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Impresiones otoñales

Taller

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Lo prometido es deuda. Dije la semana pasada que hablaría en esta cuartilla dominical del centro de estudios que se presentó hace poco en la facultad de Filología de la Universidad Complutense y cumplo con la palabra dada.

"El taller de los razonamientos" fue como Camilo José Cela bautizó la sección destinada a albergar los ensayos que irían apareciendo en Papeles de Son Armadans desde su primer número, con Gregorio Marañón como autor de estreno. El nombre se recupera ahora para concedérselo, a título de homenaje, al centro de estudios que recogerá los materiales (manuscritos, libros emblemáticos, cartas cruzadas con Charo Conde -más de un millar-, dibujos y poemas inéditos, proyectos que se pusieron en marcha o quedaron en el limbo, pruebas corregidas a mano por el escritor€), los tesoros que iba guardando con amor y mucho orden mi madre. Una parte mínima de ese legado puede verse todavía en la exposición "El recuerdo más cercano" del Instituto Cervantes de Madrid gracias a que se ha prolongado su exhibición hasta principios del mes de enero. Pero será todo el conjunto de esos retazos de la vida y la obra de CJC el que se ponga a disposición de los investigadores cuando el día 11 de mayo de 2017, fecha en que llega a su fin el año del centenario del nacimiento de mi padre, abra sus puertas el nuevo taller de los razonamientos.

La empresa de sacar adelante ese proyecto, uno de los dos destinados a dar continuidad al centenario de CJC, no ha sido nada fácil. Fue necesario que la Universidad de California, en su campus de Irvine, tomase de la mano de Francisco J. Ayala la iniciativa de crear un centro de estudios de la creatividad literaria, artística y científica -Classy es como se llama- y abriera sus puertas para que El taller de los razonamientos se incluyese en él. Vino luego el proceso de lograr que la rama europea de Classy se instalara en España; las conversaciones con las universidades Complutense y Politécnica de Madrid; el empuje decidido del Centro de Tecnología Biomédica (que depende de ambas) y por fin el visto bueno para que Classy y, con él, el Taller de los razonamientos, tengan su lugar asignado en el Campus de Montegancedo. Ojalá que hubiese podido aterrizar en Mallorca pero, ¡ay!, no pudo ser.

Además de ordenar y clasificar las joyas del Taller de los razonamientos, los investigadores de la universidad de California, de la Complutense, de la Politécnica y de la UIB que den los primeros pasos en el estudio de la creatividad literaria abordarán el proyecto de detectar las redes cerebrales que se activan al apreciarse el contenido poético de un texto. El objetivo habría sido dado por imposible hace una década pero desde la UIB se presentaron hace tres años, precisamente en el campus de Irvine, los resultados de un experimento que indicaba qué redes cerebrales se activan al percibir la belleza y cuáles son sus cambios a lo largo de los procesos que llevan desde la visión al placer estético. Ahora le llega el momento a otro de esos misterios de la naturaleza humana, el que hace que la poesía se traslade del papel a la mente. No estoy nada seguro de que a CJC le interesasen demasiado esos aspectos de la investigación pero serán sus páginas las que sirvan como punto de partida para el intento de descubrir las redes de la poesía en el cerebro.

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