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Oblicuidad

´Els carnissers´, en tiempo presente

´Els carnissers´, en tiempo presente

Quiero pensar que ningún adolescente finaliza en Mallorca la educación secundaria sin haber disfrutado con la lectura de Els carnissers, ahora reeditada. De lo contrario, no entiendo demasiado bien para qué sirven colegios, profesores y planes educativos, aunque sin abogar en ningún caso por la solución Erdogan. En 1968, un veinteañero Guillem Frontera alumbró una novela de tensión inalcanzable para escritores de cualquier edad no apellidados Salinger. No solo nos interesa la literatura. Mejor aún, la literatura no nos interesa. Sin embargo, el asombro se adueña de quien lee hace casi medio siglo esta reflexión:

-¿I si un dia no vénen més turistes? Ara creim que aixó no passarà mai i Déu faci que no. Però tot és possible.

En un país diferente, hubieran encerrado a Frontera en una habitación sin distracciones, para que se limitara a describir el siglo XXI como un Ray Bradbury mediterráneo. Sin embargo, al pluriempleado de la pluma no le quedó más remedio que acatar el presente. Ahora que cada vivienda mallorquina es un hotel de la cadena airbnb.com, escuchamos con redoblada atención a su Fulgenci Pugiula, el aristócrata obligado a desprenderse de su casa señorial en el casco antiguo de Palma:

-¿Què en faries tu, de la meva casa?

-Ja ho veuriem. S´hi podria fer un bon hotel.

Repitamos, en 1968. La guerra soterrada entre señores y amos, trasladada a las correrías de sus vástagos en los capítulos pares de Els carnissers. La novela no se proyecta hacia el futuro, hasta alcanzarnos como el desenlace postergado de la década prodigiosa. Frontera no lo confesará nunca, pero revistió nuestro presente con los ropaje de los sesenta.

A continuación, el autor se sentó a esperar el desfile de sus protagonistas. Empezando por la encumbrada Coloma, la arribista "asseguda damunt els diners de la família, damunt la seva pròpia ambició". Se ha necesitado medio siglo para que se hiciera realidad la Mallorca de Frontera, con sus temores y pesares, con los corsés donde la mala reputación de una persona se resume en que "la xerren".

Aguardar al futuro es una pérdida de tiempo, cuando bastaría una visita al pasado para identificar el presente. Mallorca ha calcado los planos trazados en Els carnissers, pero sin reconocer la autoría. Son Puig-gros no queda en manos de su antiguo "porquer". Será traspasada a prusianos o rusos, y debe figurar en la agenda del alumnado si la isla ha de sobrevivir a sus depredadores. El epílogo de Nanda Ramon facilitará la tarea de docentes sobresaturados.

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