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Desde Estados Unidos

La leyenda de Lennon, 35 años después

La leyenda de Lennon, 35 años después

Una de las estampas neoyorquinas que llaman la atención a los visitantes no aparece nunca en las guías turísticas. La acumulación de bolsas de basura frente a los edificios, en la acera, resulta chocante. Varios días a la semana, dos o tres, dependiendo de la dirección, se recoge la basura que previamente se ha depositado en la acera. Si el barrio es de casas bajas unifamiliares, las bolsas no llaman tanto la atención, pero si se trata de un edificio de más de 500 apartamentos, la acumulación es evidente.

En la ciudad a diario se recogen más de 10.000 toneladas de basura. Nueva York es una metrópolis de más de ocho millones de personas, sin contar los turistas. ¿Dónde se traslada tanta basura? La respuesta es compleja y sencilla. Para responder con rapidez, la basura siempre sale fuera de los límites municipales. Nueva York ya no tiene ningún vertedero, así que hoy ´exporta´ toda su basura a diversos vertederos situados en Nueva Jersey, Pensilvania y el norte del estado de Nueva York. En un pasado no muy lejano estaban en vigor soluciones con mayores repercusiones medioambientales.

La recogida de basuras está a cargo del Departamento de Saneamiento. Es la organización de saneamiento más extensa del mundo, con 7.201 trabajadores con uniforme, 2.041 trabajadores civiles, 2.230 camiones de recogida, 275 camiones especializados, 450 máquinas de limpieza y 2.360 vehículos de apoyo.

Hoy en día, dependiendo del punto de vista, la ciudad puede considerarse más o menos limpia, pero nada tiene que ver con lo que ocurría hace poco más de cien años, cuando se creó en 1895 el primer Departamento de Saneamiento.

En aquella época el nivel de corrupción municipal era tan elevado que habían fracasado todos los intentos de solucionar la limpieza de las calles y plazas. Las crónicas explican que, por ejemplo, un caballo muerto en la calle podía permanecer allí durante semanas.

A principios de la década de 1890 ocurrió un escándalo de corrupción policial de tal magnitud que no pudo ser silenciado por los políticos, involucrados en el caso. El alcalde renunció y tomó posesión un nuevo alcalde, William Strong. Para cambiar la tendencia, buscó personas de comprobada integridad para ponerse al cargo del departamento de Saneamiento. En un principio, trató de convencer al que más tarde sería presidente de los Estados Unidos, Teddy Roosevelt, quien no aceptó la tarea. Sin embargo, Roosevelt sí quiso situarse al frente del departamento de Policía, también muy corrupto, pero aparentemente menos difícil.

Ante la disyuntiva, el alcalde Strong se puso en contacto con un coronel de la Guerra Civil ya retirado llamado George Waring, quien aceptó el reto. Organizó el departamento con una estructura militar jerárquica que todavía hoy continúa en vigor. Así, los trabajadores tenían responsabilidades concretas y específicas. Si ocurría algún problema, el oficial en cargo tenía que responder por la tarea de todos sus subordinados.

Pero tal y como ocurre en la actualidad, los barrios más ricos de la ciudad estaban más limpios que los barrios más pobres. Los magnates que residían en mansiones junto a Central Park, por ejemplo, hacía años que contaban un servicio privado de limpieza. Cuando los trabajadores municipales, vestidos con sus distintivos nuevos monos de limpieza blancos se adentraron por primera vez en barrios conflictivos, fueron mal recibidos. Hay constancia de que en Five Points, cerca de donde hoy es Chinatown, les lanzaron ladrillos como ´bienvenida´. Pero tras las reticencias iniciales, fueron aceptados.

Hoy Nueva York es muy diferente al que conoció el alcalde William Strong, pero la tarea de recoger la basura no es menos compleja. Han pasado más de cien años y la mentalidad ha evolucionado hacia una mayor conciencia de los costes económicos y medioambientales. Los retos son superiores, porque también los objetivos son más ambiciosos. Y la población aumenta cada año, al tiempo que también es mayor el número de toneladas de desecho.

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