Una de las visiones gratas que no faltan en Mallorca es el contemplar el edificio de una bodega, en medio de viñas, si este se adapta a su entorno. La bodega Son Prim, fundada por la familia Llabrés, en un paraje despejado y a la vez bucólico, en el término municipal de Sencelles, no lejos de olivos y pequeños bosques, es un ejemplo a seguir. Y es que la viña, además de ser un modo de vida para muchos, si bien de aquellas varias decenas de miles de hectáreas cualtivadas al llegar Filoxera, obligando a emigrar a muchos mallorquines, solo se habrán recuperado unas 3.000, es a la vez primordial en el paisaje. En ese paraje nacieron los racimos que dieron vida al tinto Merlot 2013, con estancia de un año en barrica de roble, especialmente francés y de EE UU. En su tonalidad domina un morado profundo. Aparecen frutas del bosque, tostados y especias en nariz. No falta fruta fresca en boca, con notas mentoladas y melosas.
