Diario de Mallorca

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Memorias de la cocina

Pobre y rica, cocinas complementarias

Pobre y rica, cocinas complementarias

Con frecuencia distinguimos las excelencias de la cocina rica de Mallorca, tan distinta de la que ha funcionado a lo largo de siglos a golpe de ingenio para conseguir, mucho más que el placer gastronómico, la pura supervivencia. Pero las dos cocinas se complementan puesto que a falta de carnes, caza, pescados y mariscos de calidad, además de dulces elaborados en conventos, la cocina humilde aporta autenticidad basada en la imaginación, en el aprovechamiento máximo de los ingredientes más a mano y, en muchas ocasiones, a la caza y la pesca que aportaba el regusto de una cierta furtividad. Puede que entonces, cuando no existían los desequilibrios ecológicos actuales, no fueran etiquetados de furtivos en el más peyorativo de los sentidos, aunque lo sean hoy.

La aportación europea introducida por la nobleza ofrece un refinamiento, largas elaboraciones, vistosas presentaciones y salsas glamorosas contra la que no puede competir la cocina preparada a pie de era o la elaborada -más bien poco- en la casita de roter, aprovechando unos minutos de descanso y una mínima expresión de despensa. Pero aun así, las dos cocinas son complementarias, intentando la última imitar detalles de la primera con ingenio, y suspirando en ocasiones la otra para alcanzar los sabores únicos que se desprenden de una cocina, puede que más primitiva, pero variada, colorista, sabia y sabrosa.

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