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Tribuna

Tribuna: ¿Estamos realmente al límite de capacidad?, por Joan Mateu Horrach

La cuestión planteada en torno a un supuesto acercamiento al límite de capacidad de carga humana y diversas pintadas de rechazo a la presencia de turistas en Mallorca, nos lleva a este artículo.

De entrada, cabría decir que la sensación de agobio es siempre subjetiva. Habrá personas que se sientan agobiadas en cualquier pequeña aglomeración cotidiana mientras que otras buscan las grandes concentraciones de gente, como demuestra el éxito de los centros comerciales un sábado por la tarde. Por otra parte, en la vida todo es cuestión de compromisos entre distintas opciones. Sería maravilloso vivir en la Mallorca del siglo XV en términos de calidad ambiental. Lo malo es que ello supondría no disponer de prestaciones que a buen seguro no estamos dispuestos a renunciar.

En primer lugar, el dato relevante para este análisis es el número total de personas que se encuentran en un lugar un día determinado. El número total de turistas que vienen en un año es un dato secundario, aunque no carece de importancia en términos de impactos. A mayor número de turistas, mayor cantidad de aviones para su desplazamiento y más movilidad interior. Por otra parte, es cierto que más movimiento supone más gasto y, por tanto, más renta para el destino. También conviene aclarar de entrada que los efectos del turismo sobre el medio ambiente en general van mucho más allá de lo que se comenta en este breve artículo. Pero la presión humana como tal, depende básicamente del número de pernoctaciones en un destino y su evolución día a día a lo largo del año. Y esa evolución, en el caso de una isla como Mallorca, depende fundamentalmente de la capacidad real del aeropuerto que a su vez depende de determinados parámetros que no han variado sustancialmente en los últimos tiempos ni hay perspectivas a corto plazo de variación. En mucha menor medida, también depende de la capacidad real de tráfico en los puertos, fundamentalmente Palma.

Si buscamos un poco entre destinos punteros en el mundo, vemos que mientras en Mallorca estamos en menos de 400 habitantes por kilómetro cuadrado (km2) el día punta del año, en Singapur, isla del tamaño de Menorca, están en más de 8.000 (20 veces más). Ya no queremos mencionar cuantos en Hong Kong o Macao.

En la isla de Oahu, principal destino de Hawaii, archipiélago que junto a las Balears constituyen los principales destinos turísticos del mundo, de un tamaño un poco superior a la mitad de Mallorca, también rondan los 400 habitantes por km2. Solo que allí es temporada alta prácticamente todo el año. En Menorca, propuesta por algunos foros como modelo alternativo, resulta que están claramente por encima de 300, o sea, no muy lejos de Mallorca. Eivissa supera los 700, igual que Formentera. Malta está en 2.000.

Obviamente, determinados puntos pueden presentar una concentración superior. Así, el Born de Palma o sa Calobra, puede presentar aglomeraciones importantes en momentos punta, que llegado el caso podrían requerir de soluciones también puntuales que pueden llegar a la limitación de acceso, como ocurre en otros lugares como parques naturales de Canadá, algunas zonas de Italia o las Galápagos. Pero eso ocurre en la mayoría de lugares del mundo y consideramos que no se puede equiparar a saturación de un destino turístico importante. Además, en Balears, esta situación punta se da durante menos de dos meses. El resto del año la presión es menor y el problema es el inverso: cómo atraer más visitantes en temporada baja. Y, francamente, no queda muy bien pasarse diez meses al año buscando visitantes y dos meses rechazándolos. Creemos que nuestros problemas no vienen de la saturación. Vienen de nuestro relativo fracaso en aprovechar todo nuestro potencial.

De entrada, si un producto tiene más demanda que oferta, tal vez debería aumentarse el precio. Así lo dicen todos los manuales de economía de la empresa. Es decir, quizás estemos vendiendo demasiado barato nuestro producto en los momentos de mayor demanda. Porque además, resulta que el agua, la energía, los servicios de limpieza y gestión de residuos y otros factores de coste no están adecuadamente repercutidos a los precios que pagan los visitantes porque las tarifas públicas de dichos servicios están muy por debajo del coste real de la prestación del servicio. Subvencionamos a la industria turística en su conjunto, cuando debería ser nuestro sustento. Cabe señalar que la industria turística requiere necesariamente, entre otros aspectos, una buena simbiosis entre el sector público y el sector privado para su correcto funcionamiento. Lo que preocupa de verdad es la distribución de la renta así como su propio crecimiento, y es sobre lo que prioritariamente se debería trabajar. En Hawaii, resulta que reciben las mismas pernoctaciones que nosotros, su modelo económico está basado también en el turismo, pero su renta es el doble de la nuestra, porque cada visitante gasta casi el doble en Hawaii que en Balears y casi no tienen estacionalidad.

A modo de conclusión, los datos empíricos relevantes no muestran que Mallorca esté saturada, comparativamente con otros destinos líderes. También dichos datos ponen de manifiesto que las Pitiusas presentan un grado de saturación mucho mayor que Mallorca y Menorca, que se encuentran en una posición moderada respecto de otras islas con preponderancia del turismo en su economía. Por cierto, yo personalmente no me siento agobiado en Mallorca nunca porque todo el año encuentro en cuestión de minutos lugares que se parecen mucho al paraíso.

(*) Ingeniero Industrial

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