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Oblicuidad

Mallorca va sobre ruedas, pero sin rodajes

Mallorca va sobre ruedas, pero sin rodajes

En un mismo fin de semana, se estrenaron este año las películas Cegados por el sol, Toro y Bienvenidos a Grecia. La nueva versión de La piscina, con Tilda Swinton y Ralph Fiennes, se rodó en la isla italiana de Pantelaria. La enésima mala película de Mario Casas, que logra contagiar sus limitaciones a los celestiales Luis Tosar y José Sacristán, se ambienta en Málaga y Almería. La sátira sobre las relaciones grecogermanas transcurre en la ficticia isla griega de Paladiki, que es en realidad la intocada Tinos, ubicada en las proximidades de Mikonos.

La buena noticia es que el Mediterráneo goza de una salud envidiable, dado que sus escenarios naturales se adaptan con igual felicidad a los géneros del drama sexual, el crimen organizado o la comedia desenfadada. La mala noticia es que todas las películas citadas pudieron rodarse en Mallorca. Mejor dicho, debieron rodarse en Mallorca. Dado que se asentaron en otras geografías, procede preguntarse por qué atraemos todo género de experiencias inauditas salvo las producciones cinematográficas.

Antes de dramatizar o de escoger localizaciones dramáticas, admitamos que Mallorca marcha económicamente sobre ruedas. Pero sin rodajes, una mota de polvo que se incrusta en el engranaje y atranca la autosatisfacción. En otro fin de semana de este año se estrenó la injustamente postergada Frente al mar. Los bellísimos Brad Pitt y Angelina Jolie pasarán a la historia como el primer matrimonio de superestrellas que planifica su ruptura en una película dirigida por uno de ellos.

Frente al mar comparte el ambiente a lo Patricia Highsmith de la ya citada Cegados por el sol, o de la interesante El hombre perfecto. La película de los Pitt Jolie recrea la costa francesa de los setenta en el hotel propiedad de la pareja en la isla maltesa de Gozo. Otro rechazo para Mallorca, que cuenta con parajes donde Lara Croft podría haber dado rienda suelta a su depresión farmacológica mientras su esposo se rehogaba en alcohol.

Reservamos la decepción más dolorosa para el final. La juventud es una de las mejores películas de 2016. Paolo Sorrentino sitúa a Michael Caine, Harvey Keitel y Rachel Weisz en un enclave alpino. La trama sirve de excusa para describir la variante turística que tiene su expresión más depurada en el hotel Formentor. El homenaje a una concepción de Mallorca sacrificada al turismo de masas transcurre sin mención alguna a la isla, de la que se burla Bienvenidos a Grecia con una frase amenazadora. "O si no, os convertimos en Mallorca".

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