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De Juan March a Cañellas: el auge del populismo de derechas en Mallorca

El populismo de derechas, que hoy arraiga con fuerza en Estados Unidos y Europa, ha tenido notable presencia en la Mallorca contemporánea. Juan March y Gabriel Cañellas son quienes lo han encarnado con más nitidez

De Juan March a Cañellas: el auge del populismo de derechas en Mallorca

Se define al populismo como el movimiento que intenta contraponer los sectores populares a las élites, tanto políticas como culturales, que supuestamente no los representan. Específicamente, los populismos de derechas, que están obteniendo excelentes resultados en las elecciones europeas, y han ganado las presidenciales en Estados Unidos, dicen hablar en nombre del pueblo, pero siempre tienden a consolidar el sistema económico vigente. Para el profesor de Historia Contemporánea de la UIB, Antoni Marimón, en ocasiones el populismo de derechas deviene, con matices, racalca, en autoritarismo, y tiene una constante inequívoca: su nítida desconfianza hacia la cultura, la educación y los intelectuales, como ha demostrado el presidente electo estadounidense, Donald Trump, durante la áspera campaña electoral que le ha llevado a la Casa Blanca.

Juan March,el primer populista

Mallorca no ha sido ajena al populismo de derechas; más bien al contrario: en las primeras décadas del pasado siglo conoció a uno de sus más depurados representantes: Juan March, el multimillonario que financió el golpe de Estado de los militares sublevados en 1936, fue, en las postrimerías de la segunda década del siglo y los inicios de la tercera, quien en la isla hizo cristalizar un movimiento populista que le llevó a las agónicas Cortes de la monarquía de Alfonso XIII tras obtener una victoria avasalladora en las elecciones. El financiero logró doblegar a la vieja nobleza mallorquina, la de los botifarres, y poner a su servicio a los caciques de la part forana. March estructuró un movimiento populista que, resalta Marimón, llegó a sus cotas más elevadas al donar un edificio para la casa del pueblo (el solar se halla en la calle Reina María Cristina) a la Federación de Sociedades Obreras de Palma, lo que después sería UGT, en los inicios de la década de los veinte. Más de sesenta años después, concluida la dictadura del general Franco, otro populista de derechas, aupado a la dirección de Alianza Popular, lo que hoy es el PP, también obtendrá resonantes triunfos electorales, laminando una y otra vez al PSOE. Se trata de Gabriel Cañellas, quien perteneciendo a la alta burguesía de Palma (por matrimonio está emparentado con la familia Salas), conseguirá ser aceptado en los pueblos como uno de los suyos. Su populismo, que en cierto sentido bebe en las fuentes de Juan March, estructurará una red de complicidades en la que se estrellará reiteradamente la izquierda mallorquina. Gabriel Cañellas solo pudo ser apeado del Gobierno balear por decisión de Madrid, del entonces presidente del partido José María Aznar.

Tanto el profesor Marimón como el sociólogo Andreu Grimalt consideran que en la Mallorca de 2016 es difícil que pueda arraigar un partido de nítido corte populista, porque, coinciden, el PP abarca todo el espectro sociológico de la derecha, incluida la más extrema y, por supuesto, la más proclive a aceptar los conceptos populistas, aunque Marimón no descarta que no pueda acaecer en cualquier momento. Dice que el PP es un partido muy consolidado en el campo de la derecha, pero que la volatilidad actual hace que cualquier cosa sea posible.

Retornando a la época en la que eclosiona el populismo de derechas, la de Juan March, el profesor de Historia Contemporánea, que está culminando un trabajo sobre el financiero: Juan March contra Antonio Maura; la renovación del caciquismo bajo la Restauración española y las elecciones de abril de 1923 en Mallorca, afirma que son dos las figuras de la derecha populista: el Antonio Maura de finales de su carrera política, cuando crea el partido maurista, que se define como renovador de derechas, pero que, incluso a pesar de Maura, tiene una clara vertiente populista, y Juan March, "un millonario como Trump, enormemente inteligente, muy listo, que, al igual que el nuevo presidente norteamericano, entiende que la política es muy importante, por lo que decide incorporarse al Partido Liberal para, de inmediato, controlarlo". "¿Se puede ser más populista -pregunta retóricamente Marimón- que cuando se regala la casa del pueblo a la Federación de Sociedades Obreras de Palma?". March abduce a los regionalistas haciendo que uno de sus líderes, Guillem Forteza, sea elegido alcalde de Palma. Uno de los primeros teóricos del nacionalismo mallorquín pasa a engrosar las filas de March. Al final, en 1923, cinco meses antes del golpe del general Primo de Rivera, Juan March llega a las Cortes siendo apoyado por regionalistas, republicanos, reformistas y la mitad del PSOE. El suyo es un triunfo clamoroso, espectacular. La plasmación de cómo un solo hombre es capaz de articular un movimiento populista que engloba a partidos de casi todo el arco político. March riza el rizo presentándose como progresista, llegando a afirmar, él, un multimillonario, un hombre ya poderosísimo, que "soy el que acabaré con la casta de la nobleza mallorquina". Lo hizo, porque les arrebató casi todas sus fincas procediendo a parcelarlas y venderlas a los arrendatarios de las mismas. Además, compró a los caciques de la part forana, que se pusieron a su servicio. Estructuró una organización populista en toda regla, para lo que no dudó, resalta Marimón, en enfrentarse y doblegar a la derecha pura y dura mallorquina de siempre, la de los botifarres.

Populista, agraria y católica

Más adelante, en los tiempos de la Segunda República (1931-1939) surge la Confederación Española de De Derechas Autónomas (CEDA) liderada por Gil-Robles. Se trata de una derecha igualmente populista, que en Mallorca tiene a la familia Buades y a Luis Zaforteza como algunos de sus principales dirigentes. Marimón destaca que es una derecha "populista, agraria y católica", que incluso intenta crear una sección obrera. Después, concluida la Guerra Civil (1936-1939) la Falange es en parte populista y en parte fascista; de ahí que se cree el denominado "sindicato vertical", la sección femenina y una organización juvenil, la OJE, pero los ribetes populistas son rápidamente yugulados por la dictadura franquista, en la que prima la derecha más reaccionaria, tradicional y conservadora, en la que el populismo tiene poco que decir, aunque sí conservará un elemento gracias a la actuación de la Iglesia Católica: Acción Católica.

Cañellas, dotado de una gran habilidad y no menos astucia, es capaz de crearse una imagen de payés sin serlo, de ofrecer una imagen de cercanía y campechanía que le permite dar rienda suelta al populismo. TORRELLÓ

Tras la dictadura, iniciada la Transición con las elecciones generales, que devienen en constituyentes, del 15 de junio de 1977, empieza a darse a conocer en Mallorca un político que, a partir de 1983, jugará un papel primordial, ya que será quien ostentará durante trece años la presidencia de la Comunidad Autónoma, además de darle al gran partido de la derecha, entonces AP, PP a partir de 1989, un sesgo inequívocamente populista. Se trata del abogado palmesano Gabriel Cañellas Fons, quien, siempre en el marco democrático, es el gran populista de las dos últimas décadas del pasado siglo. Cañellas, dotado de una gran habilidad y no menos astucia, es capaz de crearse una imagen de payés sin serlo, de ofrecer una imagen de cercanía y campechanía que le permite dar rienda suelta al populismo que le llevará a conseguir, uno tras otro, sonados triunfos en las elecciones, en una época, la de los años ochenta y primeros noventa, en la que la hegemonía del PSOE en España es incontestable. Cañellas, echando constantemente mano del vocabulario populista, recreando en cierta manera la estructura política que March puso a su servicio en la part forana, derrotará, uno tras otro, a los candidatos del PSOE, incapaces de competir con quien siempre les gana sobradamente la mano.

"Tonteando" con el PSM

El profesor Marimón afirma que Cañellas inteligentemente fue capaz de "tontear" con el PSM, al que prodigaba atenciones buscando con ello encajonar al PSOE. Opina que hubiera sido de su agrado establecer un bipartidismo PP-PSM, claramente desequilibrado a favor de la derecha. Además, "como buen populista" jamás se le pasó por la cabeza meterse en una guerra lingüística; todo lo contrario: hizo aprobar en el Parlament la Ley de Normalización Lingüística y contemporizó con las organizaciones culturales del campo nacionalista, a las que incluso subvencionaba a cambio de su no beligerancia. "Cañellas, sin duda, es el último gran populista de derechas que ha surgido en Mallorca", sentencia Marimón.

¿Quién puede serlo en el inmediato futuro? No hay una opinión unánime, pero se apunta a que la pulsión populista, profundamente enraizada en el PP desde Gabriel Cañellas, podría plasmarse en el diputado y exconseller de José Ramón Bauzá, Biel Company, el hombre que, al frente de la organización de empresarios agrarios y grandes productores ASAJA, en los tiempos en los que el socialista Antich estuvo sin pena ni gloria en el Consulado del Mar, le organizó una ruidosa protesta conocida como la tractorada. "Tal vez Company -resalta Marimón- pueda convertirse en el futuro líder populista de la derecha mallorquina, pero no lo veo claro, porque los tiempos que estamos viviendo son muy confusos, por lo que es complicado y arriesgado hacer predicciones".

El gran éxito del populismo de Gabriel Cañellas se plasma nítidamente en los prólogos de su opúsculo, publicado por el PP, Balears, progrés i prosperitat. La nómina de prologuistas sintetiza a la perfección hasta dónde llegó la larga mano populista de lo que acabó por denominarse cañellismo. Entre otros, prologaron Matías Montañés, presidente de la Cámara Oficial de Industria; Nadal Batle, rector de la Universidad, uno de los apóstoles del nacionalismo independentista mallorquín, que siempre mantuvo excelentes relaciones con Cañellas y mucho más conflictivas con el PSOE; el actor Xesc Forteza, cuyo costumbrismo iba como anillo al dedo al cañellismo, e incluso una advenediza como fue la autodenominada princesa Smilja de Mihailovich, directora del patronato de la moda ADLIB ibicenca, además del por entonces, inicios de la década de los noventa, presidente de la desaparecida Sa Nostra, Fernando Alzamora, representante de la tradicional burguesía palmesana. Es decir, Cañellas aunaba sin aparente dificultad ámbitos muy diversos, incluso opuestos; de ahí la inabordable primacía que ostentó a lo largo de la década de los ochenta y la primera mitad de los noventa. Después tuvo que dejar forzado paso a Soler, al que apartó cuando no cumplió sus expectativas. La historia, a partir de Jaume Matas, es sobradamente conocida.

Al preguntarle al profesor Marimón si VOX, un partido que no consigue representación parlamentaria, surgido de la derecha más extrema del PP puede acabar siendo el partido de la derecha populista en España, responde que, de entrada, no ve que sea posible, pero de inmediato precisa que "visto lo que está sucediendo cuando menos te lo esperas un partido de esas características acaba cuajando, cosa que se está constatando en varios países europeos, por lo que no hay que descartar absolutamente nada". "Trump -prosigue- dará alas al populismo europeo, y porqué no también puede hacerlo con el español". Añade una precisión que considera muy importante: el nuevo presidente norteamericano no sabe lo que es el fascismo, pero Marine Le Pen sí lo sabe perfectamente, y en primavera hay elecciones presidenciales en Francia".

Escenario complicado

El escenario español, y por extensión el mallorquín, parece no ser favorable a que surja un partido, un movimiento claramente populista de derechas, porque, reiteran Marimón y Grimalt, el PP por el momento controla los sectores conservadores e impide que cuaje el vector populista. En Mallorca, Marimón apunta una dificultad añadida: la gran fragmentación político-cultural existente, lo que hace enormemente complicado ahormar un populismo capaz de obtener buenos resultados en las elecciones.

Pero lo sucedido en Estados Unidos abre un tiempo nuevo en el que no existen certezas como en el pasado. Qué puede ocurrir en el supuesto de que Marine Le Pen llegue a la presidencia de la República francesa, eventualidad a la que los medios de comunicación galos, con Le Monde a la cabeza, dan posibilidades de materializarse. El profesor Marimón reconoce que todo está abierto y vuelve a resaltar lo que consiguió Juan March casi un siglo atrás, cuando en Mallorca desarboló por completo a la derecha hasta entonces intocable para crear una nueva, marcadamente populista, en la que primaban otros intereses o lo que acaba de hacer Donald Trump, al imponerse tanto al partido Demócrata como a la cúpula del partido republicano.

Líderes populistas como Trump ofrecen respuestas tangibles, de corte autoritario y chovinista, liderazgos fuertes que simplifican la complejidad en términos dicotómicos, bueno-malo, amigo-enemigo, conmigo o contra mí.

En Mallorca, si los acontecimientos europeos dan paso a un escenario diferente al actual, algunos sectores económicos pueden tener la tentación de apostar por algo distinto a fin de mantener sus posiciones. En 1923, el triunfo de Juan March en las elecciones, en un contexto de fuerte crispación, visualizó un proceso de renovación política que nada tenía que ver con una verdadera democratización, explica el profesor Marimón, añadiendo que dos años antes Josep Pla, ya había observado que en Mallorca, "la dirección política se estaba lentamente desplazando, de las manos de las viejas oligarquías a los hombres nuevos: plutócratas y hombres de acción".

Un siglo después, parece que las estructuras vigentes desde 1977 están siendo tanto cuestionadas como cuarteadas por movimientos y partidos emergentes. Puede que solo sea cuestión de tiempo que emerja un movimiento populista, firmemente anclado en la derecha, capaz de voltear el sistema de partidos vigente en Mallorca, aunque Antoni Marimón insiste en que se topará con que la gran dificultad de la fragmentación político-cultural propia de Mallorca introduce un factor de estabilidad. Al indagar si Ciudadanos podría ser el futuro populismo de derechas manifiesta serias dudas, al considerar que algunas de sus posiciones lo sitúan en un rincón del mapa político, haciendo muy trabajosa una expansión para constituirse en un genuino partido populista de derechas.

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