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Y tú, ¿cuánto reduces? (V)

La planta de valorización energética de son reus trata aquello que el ciudadano no deposita en el contenedor de recogida selectiva.

Líneas 1, 2, 3 y 4 de incineración LluÍS Amengual

El fenómeno de la saturación empieza a ser tema de debate recurrente entre la población de las islas. Y es que estamos ante la semana de mayor presión humana de todo el año. Estos días, Balears alberga más de 2.000.000 millones de personas entre turistas y residentes. Todo ello en la semana en la que el Govern ha lanzado, junto a patronales y sindicatos, una campaña a favor del turismo sostenible. "No estamos en situación de colapso porque las infraestructuras están aguantando", se ha apresurado a asegurar esta semana Biel Barceló, vicepresidente del Govern. Un básico conocimiento de las infraestructuras de Mallorca en particular, y de las islas en general, basta para saber que esta afirmación es una verdad a medias. O una mentira a medias. Las depuradoras son el máximo exponente de esta situación. Mayoritariamente obsoletas, con mantenimiento precario, infradimensionadas para tratar el agua residual generada para los picos poblacionales que se registran en verano y unas dotaciones presupuestarias insuficientes, son el ejemplo de que las infraestructuras están aguantando el tipo, sí, pero sin hacer correctamente su trabajo.

Entre las infraestructuras que debido a su dimensionamiento sí está absorbiendo la presión de estas semanas es la planta de valorización energética de Son Reus.

Tambores fermentadores de materia orgánica. TIRME

¿Qué se termina incinerando?

Actualmente el ciudadano de Mallorca tiene que clasificar sus residuos en, al menos, tres fracciones: envases ligeros, papel y cartón, vidrio. Además, en un número cada vez mayor de municipios se ha ido incorporando la fracción orgánica de residuos municipales (FORM), aquella formada por restos de comida y que se destina a la producción de compostaje. El resto de los residuos, aquellos en el ciudadano no deposita en los contenedores de recogida selectiva, se denomina fracción resto o rebuig. Un residuo que supone, a la práctica, el mayor porcentaje de todas las fracciones. Por ejemplo, con datos de producción de mayo, del total de residuos urbanos que se recogieron selectivamente en Mallorca un 2 % correspondieron a la FORM; un 3 % en peso a envases; un 4 % al vidrio; un 5 % al papel y cartón y el resto, es decir, un 86 %, fueron fracción resto o rebuig. Por tanto, del total de residuos generados en Mallorca, solo el 14 % en peso se recogieron de manera selectiva mientras que el resto tuvo como destino la planta de valorización energética de Son Reus.

La evolución mensual del volumen de residuos destinados a la incineración también sufre un incremento espectacular a tenor de los datos oficiales. Mientras que los meses de temporada baja la media de toneladas diarias incineradas supera ligeramente las 1.000 (1.124 por cada día de enero y 1.157 en febrero), a partir del mes de marzo el incremento es paulatino hasta el mes de agosto. Así, la planta de valorización energética de Son Reus trató 1.268 toneladas en marzo; 1.469 en abril; 1.623 en mayo; 1.810 cada día de junio; 1.948 en julio y 1.892 de media diaria en lo que llevamos de agosto. Todas estas toneladas de residuos se gestionan en una de las cuatro líneas de incineración. Los primeros dos hornos se pusieron en marcha el mes de marzo de 1997 y tienen una capacidad de tratamiento anual de aproximadamente 300.000 toneladas mientras que los otros dos, más recientes, pueden tratar 430.000 toneladas anuales. Es decir, en total se dispone de capacidad de tratamiento anual de 730.000 toneladas.

¿De dónde proviene el residuo?

El residuo que termina en el foso de la planta a la espera de ser incinerado tiene diferentes orígenes. Por una parte, aquél que ha sido transportado directamente por parte de ayuntamientos o sus empresas concesionarias mediante los camiones que transportan la fracción resto. Pero no son los únicos usuarios. A ellos se le suman los residuos recogidos en las estaciones de transferencia: instalaciones ubicadas en Alcúdia, Binissalem, Campos, Manacor y Calvià que permiten hacer más eficiente el transporte de los residuos desde su punto de generación hasta la planta de Son Reus. Unos residuos que, si el ciudadano hubiera depositado en el contenedor correspondiente de recogida selectiva, hubieran sido reciclados y no incinerados.

Sin embargo, a la incineración de residuos urbanos se le suman otros de diferente procedencia y que terminan en el mismo lugar. Algunos de ellos, por sus características, requieren este tratamiento. Es el caso de los residuos sanitarios de grupo II que, después de ser recogidos en clínicas, hospitales, dentistas o tatuadores, son eliminados mediante la incineración. A ellos se le suman los plásticos agrícolas, muy deteriorados y con elevada concentración de tierra, lo que dificulta su reciclado; despojos animales, en lo que en nomenclatura técnica se denomina SANDACH (subproductos animales no destinados a consumo humano) así como neumáticos fuera de uso y MER, materiales especialmente de riesgo, también de procedencia animal.

Los impropios: el resultado de no reciclar bien

"Los recicladores nos dedicamos a reciclar lo que se puede reciclar. No somos magos", es el mantra de aquellos que se dedican al sector del reciclaje. Y es que basta con observar qué se deposita en cada contenedor de recogida selectiva para entenderlos. Un contenedor de vidrio con tubos fluorescentes, un contenedor de papel y cartón con tetrabriks o uno de envases ligeros con tuberías es buena muestra de lo que se deposita incorrectamente por parte del ciudadano en los contenedores de vía pública. ¿Qué se hace con todo este residuo? "Evidentemente, esto tiene que pasar un proceso previo de triaje para separar los impropios del residuo reciclable", aseguran diferentes fuentes del sector. Ese fluorescente, ese tetrabrik o esa tubería son los denominados impropios: todo aquello que se deposita en el contenedor que no le corresponde. Pero hay muchos más, posiblemente centenares. Algunos de nivel pro: copas y vasos que no deben ir al contenedor de vidrio sino al contenedor de fracción resto o rebuig; papel manchado, como las cajas de pizza que terminan en el contenedor de papel cuando deberían ir al rebuig; la manguera vieja, que no puede ir al contenedor de envases o el plato roto que también tienen que ir al rebuig.

Así, después de transportar el residuo a la planta de preselección que corresponda (vidrio, envases ligeros, FORM o papel y cartón) los impropios se seleccionan del residuo reciclable porque entorpecen el reciclaje. ¿Dónde termina esta fracción? "La enviamos a la planta de valorización energética de Son Reus. No dejan de ser residuos que el ciudadano ha depositado en el contenedor que no le corresponde", afirman fuentes del sector.

Y a juzgar por los datos, no son pocas toneladas. Por ejemplo, durante los primeros seis meses del año, el total de impropios procedentes de la planta de envases ascendió a 3.055 toneladas. Es decir, 3.055 toneladas de residuos que deberían haber sido depositadas en otros contenedores. 3.055 toneladas de residuos que no se reciclaron. Casi nada.

Otro de los residuos que terminan en el foso son aquellos procedentes de residuos de construcción y demolición como tuberías, sacos, plásticos, etc. así como voluminosos como muebles y partes incinerables de electrodomésticos previamente tratados por la empresa concesionaria Mac Insular, que envía los subproductos a incinerar a Son Reus. Y son una cantidad destacada y creciente: de las 2.674 toneladas de enero, las 3.092 de febrero y las 4.020 de marzo se ha ido incrementando a las 4.574 de abril, las 4.722 de mayo y las 4.539 de junio.

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