del título de marqués de Alicante, cuya población se opuso a la concesión por lo sucedido en la toma de Xátiva. Asfeld acabó sus días el siete de marzo de 1743 en París siendo mariscal de Francia, aunque había caído un tanto en desgracia debido al enfrentamiento que mantuvo con el marqués de Noailles por el mando de los Ejércitos franceses.

El ultimátum con el que Asfeld logró la rendición de Alcúdia y Palma, ordenado por Felipe V, establecía literalmente lo siguiente: "Después que hayais zircumbalado la plaza, llamareis al comandante de ella y le dareis a entender y a toda la guarnizión y pueblos, así en voz como por edictos que hareis imprimir a todos en el mayor número que ós fuere posible que si dentro de dos días no rinde la plaza, se aorcaran todos los que se encuentren en ella, y a toda la guarnizión se pasará a cuchillo sin remisión alguna, y se dará a la villa y a su pueblo al saqueo. Y que al contrario si dentro del dicho termino de dos dias, seós rinden, dareis lizencia a toda la guarnizión para que se retire á donde les pareziere fuera de la isla y reales dominios mios, sino es que quieran tomar partido en mis tropas; y en quanto al pueblo que le reciviréis vajo de mi misericordia conzediéndoleis desde aóra sus vidas y haziendas".

Asfeld, muy poco partidario de tomar medidas tan extremas, negoció desde el primer momento con las autoridades austracistas a fin de evitar tener que cumplir con los contenidos del ultimátum; ello, unido a la prácticamente nula disposición al combate de las guarniciones y la población, dio como resultado el descrito: unos cuantos cañonazos al aproximarse a Palma, el ni tan siquiera conato de resistencia del coronel al mando de la plaza de Alcúdia y lo ocurrido en San Salvador de Felanitx, la fatal ocurrencia de los seis vecinos que nublado por el vino su entendimiento acabaron siendo víctimas de su atrevimiento.

Lo demás fue lo que puede denominarse un paseo militar.

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