Reunirse con el ministro
don Jorge Fernández Díaz
puede resultar pecado,
excepto en festivo día;
busca busca, le ordenaba,
tardes, noches y mañanas
algo que pueda empurar
a Esquerra Republicana.
¿Quién pudiera imaginar
en un ministro tan santo
que pudiera fabular
y del mal engordar tanto?
¿Quién pudiera asegurar,
de Rajoy tan subalterno,
que semejante beato
no acabase en el Infierno?
Qué sensación da
que te quieran atrapar.
¡Es horrible!