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Arzobispo Ladaria: El papel de la mujer en la Iglesia, en sus manos

El jesuita mallorquín Luis Francisco Ladaria ha sido nombrado por el papa Francisco presidente de la comisión encargada de revisar el papel de la mujer en la Iglesia

El cargo en Roma de monseñor Ladarika es de los de máxima influencia: secretario de la congregación para la Doctrina de la Fe. Guillem Bosch

Desde las postrimerías del siglo XVIII e inicios del XIX, cuando el papa Queramonti, Pío VII, fue encarcelado por Napoléon, ningún clérigo mallorquín ha llegado tan alto en el escalafón vaticano como lo está haciendo el jesuita mallorquín Luis Francisco Ladaria. Si nos remontamos dos siglos en el tiempo hallamos al cardenal Despuig, Antonio Despuig Dameto, hijo del conde de Montenegro y de Montoro, quien a lo largo de su notable carrera eclesial siempre tuvo vara alta en los palacios vaticanos. Hombre de confianza de Pio VII, le acompañó en el destierro al que fue sometido por Bonaparte. Despuig fue un cardenal casi renacentista, mecenas y coleccionista de arte. El arzobispo Ladaria, nacido en Manacor en 1944 en los duros años de la posguerra española, es un hombre discreto como pocos, nada amigo de hacerse notar. Su cargo en Roma es de los de máxima influencia: secretario de la congregación para la Doctrina de la Fe, anteriormente denominado Santo Oficio de la Inquisición, uno de los instrumentos más temibles de los que dispuso la Iglesia católica romana para mantener el orden imperante durante siglos. El arzobispo Ladaria es el número dos de este fundamental dicasterio vaticano, presidido por el cardenal alemán ultraconservador Müller, quien no se recata en hacer afirmaciones muy opuestas a la línea que sigue el papa Francisco. Müller es uno de los principales dirigentes de la derecha de la Iglesia católica, por lo que sorprende que el papa le mantenga en el cargo para el que fue nombrado por el papa Ratzinger, Benedicto XVI, quien a su vez lo desempeñó en el largo pontificado del papa Juan Pablo II, que siempre se las tuvo tiesas con los jesuitas, hasta el punto de que Pedro Arrupe, el prepósito general de la Compañía de Jesús enviado al ostracismo por el pontífice polaco, preguntaba a quienes le visitaban si sabían qué le había hecho al Papa para que le dispensara tanta animadversión.

Despachos con el Papa

Luis Francisco Ladaria despacha con el papa Francisco, su cargo de secretario de la citada Congregación hace que todos los expedientes pasen por sus manos; tiene el encargo papal de que los más delicados, que incluyen los de pederastia, le sean entregados para su estudio. Ocurre que el actual papa no ha nombrado al cardenal Müller, pero sí lo ha hecho con Ladaria, también jesuita, con lo que no es sorprendente que entre ambos se haya establecido una corriente de confianza que hace pensar que en no mucho tiempo Francisco creará cardenal a Ladaria, entre otras razones porque los secretarios de las congregaciones vaticanas no suelen ser designados presidentes de las mismas, sino que son promocionados para otros cargos. El arzobispo mallorquín es, además, secretario general de la Comisión Teológica Internacional y consultor para la Congregación de los Obispos y del Consejo Pontificio para la Unidad de los Cristianos.Queda claro que es uno de los prelados fundamentales del actual organigrama del piramidal poder de la Iglesia católica.

El también jesuita Norberto Alcover, ahora al mando de la Compañía en Mallorca y amigo de Ladaria, afirma que éste es "tan discreto y humilde que no se le nota", pese a que ostenta un grado de influencia y de poder efectivo muy superior al de la mayoría de cardenales. Su ascedente queda constatado por la designación papal para presidir una nueva comisión. Oficialmente se trata de estudiar el acceso de la mujer al diaconado, el que permite recibir las llamadas órdenes menores, grado anterior al del sacerdocio. Norberto Alcover, ciñéndose a la postura oficial de la Iglesia, aclara que supone "empezar a estudiar el papel que la mujer ha de desempeñar desde el punto de vista ministerial, quedando únicamente excluido el decir misa y confesar". Pero a nadie se le escapa que la creación de la comisión, que ha sido recibida, como muchas otras iniciativas del papa Francisco, con irritación por la derecha más extrema católica, en especial por los movimientos que fueron protegidos por Wojtila: Opus Dei, Comunión y Liberación, Legionarios de Cristo, Camino Neocatecumenal, entre otros, constituye un punto de inflexión que deja abiertas muchas puertas, pese a que el propio papa dijera que el sacerdocio de la mujer era una cuestión zanjada, porque en la Iglesia católica una cuestión es dogmática o permanece abierta, y nadie ha dicho que el veto a que las mujeres puedan llegar al sacerdocio constituya dogma de fe.

Ladaria ingresó en la Compañía de Jesús a los 24 años, en 1966, después de obtener la licenciatura en Derecho por la Universidad Complutense de Madrid. Alcover destaca su mentalidad "muy jurídica", lo que le lleva a objetivar la realidad, analizarla, valorarla y optar por lo más conveniente. Con posterioridad, se licenció en Filosofía y Teología en las universidades de Comillas y Frankfurt, siendo ordenado sacerdote en 1973. Lo define como "centrista conservador, dialogante, inteligente y fiel". Ha desempeñado cargos de importancia en los papados de Juan Pablo II, Benedicto XVI y en la actualidad con Francisco. Fue Ratzinger quien lo nombró secretario de la Congregación para la Doctrina de la Fe. Desde que está en este fundamental dicasterio, la presión sobre los teólogos disidentes, que con Wojtila llegó al máximo, ha disminuido apreciablemente.

Se espera con interés el discurso que el papa pronunciará en Roma el dos de octubre, en la congregación general de los jesuitas. EFE

¿Qué puede esperarse de Ladaria al frente de la comisión que el Papa acaba de crear? Alcover se anda con pies de plomo precisando que "se iniciará una reflexión teológica para definir el lugar de la mujer en la Iglesia". ¿Hasta dónde puede llevar la reflexión? Alcover se moja un poco más: "si se admite el diaconado de la mujer es evidente que tendrá ulteriores consecuencias", aduce y aclara que la puerta que conduce al sacerdocio femenino no está cerrada, puesto que, como queda dicho, ésta no es una cuestión dogmática. "Este papa da pasos", afirma tajante el jesuita. El cometido de la comisión que preside Ladaria estriba en definir cómo funcionaba el diaconado en la Iglesia primitiva y qué funciones tendría en la sociedad actual.

Paritaria

El papa Francisco ha querido que la comisión sea paritaria: está formada por seis mujeres y seis hombres, entre ello una laica. "Es un gran avance -reitera Norberto Alcover-, aunque, como todo, se pueda mejorar, pero lo evidente es que una comisión de tales características constituye una auténtica novedad: antes los doce miembros hubieran sido cardenales".

Alcover señala que entre sus integrantes se halla el padre Santiago Madrigal, un jesuita profesor de Historia de la Iglesia en la universidad de Comillas y uno de los mejores conocedores del Concilio Vaticano II. Se trata de un jesuita claramente alineado en el centro izquierda de la Iglesia, por lo tanto abierto a aceptar los cambios que se estiman necesarios.

Al plantear a Alcover si Ladaria tiene garantizado el capelo cardenalicio, responde que no lo sabe, pero de lo que sí tiene la certeza es de que en modo alguno lo desea. "He conocido a muy pocas personas tan humildes y discretas como es él", asegura, añadiendo que no sería de extrañar que el papa se lo conceda, con lo que se convertiría en el quinto mallorquín en ser cardenal de la Iglesia católica tras Nicolau Rosell y Antoni Cerdá, en la Edad Media; Jaume Pou, en el siglo XVI, y Antonio Despuig.

El Papa Francisco ha tenido siempre una gran estima por el papel de la monjas en el seno de la Iglesia Católica. EFE

Alcover insiste en que el papa Francisco "toma medidas"; dice de él que "tiene un puño de hierro enfundado en guante de terciopelo", que es un papa que sigue decididamente el camino que considera correcto, aunque trata de hacerlo evitando el enfrentamiento directo. Por ello, ha encontrado en Luis Francisco Ladaria un colaborador en el que puede confiar plenamente. Norberto Alcover asegura que no hay que prejuzgar lo que hará la comisión, pero insiste en que el hecho de que sea paritaria y de que las seis mujeres que han sido elegidas sean monjas y una seglar muy preparadas, hace pensar que los resultados serán positivos, como también lo avala la distinta procedencia de los seis varones.

Cuando se le pregunta si Ladaria podría ser partidario de la ordenación sacerdotal de las mujeres, marca una larga pausa, para acabar diciendo que no está en condiciones de responder, aunque opina que mantiene una posición similar a la del papa Francisco. Pero Alcover reitera que si no se trata de un dogma, la cuestión permanece abierta.

A lo que habrá que estar atentos es al discurso que el papa pronunciará en Roma el próximo dos de octubre, en la congregación general de los jesuitas, en la que se elegirá al sucesor del actual prepósito general, el padre Nicolás. Se trata de uno de los sucesos más relevantes de la Iglesia católica, seguramente el de mayor trascendencia tras el conclave en el que se procede a la elección del papa. En su día, la congregación general rechazó al candidato auspiciado por Juan Pablo II, que no obtuvo ni un solo voto. Los jesuitas, a lo largo de las casi tres décadas del pontificado de Wojtila, junto con el de Pío IX, en el siglo XIX, el más largo de la hisotira del papado, tuvieron que replegarse y mantener unperfil muy bajo dada la indisimulada animadversión que el papa polaco les dispensaba. Juan Pablo II eliminó a la práctica totalidad de los jesuitas que tenían cargos de relevancia en el Vaticano. El único que sobrevivió fue el padre Lombardi, en los servicios de comunicación de la Iglesia. Ahora hay un jesuita al frente de la Iglesia católica y quienes han perdido mucho del protagonismo obtenido en la etapa restauracionista de Wojtila han sido las organizaciones que se mueven en el sector más retrógrado de la Iglesia, entre ellas los citados Opus Dei y Legionarios de Cristo, estos últimos afectados por los gravísimos escándalos de sexo y pederastia protagonizados por su fundador, el sacerdote mejicano Marcial Maciel, que siempre estuvo protegido por Juan Pablo II, pese a que las denuncias por lo que estaba ocurriendo en su organización eran numerosas y algunas, a través del entonces cardenal Ratzinger, llegó a conocer, aunque se negó en redondo a darles crédito.

El futuro

Norberto Alcover opina que el arzobispo Ladaria es la persona adecuada para presidir la comisión sobre el diaconado de la mujer. Dice que las conclusiones que salgan de la misma, que está convencido de que serán positivas, marcarán un camino a seguir, lo que en un futuro más o menos cercano cambiará sustancialmente a la propia Iglesia.

Si en la católica se llegará a ver a mujeres oficiando misa y incluso siendo elegidas obispas, como sucede en la mayoría de iglesias cristianas protestantes y en la anglicana, la Iglesia de Inglaterra, que se prepara para tener a una mujer al frente de la misma, en el arzobispado de Canterbury, es algo para lo que previsiblemente todavía falta tiempo, pero el hecho de que se ponga en marcha la comisión para estudiar el acceso de la mujer al diaconado, una definición lo más neutra posible, tendente a evitar interpretaciones excesivas, ya supone un cambio que Alcover no duda en calificar de "cualitativo". "Estudiar el el papel de la mujer en la Iglesia desde una perspectiva ministerial -afirma- tiene una enorme trascendencia, supone iniciar el camino para que las mujeres puedan administrar los sacramentos: dar la comunión y bautizar, quedando tan solo excluidas de la confesión y de oficiar misa, que es lo que compete al sacerdote, pero no se puede negar que para la Iglesia católica constituirá un paso importante".

Alcover se encoge de hombros al plantearle si se verán sacerdotisas católicas, aunque reconoce que por el momento las resistencias son muy fuertes y que es una cuestión que formalmente no está planteada.

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