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Desde Alemania

División de opiniones

División de opiniones

Como en una crónica taurina, la división de opiniones refleja el sentir de los griegos ante el Brexit. Por un lado, y desde un punto de vista político, se respira un extraño ambiente de satisfacción. Digo extraño por lo contradictorio: se celebra la salida de los ingleses con ilusión porque ello abre una vía nueva, sin antecedentes, se resquebraja la Unión Europea, esa UE altiva que tantos sacrificios ha impuesto al país heleno en estos últimos años. Se aplaude pues el portazo de Gran Bretaña a Bruselas. A partir de ahora, dicen, piensan, que Merkel, la "manos tijeras" de la drástica política comunitaria de recortes, tendrá que andar con cuidado, guantes de seda, no sea que "otros" sigan el ejemplo.

Sin embargo, lo paradójico es que también se respira, a otro nivel, un curioso sentimiento anti británico: Se oyen voces en la calle, en las tertulias, comentarios sarcásticos acerca de la soberbia british: que se han creído esos ingleses, ahora se van a enterar, se la van a pegar fuera de Europa, la esterlina va a hundirse, ya está bien de especular contra el € desde la City, de ejercer de portaviones americanos en el mercado europeo€ y otras reflexiones por el estilo.

De ahí la confusión, se admira y a la vez se critica el Brexit, y en el fondo se intuye la tentación ¿Puede Grecia pasar de Europa? Ya sabemos que las comparaciones son odiosas, y la situación socioeconómica de ambos países muy diferente, pero en cierto modo el referéndum griego del verano pasado, el no a las drásticas condiciones impuestas por la troika - un NO que la UE se pasó luego por el forro, y que Tsipras & Syriza malgastaron - puede interpretarse ahora como la expresión de un rechazo hacia Europa similar a la reciente respuesta británica. El tema está, o estaría, en ver si Grecia puede permitirse tal lujo, esa es la cuestión, el ser o no ser, y por eso la división de opiniones entre la esperanza y recelo. Y es que de alguna manera, aquí, se ha pasado de vivir, o malvivir, bajo la amenaza del Grexit, de la expulsión del paraíso europeo, - que como una espada de Damocles pende aun sobre Grecia -, a soñar con la posibilidad de un futuro mejor, de salir por la puerta abierta tras el adiós voluntario refrendado por los ingleses.

Pero como les comentaba al principio, esto es solo la lectura político-emocional del asunto, otra cosa es la vertiente practica del tema, la inquietud que ha generado y las consecuencias que puede tener el Brexit sobre el mercado turístico heleno. Especialmente en esta zona, en el Jónico, donde el turista anglosajón es mayoritario. Inquietud, y miedo a corto plazo, que ha dado paso a todo tipo de especulaciones: ¿Seguirán viniendo si la libra se hunde, si pierden poder adquisitivo? ¿Qué pasará con los numerosos residentes, propietarios o no, cual será su nuevo status como extra comunitarios? Como ven las interrogantes son otras, son distintas y afectan a la mayoría de la población de estas islas que de un modo directo o indirecto dependen, viven, casi todos del turismo.

Para terminar con el affaire, estaba la otra tarde en Kioni, en Ítaca, en la agradable, y siempre animada terraza del Spavento, el bar de mi amigo Giorgos, cuando se improviso un acalorado debate entre súbditos británicos. Bueno, lo de debate no es quizás el término correcto ya que la corriente de opinión era monocolor, oscilando entre la incomprensión y la indignación. Al señor Cameron, debieron de silbarle los oídos con los piropos que le dedicaron. Los tertulianos, la mayoría residentes en la isla, no entendían aún como diablos había convocado el referéndum, y estaban todos de acuerdo en que el tiro le había salido por la culata y que el Brexit había terminado en Breshit.

En esas estamos, solo me queda desearles ya que pasen un buen verano y que la resaca electoral les sea ligera.

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