Al hilo de las palabras de Jamie Oliver, comentadas el pasado domingo, y a las de otros gastrónomos de prestigio que quedaron impresionados por calidad, variedad y creatividad de nuestra cocina, podemos llegar a conclusiones.
Todas las cocinas de la ribera del Mediterráneo tienen puntos en común, entre ellos el consumo de pescado azul y mariscos, la abundancia de aceites de oliva, frutas, verduras, vinos, etc, así como menos carnes y lácteos. Todo ello, recomendable desde el punto de vista de la salud.
Nuestra cocina es una de las más creativas del Mediterráneo. No es, seguramente la mejor, pero está entre las mejores. No es la que utiliza los ingredientes más caros ni sofisticados, pero éstos son de gran calidad. Desde siglos atrás viene basándose -puede que por la sencillez de sus gentes- en los productos de temporada y de proximidad, conceptos básicos para una buena y sana cocina actual.
Pese a que disponemos de platos muy variados y excelentes para el paladar, nuestra cocina anda acomplejada y cede des de hace lustros, ante la llegada de gastronomías, también buenas, pero no necesariamente mejores. ¿Es nuestra coca inferior a las pastas foráneas? ¿O nuestros platos de berenjena -tombet, pasteles, con leche, con alioli, rellenas- inferiores a los que se despachan a miles en los súper? Haríamos bien en valorar, sin complejos, nuestro patrimonio gastronómico.
