-¿Qué tal, don Francisco?
-Llámeme Paco, que soy campechano.
-Y además una persona progresista y de izquierdas, según le hemos oído decir recientemente.
-Un comunista de tomo y lomo, eso es lo que soy.
-Un comunista un poco raro, admitámoslo...
-De eso nada. Por ejemplo, yo soy partidario de que nadie tenga un yate con menos de 40 pies de eslora.
-Eso ya es algo, sí...
-Y, por ejemplo, me parece injusto que alguien tenga dos Ferraris y, en cambio, otras personas tengan que trabajar hasta seis horas diarias para poder tener un BMW serie 7. Es injusto.
-Usted le regaló tres coches al marido de Ana Mato...
-A ver, que uno sólo era para andar por la playa.
-Hombre, lo normal no es andar por las playas en un todo terreno...
-Eso lo dice usted, que vive en una ciudad que tiene playas cerca. Para usted es normal ir a la playa, pero para el pobre Sepúlveda no, y por eso, por la falta de costumbre, no sabía el que no se puede andar por las playas en todo terreno. A no ser que la playa sea privada, claro.
-¿Quién era P.C.?
-No era Paco Cascos...
-Ya ya, ¿pero quién era?
-Igual soy yo, Paco Correa; aunque, conociéndome, es muy probable que sea Partido Comunista.
-Oiga, Rajoy y Aznar ni idea de lo que hacía usted, a pesar de que usted se pasase el día en la sede del partido que dirigían...
-Ni idea. Pobres. Bastante tenían con estar levantando el país como para fijarse en un pobre trabajador subcontratado.
-Eso de los regalos era un poco exagerado, ¿no?
-Incentivos comerciales se llaman. Es algo que en el marketing interno interempresarial es sumamente corriente, sobre todo cuando hablamos de dinero público.
-¿Quién sonreía más a quién, Aznar a usted o usted a Aznar?
-¿Qué más da eso entre dos personas que se quieren?
-Una cosa tonta, ¿quién pagó el bodón de la hija de Aznar?
-P.C.
-¿Paco Cascos?
-No es Paco Cascos.
-Pero dígame quién...
-No es Paco Cascos. Pero qué bonito salió todo, ¿verdad?
-Aznar debió agradecérselo mucho al que dispensó una boda tan magnífica a su hija.
-No le voy a decir si lo hizo o no, pero me consta que Aznar sonrió mucho mucho mucho al que lo hizo.
