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El ingenuo seductor

Hablemos de homofobia

España es el quinto país del mundo en respetar los Derechos Humanos de la población lgtb. Para la gran mayoría de la sociedad no existe conflicto con el tema. Si no lo parece es porque ahora se denuncia

Hablemos de homofobia

El martes pasado se conmemoró el Día Internacional contra la Homofobia. Me habían convocado una semana antes para entrar en el programa Dues Voltes de IB3TV, para tratar el problema de las agresiones homófobas en Madrid. En el programa, con la percha de la aprobación, en el Parlament Balear, de la Ley para garantizar los derechos de la población LGTBI, se iba a debatir sobre la discriminación, las agresiones y la necesidad o no de una ley de este calado. Entré en directo, vía telefónica, aunque apenas me dio tiempo a enfocar el asunto de las agresiones. La entrevista previa que me hizo el redactor fue mucho más extensa que mi intervención en el programa. Solo contesté a dos preguntas: si realmente se estaban produciendo más agresiones o era un aumento de las denuncias y una segunda sobre mi parecer respecto a la nueva ley. Confieso que pensé que me iban a preguntar más, que no me iban a despedir tan pronto, pero como conozco el medio televisivo, el tiempo, el ritmo y todas esas cosas, he optado por aprovechar esta columna semanal en este diario para decir todo lo que me hubiese gustado decir el martes pasado.

Después de mucho reflexionar, de hablar con unos y con otros, de debatir durante largas sobremesas, he llegado a la conclusión de que Madrid no está sufriendo una "ola de agresiones homófobas" como si de repente hubiésemos pasado del blanco al negro. Nunca hemos habitado el blanco. La trama de colores oscuros que ha ilustrado la existencia de las personas gais, lesbianas, trans o bisexuales lleva vigente siglos. Como expliqué en Dues Voltes, no creo que nos agredan ahora más que hace diez años. Siempre nos han agredido porque esta sociedad siempre nos ha contemplado como unas víctimas. Lo que sucede es que ahora se está visibilizando ese problema. Antes, en una sociedad claramente machista y heteronormativa, no tenía ninguna consecuencia agredir a un homosexual. Con los mismos argumentos con los que la sociedad asumía que la mujer maltratada tenía que aguantar las palizas de su esposo, insultar, vejar y agredir al maricón podía llegar a ser un entretenimiento. Eso se ha roto. Ahora denunciamos, mostramos las heridas, reclamamos. Aunque a nivel estadístico sigan siendo pocos, el cambio de actitud es evidente.

Sin embargo, y este es el tema que me parece interesante, sí opino que el enfoque de estas agresiones, tanto desde personas y colectivos como desde los medios de comunicación, podría volverse en nuestra contra. Si los titulares no hacen otra cosa que sumar víctimas, si convertimos en información la descripción de una paliza y no aparece una respuesta esperanzadora a la agresión, estaremos victimizando más a la víctima. Si una persona gay, o una chica lesbiana o una mujer trans lee esas noticias y siente miedo, piensa que tal vez pueda ser la próxima, entonces habremos fracasado. Creo que deberíamos enfocar las informaciones empoderando al colectivo vulnerable y acosando al agresor. Y me temo que el efecto, ahora mismo, puede ser contrario. Podríamos, incluso, estar alimentando el ego del agresor con esos titulares que anuncian "una ola de agresiones homófobas en Madrid" y eso, para grupos de extrema derecha, sabemos que es un incentivo muy peligroso.

No estoy diciendo que no haya que informar de las agresiones. Estoy diciendo que hay que enfocar mejor. Debe ser el homófobo el que se asuste leyendo la noticia, no la víctima, para que así se lo piense dos veces antes de agredir.

No vivimos en Rusia. España es el quinto país del mundo, según el último informe ILGA, en respetar los Derechos Humanos de la población lgtb. Para la gran mayoría de la sociedad española no existe conflicto alguno con ese tema. Tenemos observatorios contra la lgtbfobia, leyes avanzadas en transexualidad, la homofobia es un agravante, tenemos policías formándose en protocolos para combatir los delitos de odio,? España no es un país homófobo ni Madrid una ciudad insegura para los homosexuales. No sé si hay alguien a quien le interese ese discurso. A mí no. Han sido muchos años de lucha para pensar que no han servido para nada. Sabemos que a mayor visibilidad, más nerviosos se ponen los homófobos. Pero también sabemos que son pocos. Irracionales, violentos, cafres, pero pocos.

Lo que debemos reclamar es que el sistema funcione. Reclamar compromisos políticos e institucionales contra la lgtbfobia. Proteger a las víctimas a la vez que se previene y se persigue el delito. Y asumir ya, de una maldita vez, que hasta que la orientación afectivo sexual y la identidad de género no entre en el ámbito educativo, en las escuelas e institutos, implantando medidas pedagógicas, estaremos alimentando los prejuicios, la necedad, el sectarismo, y por lo tanto, la homofobia.

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