Puede suceder que al analizar el devenir de nuestra cocina „con frecuentes "invasiones", cambios en las costumbres y la introducción de "tradiciones" que han ido conformando nuestro carácter„ la gastronomía pueda parecer algo puramente azaroso.
Sin negarle cierta eventualidad histórica que resulta innegable, a través del estudio del pasado vemos que la cocina está en el centro de la vida de los mallorquines desde hace cientos de años y que cualquier recetario antiguo nos transmite algo mucho más profundo que un azar histórico: nos habla de diferentes formas de vida, incluso de hablar un mismo idioma utilizando formas muy diversas y enriquecedoras; de tradiciones populares, de creencias religiosas, de la forma de vida de nuestros mayores, de su filosofía de la vida, de sus trabajos más comunes „siempre en el campo, el mar o la montaña„, de sus remedios caseros€ Es, en definitiva, un elemento „puede que el que más„ que nos aporta información sobre el conjunto de conocimientos históricos, científicos y de otra índole fruto de la observación, del estudio o de la experiencia€ Y más o menos, ¿No es eso es la cultura?
Pero además de cultura „en nuestro caso, popular„ la cocina evoca seres queridos, muchos de los cuales han desaparecido, recuerdos únicos, lugares que nos fueron familiares, días más o menos felices. Nada de ello es fugaz, sino esencial en nuestras vidas.
