Pese a que el trigo sigue siendo la base de nuestra alimentación, al menos de la tradicional (pan, fideos, macarrones, burballes, sopas en sus múltiples versiones, cocas, empanadas, dulces, etc.), el arroz, una de tantas aportaciones de la cultura árabe a la cocina mallorquina (como la berenjena, las espinacas, la canela, el azafrán€) se introdujo de forma paulatina hasta convertirse hoy en imprescindible. Cultivado inicialmente, hace más de 6000 años, en la India y China, se introdujo en la zona mediterránea oriental y de la mano de los árabes vino a España. Siglos después pasó a Francia e Italia, donde también resulta básico.
En la isla, lo consumían en su inicio, las clases pudientes; con el tiempo pasó a integrar la cocina de supervivencia de payeses y marineros. Lo demuestra el recetario más popular: arroz con lapas, con erizo, de marjal o de roter, con menudillos, con tomate, con ermitaños, con acelgas, con col€
En Mallorca, su cultivo no se produjo hasta 1901, cuando se sembraron importantes zonas próximas a s´Albufera, ofreciendo empleo a muchos jornaleros de sa Pobla. Inundaciones y la salinización hicieron decaer su producción. En la actualidad se ha revitalizado su cultivo, aunque la cantidad obtenida diste mucho de la de principios del siglo XX. Ahora importa la calidad y la variedad bombeta, propia de la zona, está ganando prestigio día a día.
