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Lengua de signos

Un vocabulario en tres dimensiones

La lengua de signos no es estrictamente un sistema alfabético, puesto que necesita del espacio de tres dimensiones para materializarse. La comunidad sorda de Mallorca la reivindica como su lengua vehicular

hablando Abejón está diciendo "lengua de signos". B.Ramon

Ana Rosa Abejón, intérprete de la lengua de signos, establece taxativamente una batería de premisas, que estima imprescindibles, para que pueda entenderse de qué se está hablando en la lengua oral, común a la mayoría de personas. Dice que hay unos "botones rojos" que han de ser conocidos. El primero es que el de los sordos no es un lenguaje, sino una lengua, que para poder materializarse requiere del espacio de tres dimensiones, lo que hace que no estemos ante una lengua alfabética; de ahí que requiera de este espacio para poder articularse. Abejón también aclara que nunca debe definirse a las personas con discapacidad auditiva como sordomudos, "porque no lo son", al poder utlizar la lengua de signos, sino como sordos. Para Abejón hay dos clases de sordos: los que utilizan la lengua de signos como lengua "habitual" y las personas sordas que con anterioridad a su sordera adquirieron la lengua oral. El sordo de nacimiento está capacitado para entrar en el aprendizaje de cualquier lengua, pero se enfrenta con una dificultad adicional, de no poca envergadura: si no está en condiciones de escuchar los sonidos, si no es capaz de "oir" la lengua, el grado de dificultad es extraordinario. Por ello, la comunidad sorda reivindica la lengua de signos como lengua vehicular para la adquisición de conocimientos.

Nuevas tecnologías

Hechas las necesarias precisiones, Abejón entra en la explicación de las particularidades de la lengua de signos. Enfatiza que no es un sistema alfabético, por lo que requiere del espacio de tres dimensiones para articularse. La irrupción de las nuevas tecnologías ha sido decisiva para que la lengua de signos haya alcanzado un desarrollo notable. Abejón no duda en afirmar que las nuevas tecnologías son a la lengua de signos lo que la invención de la imprenta (1454) fue para la escritura, dado que la persona sorda "tiene que aprender a reconocer las palabras visualmente". En Mallorca hay aproximadamente 200 personas sordas, de las que la mitad pertenecen a la Asociación de Personas Sordas de Mallorca. Al preguntarle si es real la existencia de dos corrientes diferenciadas entre las personas sordas a la hora de abordar su discapacidad auditiva, precisa que existe la denominada "corriente oralista", defendida por ciertos padres de niños sordos, que entienden que hay que forzarles a aprender la lengua oral, lo que muchas veces deviene en analfabetismo funcional. La otra corriente, la que se está imponiendo en Europa y Occidente, es la que reconoce la lengua de signos como la lengua vehicular de los sordos, la que establece el derecho del sordo, por supuesto también del niño sordo, a desarrollar la lengua de signos como lengua vehicular, como la herramienta imprescindible para dominar la lengua oral. En España se pecha con un considerable retraso con respecto a otros países en el reconocimiento de la lengua de signos. Fue en 2007 cuando la Lengua de Signos Española (LSE) y la Lengua de Signos Catalana (LSC) fueron reconocidas oficialmente. En los países escandinavos el reconocimiento se produjo medio siglo antes, en los inicios de la década de los sesenta del pasado siglo. ¿Qué grado de integración llegan a alcanzar las personas sordas? Abejón comenta que son bastantes las que obtienen licenciaturas y destaca el hecho de que los sordos son especialmente buenos en matemáticas y física, dos materias que no requieren de la lengua oral sino del lenguaje matemático para su estudio.

Las lenguas de signos son el resultado de un proceso de mutua interacción entre biología y cultura constituyendo un exponente de la capacidad creativa y de adaptación del ser humano. Como las lenguas naturales dan respuesta a la necesidad de comunicarse e interactuar con el entorno, ayudan a estructurar el pensamiento y encarnan la historia, las visiones del mundo y las emociones de sus usuarios. Por ello, señala Abejón, el reconocimiento oficial de las lenguas de signos españolas constituye un avance fundamental para la integración social de las personas sordas, al tener reconocida su lengua a un nivel similar al de las habladas, castellano, catalán...

Es todavía reciente que la opción educativa de los niños sordos se basaba principalmente en el mencionado método oral. Carlos Sánchez, en La increíble y triste historia de la sordera cuenta que las personas sordas fueron segregadas, desplazadas y rechazadas por el hecho de no poder hablar con palabras. Su forma de comunicación, la lengua de signos, fue denigrada y su uso prohibido a los niños sordos, impidiendo que se comunicaran entre sí o con los adultos de esa forma. En España, a partir de los pobres resultados obtenidos con la educación oralista y de las investigaciones y experiencias realizadas, se comenzó a hablar cada vez más de una "educación bilingüe".

universidad para sordos

Hoy solo existe una universidad en el mundo especialmente pensada para las personas sordas. Se trata de la Gallaudet University. Está en Washington, la capital federal de Estados Unidos. Se trata de una institución privada fundada pocos años antes de la Guerra de Secesión, en 1857, que, desde 1864, todavía en plena guerra civil, otorga títulos universitarios. La primera lengua oficial de Gallaudet es la American Sing Language, la denominada lengua de señas de los Estados Unidos, siendo el inglés la segunda. En la lengua de señas se comunican entre sí los empleados, estudiantes y profesores y se dictan la mayoría de los cursos académicos. Lógicamente, se concede prioridad a los estudiantes sordos, pero la universidad admite a un pequeño número de personas oyentes cada semestre, a las que se les exige el dominio de la lengua de señas como requisito indispensable para poder matricularse. Aproximadamente la matrícula actual ronda los dos mil estudiantes, de los cuales cerca del 25 por ciento cursan programas de postgrado. Gallaudet ofrece educación para sordos en todos los niveles, desde primaria hasta el doctorado. Se pueden cursar cuarenta carreras distintas en prácticamente todas las áreas del conocimiento. En algunos campos de investigación, como lingüística y enseñanza de las lenguas de signos, Gallaudet ostenta el liderazgo mundial. El médico y escritor Oliver Sacks, en su Veo una voz, viaje al mundo de los sordos, cuenta que su visita a Gallaudet le reportó una "experiencia asombrosa y conmovedora, puesto que nunca había visto una comunidad completa de sordos ni había comprendido del todo que la seña podía ser un lenguaje completo, "un lenguaje igualmente apropiado para hacer el amor, hacer discursos o para enseñar matemáticas", y añade: "tuve que ver clases de Filosofía y de Química en lenguaje de señas; tuve que ver funcionar un departamento de Matemáticas absolutamente silencioso; tuve que ver poetas sordos, poesía por señas, y la amplitud y profundidad del teatro de Gallaudet; tuve que ver el maravilloso escenario social del bar de los estudiantes, con manos volando en todas direcciones, cien conversaciones independientes en marcha. Lo tuve que ver todo personalmente para pasar de mi punto de vista médico previo de la sordera a un punto de vista cultural de los sordos como una comunidad con una cultura y un lenguaje completos y propios".

El asombro de Oliver Sacks, enfatiza Abejón, se deriva del hecho de que la historia del sordo está marcada por una lamentable concepción de la sordera. El sordo es "mudo", por tanto, no es una persona capaz de comprender, es un enfermo. Así, la imposibilidad de adquirir una lengua oral estigmatizó al sordo, al ser considerado un ser enfermo incapaz de razonar y, por lo tanto, desvalorizado en todos los sentidos.

Lejos de la normalidad

A pesar del respaldo legal obtenido en España en 2007, con el reconocimiento de las lenguas de signos, el derecho de las personas sordas a utilizar su lengua en cualquier ámbito de la vida está todavía muy lejos de implementarse. Abejón apunta dos razones: el enfoque patológico frente al sociológico de la sordera, el de la persona sorda a la que hay que rehabilitar, y la mencionada "tradición oralista", que ha basado la educación de las personas sordas principalmente en la rehabilitación logopédica con pésimos resultados. Hasta la implantación del bilingüísmo: lengua de signos como lengua vehicular para la adquisición de conocimientos, el acceso de las personas sordas a estudios superiores era mínimo, insignificante. Como muestra, en Mallorca, el número de personas sordas que han cursado estudios superiores en la UIB no alcanza la docena en toda su historia. En cuanto al nivel de estudios medio, la cifra es igualmente preocupante. Se trata de una situación que debería alarmar a la conselleria de Educación, destaca Abejón, por diferir completamente de los datos que ofrecen comunidades en las que existen experiencias educativas bilingües, donde se ha conseguido un nivel de acceso a estudios superiores similar al de las personas oyentes.

La lengua de signos constituye la reivindicación histórica de la comunidad sorda, "y hablamos de comunidad sorda -dice Abejón-, porque para que exista una lengua antes ha de existir una comunidad que la use", porque mediante la lengua se articulan la mayoría de los derechos fundamentales de las personas. La ley reconoce desde 2007 el derecho de las personas sordas a utlizar su lengua; sin embargo, en la Comunidad Autónoma balear, a pesar de contar con el servicio de intérpretes de lengua de signos del Consell de Mallorca, al que está adscrita Abejón, o de iniciativas del Parlament y el ayuntamiento de Palma para incorporar la lengua de signos, sigue habiendo carencias clamorosas, entre ellas la de la televisión autonómica, IB3, que sigue sin incorporar ni tan siquiera una hora a su programación en lengua de signos, y eso que la Ley General del Sector Audiovisual le obliga a programar diez horas semanales. IB3 es la única televisión autonómica que no es accesible a los sordos.

No es un alfabeto, pero la lengua de signos tiene su correspondencia con el alfabeto latino.

El pasado 14 de junio, al celebrarse el día nacional de las lenguas de signos, el Parlament aprobó una declaración institucional a favor de las mismas, y poco después, la presidenta de la cámara, Chelo Huertas, interpelada sobre la ausencia de la lengua de signos en IB3, respondió que se había hecho una consulta siendo el subtitulado la opción escogida. Abejón ironiza que de las palabras de la presidenta se desprende que parece que puede saltarse la ley mediante una consulta popular. No muy lejos, en un centro educativo, hay una persona sorda que lleva un año asistiendo a clase sin intérprete de lengua de signos, y la conselleria de Educación contesta a sus demandas que carece de fondos para proporcionárselo. Son tan solo pequeños ejemplos, precisa Abejón, de las "injusticias" que hoy siguen teniendo que soportar muchas personas sordas, a las que se les dificulta enormemente el acceso a la educación, al mundo laboral o a la información; en suma, a una vida normalizada.

Plasticidad

Es el doctor Sacks quien mejor ha definido lo que supone la lengua de signos. Dice que está "llena de plasticidad y belleza siendo capaz de crear la magia y la poesía y de envolver a las personas en un mundo onírico lleno de imágenes fantásticas. Está llena de fuerza simbólica; el alma que se escapa por sus dedos es la vida misma".

Angel Herrero, catedrático de Lingüística de la Universidad de Alicante, afirma que las lenguas de signos constituyen un patrimonio cultural de todos, por lo que deben ser adecuadamente protegidas, añadiendo que "están asentadas más profundamente que las lenguas orales". El doctor Herrero considera que el gesto tiene "un extraordinario futuro", lo que hace que las lenguas de signos pueden desempeñar un papel importante. El principal obstáculo al que se enfrentan las personas sordas es, según el catedrático de Lingüística, el hecho de que su lengua está minorizada. No es solo que sea una lengua minoritaria, puesto que sí hay lenguas minoritarias que son consideradas instrumentos de cultura, como el catalán, sino que la de signos es una lengua minorizada, todavía no es considerada un instrumento de cultura.

Un factor que el profesor Herrero afirma que está adquiriendo importancia es el de que las lenguas orales están cambiando mucho, aceleradamente, por lo que la gente ya no tiene el modelo existente tan solo hace veinte años de la lengua oral, lineal, escrita; ahora están apareciendo en Internet formas de expresión distintas y, en ese ámbito, el gesto está adquiriendo una importancia extraordinaria. Sobre todo en dimensiones informáticas, donde ya se han creado interlocutores virtuales que gesticulan. En el interfaz con los ordenadores se empieza a abandonar el teclado e incluso el ratón utilizándose las manos para desplazar objetos en la pantalla. Todo ello le lleva a asegurar que el gesto tiene un "extraordinario futuro", y ahí las lenguas de signos también pueden desempeñar un papel muy importante.

Para Abejón de lo que se trata es de seguir trabajando en la normalización de la lengua de signos, en conseguir que ésta no sea vista como algo exótico, como un elemento ajeno a la mayoría de la sociedad, porque no lo es y, además, supone un patrimonio cultural que tiene que ser salvaguardado. "No se trata solo de que los sordos tengan pleno derecho a ver equiparada su lengua en pie de igualdad con las otras, sino que la lengua de signos constituye por sí misma una riqueza cultural que de ninguna manera se puede permitir que se desperdicie por parte de nadie", asegura, y, resalta lo dicho por el profesor Herrero: "podemos saber que la lengua de signos españolas es una lengua flexiva como el castellano, catalán, gallego y vasco; es posposicional, no preposicional, caso del vasco. Es una lengua que presenta clasificadores, un riquísimo sistema de clasificadores como el japonés; se trata de un sistema que guarda referencias de tercera persona mayores que las de las lenguas romances, muy parecidas a las lenguas bantúes; es una lengua que marca el tiempo y el aspecto de forma léxica y no flexiva, como el chino. En definitiva, se trata de una lengua absolutamente congruente con las lenguas orales conocidas; ni más perfecta ni menos perfecta, absolutamente congruente con ellas."

El Ethnolengue, el catálogo universal de lenguas más importante del mundo dirigido por David Cristal, enumera actualmente nada menos que 7.300 lenguas, entre ellas 200 lenguas de signos, incluyendo la castellana y la catalana. Cuando se compara las diferentes lenguas de signos, se comprende que entre ellas no ha pesado igualmente que en las lenguas orales "la maldición babélica". La inteligibilidad de la lengua de signos catalana para un signante de Madrid, que utiliza la castellana, es superior al 70 por ciento; 40 por ciento con la lengua de signos francesa y únicamente del 20 por ciento con la americana.

Abejón, en línea con el doctor Herrero, concluye que la comunidad de sordos nunca podrá dejar de ser una comunidad minoritaria y dispersa, por lo que es fundamental disponer de un centro de normalización lingüístico que garantice la continuidad de la lengua de signos y, por lo tanto, el desarrollo cognitivo de los niños sordos del futuro. La intérprete considera necesario aclarar que un sordo de nacimiento, educado en la lengua de signos, puede leer correctamente cualquier otra lengua, lo que le permite acceder a libros y periódicos escritos en lenguas orales. "No se trata de que el sordo se circunscriba a la lengua de signos -precisa-, sino que sea esa lengua la vehicular, porque es la que precisa para acceder a la educación y la cultura". "Por ello -concluye- se ha de trabajar para acabar de desterrar la tradición oralista que tanto daño ha causado, al haber propiciado la aparición de los analfabetos funcionales, la de sordos que no han podido acceder a una educación completa".

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