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Tribuna: Una apuesta por la economía circular: la reutilización del agua depurada, por Juan Mateo Horrach

En los últimos tiempos, uno de los conceptos más repetidos en el ámbito de la economía y del medio ambiente es el de la economía circular, es decir, el uso eficiente de los recursos en cada una de las fases del ciclo de vida de los productos y servicios. Ello implica un diseño que minimice el consumo de recursos primarios y un empleo de materiales fácilmente reutilizables o reciclables, un proceso de fabricación o prestación del servicio eficiente y sin mermas, mantenimiento correcto para alargar la vida útil y facilitar la reutilización, la propia reutilización como filosofía o alternativamente el reciclado y valorización de aquello que ya no pueda ser utilizado como tal producto, con el objetivo final de eliminación cero y máximo aprovechamiento de los recursos y materiales primarios.

Existe un gran potencial de mejora en cada uno de los apartados que componen el ciclo actual de la economía, que podríamos calificar de lineal, hasta llegar a materializar un modelo de economía circular. Además, ello permitiría un importante efecto sobre la propia economía, generando más valor añadido, que se redistribuiría a toda la población.

Recientemente, la Unión Europea ha lanzado un importante paquete de medidas encaminadas a fomentar el tránsito desde la economía lineal a la circular. Dentro de dichas medidas, tienen gran importancia presupuestaria las medidas encaminadas a mejorar la gestión de los residuos y del agua. Un aspecto fundamental dentro de la gestión del agua, es el de la reutilización, que encaja totalmente con el concepto de economía circular.

Actualmente en Balears estamos en situación de sequía y, por tanto, es un buen momento para pensar en la reutilización del agua depurada y regenerada.

Es cierto que disponemos del recurso a la desalación, que permite producir agua de calidad a partir del agua del mar, si bien a un coste de producción superior al euro por metro cúbico de agua y un consumo energético importante. Pero ello es un claro ejemplo de economía lineal. Obtenemos un recurso necesario mediante un proceso productivo, y cuando lo hemos utilizado, lo lanzamos al mar o al medio, más o menos tratado para evitar graves problemas de contaminación, gastando para ello cerca de otro euro por metro cúbico, obviando su posible aprovechamiento, para tener que seguir produciendo agua procedente del mar.

Estamos hablando de más de 120 hectómetros cúbicos al año, equivalentes a las necesidades de la población residente y visitante, que se desprecian cada año. Existen algunos sistemas de reutilización en funcionamiento, especialmente para usos agrícolas. Pero en total no alcanza ni el 20 % del caudal disponible. Esa reutilización agrícola es especialmente buena, porque permite substituir agua procedente de extracciones y no requiere de costosos sistemas de tratamiento para alcanzar las calidades necesarias para su reutilización.

Los países más avanzados en materia de gestión de agua como Israel y Estados Unidos y, en especial California, están trabajando en la reutilización del agua para el consumo humano, cerrando el círculo completamente. Ello implica un control exhaustivo del proceso y unos márgenes de seguridad importantes para impedir que se puedan dar situaciones de riesgo sanitario.

Técnicamente podría proyectarse un sistema de tratamiento que permitiera el consumo directo, incorporando distintas etapas de filtración avanzada del agua depurada, desinfección para acabar en una ósmosis inversa, que es el mismo proceso de desalación del agua de mar. Este proceso, además de muy costoso en términos económicos, superior a la propia desalación de agua de mar, no está permitido para consumo humano por las autoridades sanitarias, y solamente tiene interés como último recurso.

Sin embargo, existen otras vías, que lo que hacen es aprovechar en parte la naturaleza para alcanzar el objetivo deseado: un agua apta para el consumo humano. Ello implica un buen tratamiento de depuración, un proceso de filtración, desinfección y una infiltración a través del terreno al acuífero, que tras un periodo mínimo de residencia de varios meses, permite asegurar una calidad de agua potable.

Un proyecto en esta línea está en marcha en el municipio catalán de Port de la Selva, con muy buenos resultados. El proyecto goza de todas las garantías y tiene diversos socios de primera magnitud, como el Instituto del Agua de Berlín, así como financiación de fondos europeos. En California llevan tiempo trabajando en proyectos similares, e incluso se están planteando, para evitar el rechazo inicial que pueda representar el consumo humano de agua regenerada, el embotellado de la misma para su comercialización y de esta forma ofrecer una marca y unas garantías.

Balears fue pionera en la reutilización de agua depurada para usos secundarios, como la balsa del pla de Sant Jordi, hace ya más de treinta años. Tiene ahora la posibilidad de recuperar su liderazgo planteando proyectos ambiciosos e innovadores, que den el salto de calidad a usos primarios. Se trata de convertir en oportunidad el problema actual de la sequía. Tenemos los medios, la capacidad técnica y las condiciones para ello. Nos falta, sobre todo, la valentía para acometerlos.

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