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Diez buenas razones para conocer lo mejor de Eslovaquia (I)

Bratislava.

Eslovaquia es un país de picos majestuosos y valles fértiles, ríos grandes y torrentes pequeños. El país desprende una historia gloriosa y el pulso de la vida moderna. La paz de su belleza natural se complementa con manantiales terapéuticos, la gentileza del campo se compensa con el alboroto de las ciudades; la comida y los excelentes vinos dan el toque final a la civilización antigua y a la presenta. Estas son algunos motivos para visitarlo.

01. Recorrer con calma el centro de Bratislava

No hace falta mucho tiempo para recorrer el armonioso casco histórico de la capital, situado en la orilla norte del Danubio. Resulta muy agradable pasear por sus calles peatonales salpicadas de plazoletas arboladas, bonitas iglesias y palacios barrocos o rococó, en los que se sitúan los principales museos de la ciudad. Una de las figuras más curiosas, que congrega a cientos de turistas es la escultura ´El mirón´ que se asoma desde una alcantarilla. Desde su posición dominante, el emblemático castillo de Bratislava fue la sede del reino húngaro. Hoy alberga el Museo Histórico y su famosa Venus de Moravany, una estatuilla de marfil tallada hace 25.000 años, así como el Museo de la Música. Las vistas desde las torres y terraza son inmejorables. A sus pies está la catedral de San Martín donde fueron coronados una veintena de reyes húngaros con la corona de San Esteban, entre ellos, María Teresa. Hay que visitar la popular iglesia de Santa Isabel o iglesia azul, consagrada a la santa y princesa húngara, un sorprendente santuario de estilo Secesión construido en la década de 1910. Tiene preciosos mosaicos, en particular en la portada, con escenas de un milagro de la santa. También merece la pena la Galería Nacional Eslovaca, un palacio del s. XVIII y un edificio de aires soviéticos, donde se muestran las colecciones del mayor museo de Eslovaquia que abarcan un periodo de cinco siglos de producción artística europea.

02. Descubrir sus muchos castillos

Hay una veintena de fortalezas a lo largo y ancho del país que merecen una visita. Unos de los más espectaculares es el de Spis (Spissky Hrad), al este de Eslovaquia que ha merecido ser inscrito en la lista de la UNESCO. Con una superficie de 40.000 metros cuadrados, es uno de los mayores de toda Europa. Hay una gran panorámica de la zona del castillo, y durante el recorrido se puede ver una auténtica mazmorra medieval, la cocina, los dormitorios, el cuarto de baño y la sala de armas. El castillo de Orava es uno de los más hermosos del país, su situación a 112 metros sobre el río del mismo nombre le protegió de ser conquistado en su larga historia desde el siglo XIII y hoy ofrece vistas espectaculares. También el romántico castillo de Bojnice, perfectamente conservado, destaca por sus techos empinados de estilo gótico y renacentista. Todos los años se celebra en el castillo el Festival Internacional de Monstruos y Fantasmas y que atrae a unas 50.000 personas entre curiosos y participantes.

03. Apreciar la belleza de los montes Tatras

Tanto en invierno, con magníficos centros de esquí, como en primavera o verano, con sus rutas alpinas, animales en libertad y posibilidades para muchos deportes, los Altos Tatras, que es la cordillera más grande y poderosa de los Cárpatos, resultan monumentales, con una superficie de más de 340 kilómetros cuadrados de los que 260 están en territorio eslovaco. Hay 25 picos con una altura de más de 2.500 metros. Un destino muy popular es Hrebienok, al que se puede llegar utilizando el teleférico sin columnas que llega hasta una altura de 2.632 metros. Es posible alojarse en el observatorio, una experiencia única. Vale la pena llegar a Zdiar, un pequeño pueblo de montaña repleto de casas rurales con encanto, donde los dueños se encargan de que la estancia sea perfecta a base de buen trato y excelente comida nutritiva (sopas, mucha carne, guisos calóricos o quesos ahumados) para excursionistas en verano y esquiadores en invierno.

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