Diario de Mallorca

Diario de Mallorca

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

80 años del golpe: Mallorca, domingo, 19 de julio de 1936

El martes se cumplen 80 años del inicio de la sublevación militar en Mallorca contra la Segunda República - Tres historiadores desmenuzan los preparativos del llamado Alzamiento y cómo se desarrolló en la isla

La aviación republicana atacó Palma y causó daños en zonas céntricas como las avenidas o la Porta de Sant Antoni.

El domingo 19 de julio de 1936 amaneció caluroso, propio del inicio de la canícula; caluroso y preñado de inquietantes noticias: dos días antes, el Ejército de Africa se había sublevado contra el Gobierno republicano. El sábado, la rebelión, el golpe de Estado, se extendió a la península con desigual fortuna, puesto que en las grandes capitales y en toda la costa mediterránea los militares parecían estar fracasando; no así en las dos Castillas, Galicia y otras zonas, donde las confusas noticias hablaban de que los golpistas se estaban imponiendo. El sábado, en Palma, el gobernador civil, Antonio Espina, un intelectual alineado con el presidente de la República, Manuel Azaña, se había entrevistado con el comandante general, general de división Manuel Goded, quien le había dado garantías de la lealtad de los militares acantonados en las islas a la República. A Espina ingenuamente le convencieron las promesas de Goded, por lo que se negó en redondo a entregar armas a las organizaciones del Frente Popular, tal como se le había demandado en una reunión celebrada en Gobierno Civil. En ese enrarecido ambiente amaneció el 19 de julio. La noche anterior, los golpistas se preparaban en diferentes puntos de Ciutat: básicamente en la comandancia militar, en el Palau de la Almudaina, mientras que en el Círculo Mallorquín (hoy sede del Parlament balear) la trama civil del golpe, coordinada por el teniente coronel de Ingenieros Luis García-Ruiz, se disponía, a salir a la calle bien armada.

El catedrático de Historia Contemporánea de la UIB, Sebastià Serra, destaca que el golpe estuvo "muy planificado y pensado", porque desde el primer momento dispuso de "una organización importante". Serra pone el énfasis en la entrevista que el gobernador civil mantuvo con el general Goded y en el hecho de que éste consiguiera engañarle asegurándole que en Mallorca no había en marcha ninguna conspiración militar contra la República. Sobre la entrevista entre Antonio Espina y el general Goded, el decano de la Facultad de Filosofía y Letras de la UIB y profesor de Historia Moderna, Miguel Deyá, afirma que "Goded declaró el estado de guerra con gran sorpresa por parte del gobernador civil". Apreciación que igualmente comparte el profesor de Historia Contemporánea de la UIB y especialista en la época de la Guerra Civil, Antoni Marimón.

Goded no perdió ni un minuto en la mañana del 19 de julio. Casi al alba, al tiempo que las acuarteladas tropas salían a la calle para tomar los centros neurálgicos: Gobierno Civil, Correos, Telefónica, estación del tren y proceder a la clausura de los locales de las organizaciones y partidos del Frente Popular, hizo público el bando militar por el que se declaraba el "estado de guerra". Decía así: "Resuelto a mantener inflexiblemente mi autoridad y el orden, será pasado por las armas todo aquel que intente, en cualquier forma, de obra o de palabra, hacer la más mínima resistencia al Movimiento Salvador de España". El golpe de Estado estaba en marcha. Falange y los otros partidos de la derecha, Renovación Española, Carlistas y las Juventudes de Acción Popular (JAP), la organización más radicalizada de la CEDA de Gil Robles, también salieron a la calle, según el plan acordado por Goded con García Ruiz y el marqués de Zayas, el máximo dirigente de la Falange en Mallorca. En Palma, los republicanos no tuvieron ninguna posibilidad de reaccionar. El golpe triunfó de inmediato procediéndose a la detención de los dirigentes de los partidos y sindicatos de izquierda, entre ellos el alcalde de Palma, Emili Darder, quien fue conducido, ya enfermo, a Bellver. El gobernador Espina, depuesto de inmediato, fue sustituido por García-Ruiz, quien, junto al comandante Mateo Torres Bestard, amigo del general Franco desde los tiempos en que éste fue comandante general de Balears, asumieron la dirección de la violenta represión que, desde agosto, se desató por toda Mallorca. Tanto Serra como Marimón señalan que ambos constituyeron la cúpula de la estructura represiva que perpetró los masivos fusilamientos de los meses posteriores. El triunvirato represivo estaba formado por los dos citados y el policía Barrado, encargado de buena parte del "trabajo sucio"; es decir, de proceder a los fusilamientos, para los que fundamentalmente se dispuso de los elementos de la Falange.

Disparos en cort

A media mañana del domingo los golpistas ya se habían hecho con el control de Palma. Los escasos atisbos de resistencia en Ciutat se yugularon de inmediato. Lo que no pudo evitarse fue que en plena plaza de Cort, frente al Ayuntamiento, cuya alcaldía ya ocupaba, por directo nombramiento de Goded, el comandante jurídico Mateo Zaforteza, se produjera un incidente que se saldo con un par de muertos. Sucedió que una columna de soldados se adentró en la plaza topándose con un grupo de civiles armados. El oficial al mando de la columna pensó que se trataba de republicanos dispuestos a oponerse al golpe por lo que ordenó abrir fuego. En realidad eran falangistas. En el intercambio de disparos hubo dos muertos: un capitán de artillería y un falangista. Este fue el único enfrentamiento de consideración que se vivió en Ciutat, donde la mayor parte de la población asistía, según coinciden Serra, Deyá y Marimón, entre estupefacta y asustada a los acontecimientos.

En otras ciudades de Mallorca la resistencia adquirió mayor envergadura, pero pudo ser sofocada con rapidez. En el Port de Pollença, donde se procedió por parte de la Guardia Civil a la detención de Alejandro Jaume, conducido a Bellver, Esporles, Sóller y Manacor, algunos carabineros intentaron resistir. Al igual que los ferroviarios, que incluso declararon la huelga general, pero la resistencia fue poca e inútil. El mismo día 19 los militares tenían el control de Mallorca. Goded quedó plenamente convencido de haber estabilizado la situación, por lo que viajó a Barcelona para ponerse al frente de la sublevación. El general abandonó Mallorca sabiendo que se la jugaba. Así fue: En Barcelona, el golpe quedó abortado; Goded, sometido a un consejo de guerra, fue fusilado.

Las autoridades golpistas eran los citados García Ruiz, en Gobierno Civil; Mateo Zaforteza, en la alcaldía de Palma, y Ramos Unamuno en la presidencia de la Diputación. El coronel Díaz Freijóo se hizo cargo de la comandancia general. Su papel es importante, puesto que tanto García Ruiz como Torres Bestard presionaron al máximo para lograr su destitución. Lo consideraban "tibio", por no aplicar lo estipulado en el bando de guerra dictado por Goded. Torres Bestard incluso escribió una carta al general Franco en la que le exponía que no se fusilaba lo suficiente. El desembarco de Bayo en Porto Cristo, en los primeros días de agosto, aceleró su destitución. A partir de ese momento, explican Serra y Marimón, Luis García Ruiz y Torres Bestard tuvieron las manos libres para desatar la violenta represión que se abatió sobre los republicanos mallorquines, hasta llegar a contabilizarse unos 2.500 fusilamientos, según las estimaciones más solventes. El escritor católico francés George Bernanos, en Los grandes cementerios bajo la luna, horrorizado por lo que sucedía en isla, donde se encontraba, afirmó: "Aquí fusilan como si talaran". Solo la sustitución de García Ruiz por José Quint Zaforteza en el Gobierno Civil, ya bien entrado 1937, atemperó la represión. Parece que éste dijo, al tomar posesión, que se habían acabado "las noches lóbregas en esta casa".

Miguel Deyá reitera que las posibilidades de los republicanos de oponerse al golpe eran prácticamente inexistentes. Incide en que el cuerpo de Carabineros, algunos de sus integrantes, fue el único que intentó alguna resistencia, especialmente en sa Pobla y Manacor, además de Sóller, y precisa que la represión más virulenta se desata a partir del 16 de agosto, el día en que Bayo desembarca en Porto Cristo. Deyá enfatiza el comportamiento "absolutamente torpe" de las autoridades republicanas entre febrero y julio de 1936, diciendo que si en toda España la pauta seguida hubiera sido la de Mallorca no habría habido la Guerra Civil, "puesto que el Movimiento se habría impuesto sin problemas".

Quinta columna

Deyá señala que la represión se desencadena porque los militares entienden que, después de lo de Bayo, no puede haber una "quinta columna" republicana, a lo que añade que estratégicamente Mallorca era fundamental, al ser los de la isla los únicos puertos del Mediterráneo español controlados por los sublevados. El decano de la facultad de Filosofía y Letras dice que Bayo aguardaba un "levantamiento republicano" en Mallorca tras el desembarco, que no se produjo, comentando que ha conocido a militares que se preguntaban incrédulos las razones por las que Bayo reembarcó sus tropas, dado que de haber proseguido el avance hacia Palma no habría podido ser frenado. En cuanto a la represión, sentencia que "aquello fueron animaladas llevadas a cabo con fines propagandísticos". Tampoco pone en duda la "absoluta adhesión" de la Iglesia católica, con el obispo Josep Miralles al frente, al golpe, argumentando que la jerarquía católica tenía sus razones para apoyar a los sublevados, ya que se había intentado quemar las parroquias de San Jaime y Santa Fe.

Los militares ocuparon el edificio de Telefónica, uno de los núcleos de comunicación claves, en el paseo del Born.

A medida que transcurrían las horas, pese a las noticias que llegaban de algunos pueblos sobre los conatos de resistencia, en Palma se adquirió la certeza de que los militares habían ganado la partida, por lo que se inició la huida de los republicanos más destacados, en el caso de poder hacerlo, mientras que otros optaron por esconderse, entre ellos los hermanos Matas. Pero las detenciones fueron inmediatas: Can Mir, Illetes y Bellver fueron algunos de los centros en los que se encarceló a los republicanos, acusados siempre del mismo delito: auxilio a la rebelión, una incongruencia que poco importaba. El profesor Marimón dice que la conspiración dispuso de un "elemento militar" de gran potencia, lo que le dio garantías de éxito desde su inicio. En la isla funcionaba la denominada Junta Divisionaria de Mallorca de la Unión Militar Española (UME), formada por militares de extrema derecha opuestos a la República. La presidía el "siniestro", según Marimón, Mateo Torres Bestard; a esas fuerzas militares había que sumar los aproximadamente 300 falangista que controlaba el marqués de Zayas, "hombres dispuestos a todo", aseguraba, además de los carlistas de José Quint Zaforteza. "En la sublevación -comenta Marimón- jugaron un papel destacado los botifarres, junto a los militantes de Renovación Española, liderados por el capitán Eduardo García de la Serena".

La secuencia de acontecimientos de los días 18 y 19 de julio es la que sigue, contada por el profesor Marimón: el sábado, Goded recibe un telegrama anunciándole el inicio del golpe en la península, pero sorprendentemente decide irse a dormir para el 19 proclamar, desde la Almudiana, el estado de guerra sacando las tropas a la calle. Era el momento que aguardaban los civiles involucrados en la conspiración, cuyos dirigentes habían pasado la noche en las dependencias del Círculo Mallorquín. Proclamado el estado de guerra tres columnas ocupan Palma. Goded recibe la adhesión del teniente coronel de la Guardia Civil, Antonio Alvarez-Ossorio, que pone el cuerpo a sus órdenes; del jefe de los Carabineros, teniente coronel Miguel Riutord y del teniente de la Guardia de Asalto, Mateo Riera. Para Marimón queda claro que no existía ninguna posibilidad de oponerse al golpe. El conato de resistencia de mayor envergadura tiene como escenario Pollença, concretamente a la base de hidros, donde los aviadores decidieron no sublevarse manteniéndose fieles a la República. En los enfrentamientos murió un golpista.

Detenciones masivas

Consolidado el golpe, en los días siguientes se adueña de Mallorca una calma tensa, aunque las detenciones de conocidos republicanos se suceden sin pausa, "se hacen masivas", según Marimón. De entrada, no se fusila a nadie, salvo una veintena de personas cuyos cuerpos sin identificar se descubren en el cementerio. El sucesor de Goded en la comandancia militar es un blando, por lo que García Ruiz y Torres Bestard se quejan enérgicamente a Franco de que no hay fusilamientos y de que no se aplica los dispuesto en el bando de Goded. Marimón concede mucha importancia a ese hecho. El coronel Aurelio Díaz de Freijóo es el responsable de que la represión no se salga de madre, que es lo que quieren Torres Bestard y García Ruiz. Después del desembarco de Bayo, Marimón afirma, en coincidencia con Deyá, que se desata la represión más dura, "un verdadero holocausto".

¿Cómo reaccionaron los mallorquines? Marimón precisa que "una minoría, formada por la alta burguesía, la jerarquía católica y la nobleza, estaba entusiasmada; otra minoría, la republicana, espantada, y una gran mayoría estupefacta", añadiendo que "lo que casi nadie fue capaz de prever es que pudiera desencadenarse una represión tan sangrienta como la que se inició a partir de agosto, auspiciada por García Ruiz y Torres Bestard".

El Conde Rossi y García Ruiz, dos de los responsables de la represión, juntos tras la victoria sobre Bayo.

Sebastià Serra concede importancia a la trama civil del golpe, precisando que, además de los falangistas y requetés, también tuvieron un papel preponderante los afiliados de Acción Popular, que comandaba el marqués del Verger. El catedrático de Historia Contemporánea se pregunta qué hubiera sucedido si en la reunión que el gobernador civil mantuvo en las horas anteriores a la sublevación con los dirigentes del Frente Popular hubiese aceptado la petición de éstos de entregarles armas. En aquella reunión estuvieron presentes el alcalde Darder; Jaume Garcías, presidente de la Diputación y otros destacados republicanos. No hubo forma de convencer a Antonio Espina de que accediera a sus demandas. El gobernador se escudó en la promesa que le había hecho Goded. Espina, detenido el 19 de julio, salvó la vida al exhibirse un certificado médico en el que se establecía que tenía mermadas sus facultades mentales. Se ha comentando que fue Goded quien dejó establecido que se le respetara la vida, seguramente por haberse opuesto a la entrega de armas al Frente Popular.

Serra destaca el rol jugado por la Iglesia católica mallorquina. Cuenta que algunos sacerdotes salieron a la calle con la pistola al cinto, citando el caso del teatino Julián Adrover, quien, después de decir misa, acompañó a los golpistas pistola en mano. El padre Adrover fue con posterioridad traductor del fascista italiano conde Rossi, uno de los grandes represores de los meses posteriores, hasta el punto de hacer famosa la exclamación que profería cuando un republicano era apresado: fusilato súbito, ordenaba tajante.

Sebastià Serra destaca que la "represión selectiva" se inició sin tardanza con la clausura de los locales de los partidos y sindicatos de izquierda, la detención de sus juntas directivas y la censura de prensa. Can Mir, Illetes y Bellver se llenaron rápidamente de republicanos. Desde el primer día se empieza a fusilar, comenta Serra, aunque no masivamente. Los sublevados tienen claro que hay que detener a las personas más conocidas de la burguesía republicana, por lo que se apresa, además de a Darder y Jaume, a Qués, Mateu y Roses, entre otros. Todos serán posteriormente fusilados. Sebastià Serra describe lo que era Palma el 19 de julio de 1936: una ciudad de poco más de 100.000 habitantes, con la gente asomada a los balcones para saber qué sucedía.

Ocho décadas después lo vivido aquellos días de julio en Mallorca sigue siendo motivo de controversia. No en balde constituyeron las jornadas que dieron inicio a una de las mayores calamidades padecidas por la España en su historia reciente: la cruenta Guerra Civil de 1936-1939.

Compartir el artículo

stats