De todos los productos importados de América, el que más fácilmente se adaptó a la vida gastronómica de la isla, en poco tiempo, fue el pimiento. Tanto el dulce como el picante.
Partiendo de la fecha del descubrimiento de América observamos que el ritmo en la incorporación de los nuevos ingredientes hallados allí fue muy lento y muy diverso. Llama la atención que algunas diferencias se produjeran por las categorías establecidas entre las clases sociales. Lógico, el consumo y la introducción de un producto dependía de su precio y su abundancia. Son un ejemplo esclarecedor el pimiento y el chocolate.
Mientras las clases populares accedieron casi de inmediato a las diferentes variedades de pimiento, el cacao (el chocolate hecho con la masa y la manteca de cacao, además de azúcar) estaba reservado en exclusiva para las clases pudientes siendo considerado un signo de poder y privilegio. ¡Qué distinción tomar unas pastas tradicionales, a media tarde, con las amistades, en el palacete, en las inmediaciones de la Seu y la Almudaina! La generalización en el consumo del chocolate llegó con la bajada de precios como consecuencia de un crecimiento espectacular de la producción de cacao y de su comercio.
Las muchas variedades de pimiento empezaron a dar carácter y color a nuestra cocina. El pimentón dulce y picante cambió el color y el sabor de la sobrasada.
