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Damián Barceló: cruzando el Atlántico 600 veces en 60 años

Franqueada la frontera de los 90 años, el abogado Damián Barceló prepara su enésimo viaje a las Américas. Le ha sobrado tiempo para conocer a todos sus líderes políticos

En su finca de Son Danús Nou (un millón de metros cuadrados), a 46 kilómetros de Palma, en el "cono sur" de Mallorca, cerca de Santanyí, el abogado Damián Barceló, 91 años cumplidos con fuerza sobrada para coger el avión y viajar a Panamá, donde tiene fijada su residencia, lo que recalca para abortar interpretaciones no deseables, sigue liado con sus múltiples papeles y tratando de organizar, no está claro si con los resultados que apetece, su extenso e interesante archivo. Barceló fue junto a José María Lafuente, íntimo amigo y casi socio, uno de los abogados de referencia en la Mallorca de mediados de la década de los setenta, los años en los que la dictadura agonizaba junto a su creador y los primeros de la Transición. Cónsul de Austria en Palma trabó una sólida amistad con el canciller de Austria, Bruno Kreisky, lo que le posibilitó entrar en círculos vedados para casi todos.

Damián Barceló, cuando se le pregunta cuántas veces ha cruzado el Atlántico responde que han sido más de tres mil los aviones en los que ha viajado, añadiendo que tiene contabilizadas 600 travesías sobre el océano para conocer "todos los países de habla española"; "todos sin excepción", remacha, añadiendo ufano que se ha entrevistado "con todos los presidentes hispanoamericanos en ejercicio".

Son Danús Nou tiene rotulados sus caminos y plazoletas con nombres que certifican tanto la querencia de Damián Barceló por la corona española como por las Américas. Tal vez sea el último y peculiar indiano que vive en Mallorca. Tan peculiar que es capaz de deshacerse en elogios hacia el comunista Fidel Castro de quien dice que, sin duda, es el hombre que Cuba requería y el estadista latinoamericano más importante del siglo XX, aunque concede que ha sido un "talibán" que ha impuesto por la fuerza sus ideas, lo que no obsta para que insista en su talla de estadista y en que se ha "impuesto a los Estados Unidos, quien, al final, se ha visto obligado a reabrir la embajada restableciendo relaciones diplomáticas plenas.

Pero por encima de todo ha sido su relación con Bruno Kreisky, el canciller de Austria al que se podía ver sentado en la plaza Gomila (una foto publicada en Diario de Mallorca lo atestigua), junto a su mujer, en una noche de verano de finales de los años setenta, la que hizo que Barceló cumpliera algunos encargos diplomáticos de enjundia. El abogado fue quien presentó al entonces joven rey de España, Juan Carlos, al avezado político austríaco, de origen judío y capaz de mantener excelentes y estrechas relaciones con el enemigo número uno de Israel, el presidente de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), Yasir Arafat.

Sucedió que en una visita oficial de Arafat a España, invitado por el presidente del Gobierno Adolfo Suárez, se le tributaron honores de jefe de estado, lo que irritó sobremanera a los israelíes, hasta el punto de que empezó a pergeñarse, según cuenta Damián Barceló, un posible boicot comercial judío a España. En este punto marca una pausa para asegurar que "he rendido servicios muy importantes a la corona y a España"; hecha la precisión, prosigue relatando el incidente con Israel: "la situación se agravó hasta tal punto, porque hay que tener presente que los judíos mandaban mucho en el mundo, que el rey Juan Carlos me llama para preguntarme si era posible que Kreisky mediara con Simón Peres, primer ministro del Gobierno israelí, para reconducir la situación enviándole una carta".

Bruno Kreisky, de acuerdo con el relato de Barceló, no lo dudó, espetándole a éste: "dime qué carta quiere el rey que le remita". De inmediato, le trasladó a Juan Carlos la respuesta de Kreisky. El rey se apresuró a escribir la misiva con el texto adecuado para desagraviar a Israel (todavía no se habían establecido relaciones diplomáticas entre España e Israel, lo que sucedería en los primeros años del Gobierno de Felipe González) entregándoselo a Barceló, quien se lo reenvió al canciller de Austria, quien, a su vez, con su rúbrica, lo envió a Peres. El resultado fue plenamente satisfactorio, puesto que el primer ministro judío dio por zanjado el incidente.

Otro asunto en el que se evidenció que la amistad entre Kreisky y Barceló era útil para solventar cuestiones que afectaban a la corona española guarda relación con la madre de la reina Sofía, Federica de Grecia. La abuela materna de Felipe VI era una Habsburgo, por lo que pertenecía a la familia imperial de Austria-Hungría, que perdió el trono al concluir con la derrota de los imperios centrales la Primera Guerra Mundial, en 1918. En la Constitución de Austria se establece que los miembros de la antigua familia imperial no pueden pisar suelo austríaco salvo una renuncia explícita a sus derechos dinásticos. Federica quería visitar a toda costa su país de origen, por lo que la casa real española solicitó a Damián Barceló que intercediera ante el canciller Kreisky. Este le dijo que era imposible acceder a las demandas de Federica por precepto constitucional, pero al cabo de unos días telefoneó al abogado diciéndole que podía haber una solución, pese a ser consciente de que los medios de comunicación se le echarían encima. "La Constitución estipula que no puede residir, pero nada dice que no pueda cruzar y, dado su estado de salud, tendrá que cruzar muy despacio", dijo Kreisky accediendo a la petición de la Zarzuela cursada a través de Barceló.

Un terrorista arrepentido

Otra de las historias protagonizadas por Damián Barceló conduce al pantanoso mundo lindante con el terrorismo. Cuenta que estando en París se reunió con un antiguo terrorista palestino de Septiembre Negro, la organización que atentó mortalmente contra la delegación de Israel en las olimpiadas de Munich de 1972. El terrorista arrepentido Karl Kajane estaba protegido por Kreisky, a todas luces un judío atípico dadas sus magníficas relaciones con el universo árabe. Barceló lo había conocido en Mallorca, por lo que en la entrevista parisina lo invitó dar una conferencia en la universidad saudí de Riad. Quería que hablase de la "España musulmana". Lo que no se esperaba era la reacción del auditorio cuando mencionó La Alhambra. "Granada, nuestra Granada", fue el lamento de la práctica totalidad de los presentes, lo que no dejó de impactar a Damián Barceló.

La conversación da un sesgo radical: dejamos de lado las fructíferas relaciones con Kreisky para adentrarnos en las inacabables aventuras americanas del abogado mallorquín. "Tenía familia en Uruguay", explica para que se entienda su querencia por Latinoamérica. "En América he españoleado todo lo que he podido; he creado empresas mixtas con Gabriel Escarrer teniendo la oportunidad de entrevistarme con la práctica totalidad de dirigentes latinoamericanos", afirma. Dice que, entre ellos, el que más le impresionó fue el casi perpetuo presidente de la República Dominicana, Joaquín Balaguer, quien, pese a su ceguera, gobernó largos períodos su país. Añade que ha conocido "grandes estadistas", y ahí incluye a Fidel Castro, y también a "sinvergüenzas hijos de puta". No lo cita directamente, pero por el sesgo de la conversación queda muy claro que se refiere a otro gobernante dominicano, Lionel Fernández.

Al hablar de Fidel Castro se deshace en elogios: "es una eminencia, el hombre más importante de América en el siglo XX". "Es cierto que se trata de un talibán -añade-, pero en Cuba, Fidel era imprescindible y ha hecho lo que estaba obligado a hacer". Barceló es muy optimista sobre el futuro de Cuba, puesto que está convencido de que habrá una transición ordenada, que no la harán los cubanos de Miami, los del exilio, sino que la sustanciarán "los hijos de la Revolución".

Sin más, da un salto plantándose en Nicaragua para informar de que su presidente, el antiguo guerrillero sandinista Daniel Ortega, prácticamente un dictador, es "amigo mío". "No se quiere ir del poder, pero, con la ayuda China, abrirá el canal (para competir con el de Panamá), en Centroamérica habrá un nuevo canal por la decisión del presidente Ortega", asegura.

¿Qué le queda por hacer en Latinoamérica? A la pregunta responde diciendo que tiene previsto viajar a Panamá el 22 de noviembre con el objetivo de liquidar todas las empresas que posee e instalarse definitivamente en Mallorca, desde donde piensa seguir trabajando en su fundación y otras actividades, entre las que destaca la de ordenar su archivo y, de ser factible, ponerlo a disposición de la Universidad, para lo que tiene previsto reunirse con el rector Huguet.

La amistad y casi asociación que Damián Barceló mantuvo con José María Lafuente hizo que a lo largo de los años setenta, en los círculos jurídicos y empresariales de Palma, se les considerase como los abogados con unos de los niveles de ingresos más elevados. Barceló expresa su cariño hacia el desaparecido Lafuente: "era un hombre estupendo, hicimos muchas cosas juntos", asegura, recordando que irónicamente se les denominaba "San Cosme y San Damián, porque éramos los abogados que ganábamos más dinero de Palma".

Dicho eso, hace profesión de fe socialista, dice ser socialista aduciendo que ha tenido que ocultarlo, porque al trabajar con los bancos no le ha quedado más remedio, "puesto que los bancos lo que se dice socialistas pues la verdad es que no lo son", sentencia. Sobre la situación política española manifiesta que la ve francamente mal. "Me duele España", enfatiza, aunque matiza que está convencido de que tendremos gobierno. Hace referencia a Felipe González, de quien asegura ser amigo mostrando, para constatarlo, cartas que éste le ha remitido, opinando que ha sido el mejor estadista que ha tenido España e informa que sigue manteniendo un contacto habitual con el rey Juan Carlos, quien, tiempo atrás, le manifestó, en el transcurso de una conversación en el que salió a relucir el nombre del expresidente socialista, "por cierto, que ayer cené con él", sin ofrecer más detalles.

"No sé cómo acabará"

Zorro viejo, Barceló no se atreve a vaticinar cómo acabará la pugna que Pedro Sánchez mantiene tanto con los disidentes del PSOE como con Mariano Rajoy, aunque no descarta que el secretario general de los socialistas se dé "un gran batacazo", pero insiste en que es muy arriesgado hacer pronósticos.

En cuanto a su prevista reunión con el rector de la UIB recuerda que, además del asunto del archivo, le planteará si es posible que colabore en la restauración del poblado paleolítico hallado en Son Danús Nou. "Es un descubrimiento arqueológico de mucha importancia", destaca, por lo que considera que es "interesante" que la Universidad se involucre tanto en su conservación como en la divulgación del mismo. Si se acepta la colaboración, asegura, está dispuesto a hacer lo que sea necesario para que el poblado pueda ser visitado y objeto de investigaciones.

Buceando en su archivo extrae un carta dirigida a Fidel Castro en la que se cita a Gabriel Escarrer. Hoteles Meliá está firmemente asentada en Cuba, por lo que no deja de tener interés lo que con fecha de 1989, Bruno Kreisky, por los buenos oficios de Damián Barceló, escribió al dirigente cubano. "También quiero decirle -escribe- que Gabriel Escarrer es un hombre que estimo mucho y le tengo por una de las más grandes personalidades del mundo en el conocimiento y manejo del turismo. Damián Barceló le ha motivado para que haga crecer el turismo de Europa en América y que ese crecimiento lo manejen expertos europeos. Creo que Damián Barceló está consiguiendo sus objetivos". Concluye diciendo que a pesa de que su salud es deficiente no dejará de visitarle en Cuba. Otra carta de Kreisky, fechada en 1988 y dirigida al presidente de Costa Rica Oscar Arias, también guardada en el archivo de Barceló, fue entregada por éste al presidente costarricense para que facilitase la penetración de Meliá en el país. La amistad de Kreisky con Barceló parece haber sido determinante para la expansión hotelera de Escarrer.

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