Diario de Mallorca

Diario de Mallorca

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

2.010.520

Saturación en agosto: ¿Puede Mallorca duplicar la población?

Entre este fin de semana y el próximo la isla superará el millón y medio de habitantes. En el conjunto de Balears se saltará por encima de los dos millones. La avalancha turística está alcanzando cotas inéditas.

Saturación en agosto: ¿Puede Mallorca duplicar la población?

Los casi 7.500 millones de habitantes que en 2016 habitan el planeta Tierra caben en los 3.500 kilómetros cuadrados de la superficie de Mallorca. Un tanto apretados: a cada habitante le corresponde medio metro cuadrado. El dato lo ofrece irónicamente el catedrático de Geografía Humana de la UIB Pere Salvà, quien analiza los ofrecidos por el Institut d´Estadística de les Illes Balears, que dejan entrever que en algún momento de los dos próximos fines de semana en Mallorca se superará el millón y medio de habitantes, mientras que en el conjunto de las Islas se alcanzarán sobradamente los dos millones (El año pasado fueron 2.010.520 en estas fechas). Se trata de registros inéditos, que constatan que la avalancha turística que se recibe este año supera todo lo conocido. Es una presión humana que pone a prueba los recursos de los que Mallorca, también Eivissa, disponen para atender a una población que dobla holgadamente la habitual en los meses invernales. El profesor Salvà precisa que una población, la de Mallorca, de algo más de 800.000 personas se duplica en el cogollo del verano, mientras que la de Eivissa, de 140.000, se triplica, al alcanzar casi las 400 mil. Tampoco Menorca se queda corta: pasa de los 90.000 a más de 200.000.

La pregunta es obligada: ¿alcanzan los recursos disponibles para mantener, aunque solo sea unos pocos días del verano, semejante población? Salvà especifica que el consumo de recursos: agua, electricidad y territorio es muy considerable, lo que se traduce en lo que denomina "angustia territorial", el síndrome de estar encerrado en una ratonera. Añade que la presión demográfica que se registra en verano provoca una "saturación de problemas": tráfico excesivo, generación de residuos difícil de eliminar, necesidad de disponer de más desalinizadoras, y así una colección de infraestructuras que requieren unas inversiones muy cuantiosas.

Concepto ideológico

La siguiente pregunta es la reiterada una y otra vez a lo largo de las últimas décadas: ¿es sostenible el modelo turístico balear? Pere Salvà afirma taxativo que el concepto de sostenibilidad es esencialmente ideológico, dado que la sostenibilidad se mueve entre los que postulan que los problemas se solucionan si se dispone de la tecnología adecuada, construyendo las infraestructuras que sean necesarias (modelo desarrollista), hasta quienes defienden que se ha de parar y proceder a la racionalización de los recursos. El primer modelo, el que en buena medida se ha venido aplicando en Mallorca y en Eivissa, lleva a un "estrés territorial".

¿Cuál es la solución? El catedrático de Geografía Humana reconoce que dar una respuesta es difícil, aunque señala que algo sí se puede hacer a través de la ordenación territorial y elaborando planes estratégicos sobre turismo, pese a que en el medio siglo transcurrido de desarrollo turístico no se ha elaborado ninguno. "Se ha hablando hasta la saciedad de desestacionalizar y de incrementar la calidad, pero, a la postre, no se ha hecho nada efectivo", afirma.

Han sido las "crisis globales", que desde la década de los noventa mantienen en tensión la ribera sur y este del Mediterráneo, las que han desencadenado los constantes incrementos de visitantes que se han dado en las Islas. Desde 1994 el incremento anual se sitúa en las 800.000 personas hasta llegar a los 14 millones de visitantes que probablemente se computarán al finalizar 2016. De ellos diez millones corresponderán a Mallorca, tres a Eivissa y uno a Menorca. Esa situación hace que se establezcan una actitudes hacia los turistas que han pasado de la simpatía en una primera fase hacia la de "agentes comerciales" en una segunda, que es la que impera en la actualidad, y que se empiecen a detectar síntomas de animadversión, propios de la tercera fase, cuando se llega al grado de saturación, lo que lógicamente hace que afloren los problemas. Salvà asegura que "si fuéramos inteligentes se promovería una planificación adecuada, pero hacemos lo contrario: aumentamos la presión sobre el territorio". Esa es la situación que puede desembocar en la cuarta fase, la que hace que se vea al turista como el responsable de los problemas, la "cabeza de turco", cuando en realidad los exclusivos responsables "somos nosotros", aduce el profesor Salvà.

El sociólogo Andreu Grimalt es de una opinión similar; dice que por el camino que vamos, acabaremos por "matar la gallina de los huevos de oro". De ninguna manera se trata de "demonizar" la industria turística, que es la fundamental fuente de riqueza y desarrollo de las Islas, sino de "racionalizar", de entender que se ha de planificar, de comprender que no se puede aceptar que crezca indefinidamente el número de visitantes. Grimalt afirma que los ciudadanos están en disposición de asumir que se han de poner unos límites adecuados para impedir que la saturación acabe por generar problemas insolubles. Entrar en la fase de "morir de éxito" es lo que temen Pere Salvà y Andreu Grimalt, porque si nos adentramos en la senda de la degradación, Mallorca acabará por ser un destino que únicamente se escoge en función del precio.

¿Quiénes serán los responsables si se llega a la cuarta fase enunciada por el profesor Salvà? La respuesta que ofrece es la de que lo será la sociedad en general, aunque establece grados, correspondiendo el primero a los hoteleros, concretamente a las grandes cadenas, puesto que asegura que el pequeño y mediano es consciente de la situación, mientras que los grandes, al desarrollar su negocio globalmente, en el ámbito internacional, tienen otra perspectiva: la de que si falla Mallorca, las posibles pérdidas las compensarán con las ganancias que obtengan en otras zonas turísticas.

¿Cuándo puede llegar el colapso? Pere Salvà dice que evitarlo está en manos de que se tome la "decisión política" adecuada. Destaca que si se dispone de la tecnología necesaria, de los recursos económicos para crearla y mantenerla, que no son pocos, es factible mantener la población que se desee. Recuerda que en los planes urbanísticos que se diseñaron en la década de los sesenta del pasado siglo, en los años en los que se inició el despegue de la industria turística en Mallorca, se planificó construir para hasta cuatro millones de habitantes. Si el actual modelo de crecimiento se mantiene, hacia 2020 puede llegarse a una situación muy cercana a la del colapso, dado que será muy difícil gestionar los recursos para una población de incluso más de tres millones de personas. En ese supuesto se producirían restricciones en el suministro de agua en algunas zonas, con un incremento brutal de su coste; cortes de electricidad y un gran problema consistente en disponer de lugares adecuados para almacenar los residuos que semejante índice de población generaría.

Incremento de la natalidad

Hay un dato que evidencia el potencial peligro que acecha a Mallorca y también a Eivissa: España pierde población, tiene unas tasas de mortalidad superiores a las de natalidad, excepción hecha de Balears, donde los índices de natalidad superan a los de mortalidad. En las Islas la población sigue en línea ascendente. Es la constatación de que se hace imprescindible introducir una planificación adecuada.

Contando con todo lo expuesto, ¿es el impuesto turístico, la ecotasa, una medida en la buena dirección? Pere Salvà no tiene dudas: "El impuesto es bueno, porque es necesario establecer una corresponsabilidad". Pone diversos ejemplos, destacando el de Chicago, una de las grandes ciudades de Estados Unidos, donde los turistas pagan una doble tasa: la estatal y la creada por el ayuntamiento de la ciudad (el alcalde fue uno de los principales asesores del presidente Obama, Rahm Emanuel). Para Salvà lo que ha de quedar claro es el destino de lo que se recaude, que, opina, debería destinarse a proyectos de mejoras medioambientales. "De lo que se trata -manifiesta- es de que se tomen medidas tendentes a establecer la planificación que se necesita; no es aceptable dejar que las cosas siguan como hasta ahora, hay que planificar y racionalizar, para que el turismo siga siendo la gran riqueza de Mallorca y también la de Eivissa, donde ha funcionado la apuesta por el lujo".

Compartir el artículo

stats